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Apuntes postsoviéticos

El declive de Misha

C

onocido por el hipocorístico de su nombre de pila, Misha, presidente de la república caucásica de Georgia, Mijail Saakashvili, sufrió una severa derrota en las urnas, y –a diferencia del método que aplicaba Porfirio Díaz, hasta que lo expulsó del poder una revolución, en el sentido de que en una democracia quien cuenta los votos, gana– lo reconoció apenas se difundieron las primeras cifras de la votación.

En las parlamentarias del lunes anterior, el Movimiento Nacional Unido de Saakashvili obtuvo 40.88 por ciento del escrutinio proporcional frente a 54.85 del ganador, la coalición del Sueño Georgiano, del multimillonario Bidzina Ivanishvili, que se perfila como nuevo líder del país.

Del total de 150 escaños del Parlamento, el Sueño Georgiano tendrá 44 de los 77 de votación proporcional y otros 39 diputados de los 73 de representación mayoritaria, de acuerdo con el conteo de 60 por ciento de los votos escrutados en distritos mayoritarios.

Ivanishvili tiene ya 83 diputados y es difícil saber si, dentro del faltante 40 por ciento de distritos por escrutar, logrará los 18 diputados que necesita para sacar los 101 de la mayoría calificada de dos tercios, que le permitiría destituir a Saakashvili de inmediato.

De no ser así, y hasta que en 2013 entren en vigor las reformas constitucionales que reducen las facultades presidenciales en favor del primer ministro nombrado por la mayoría parlamentaria, Saakashvili tendrá más poder que la oposición que acaba de ganar las elecciones.

En teoría, en una suerte de desesperada revancha, Saakashvili hasta podría disolver el Parlamento y convocar comicios, pero eso sería una victoria efímera y acabaría en otra Revolución de las Rosas pero en su contra, una revuelta como la que él encabezó, junto con otros líderes de la oposición en noviembre de 2003 para derrocar al entonces presidente Eduard Shevardnadze.

Con Ivanishvili al frente de Georgia, habrá mejoría en las deterioradas relaciones con Rusia, pero no un cambio de rumbo que revierta la intención de seguir acercándose a la Unión Europea y la OTAN. Ningún líder georgiano, si quiere serlo, podrá aceptar que Abjazia y Osetia del Sur, proclamadas independientes con ayuda del ejército ruso, dejaron de formar parte del territorio de Georgia.

En franco declive político, tras gobernar Georgia desde enero de 2004, e impedido por la Constitución para un tercer periodo consecutivo, ahora es claro que el partido de Saakashvili no tendrá diputados suficientes para poder nombrarlo jefe de gobierno.