Opinión
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El Zócalo y la Constitución de Cádiz
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ocos saben que el Zócalo, como se conoce popularmente a la gran Plaza de la Constitución, se llama así por la Constitución de Cádiz. La razón histórica se remonta al año de 1808 en que Napoleón invadió España, que era gobernada por Carlos IV quien, incapaz de detener la invasión, se vio obligado a abdicar en favor de su hijo Fernando VII. Éste, igualmente inútil en la defensa de su país, a su vez, abdicó en favor de José, hermano de Napoleón. Ello indignó al pueblo español que se levantó en armas decidido a oponer resistencia y tomó el gobierno en sus manos. Esto dio como resultado que se crearan nuevas instituciones, entre las que se encontraban las juntas gobernativas.

En la América española se presentó una situación semejante y se presentaron diversas alternativas por los distintos intereses que prevalecían en la región. En la Nueva España la crisis dio cauce al descontento que había surgido por la reformas borbónicas, que habían marginado del gobierno a los nacidos en los territorios americanos. Estos propusieron establecer una Junta de Gobierno novohispana y que fuera vocero el Ayuntamiento. Esta situación alarmó a las autoridades virreinales, particularmente a la Audiencia, que veía amenazada sus posiciones de poder.

Por su parte, en España se organizaban unas Cortes Generales y Extraordinarias y se invitaban a representantes de la Nueva España para que participaran en la reorganización política del reino. Reunidas en Cádiz, las Cortes españolas emitieron en 1812 una nueva Constitución, que recogía parte de las inquietudes de los novohispanos; fue jurada en México en septiembre de ese mismo año.

La flamante Carta Magna establecía la monarquía constitucional con división de poderes, la abolición del tributo, la libertad de imprenta, las diputaciones provinciales y ayuntamientos en todas las poblaciones de mil o más habitantes. Se les concedió la ciudadanía a los indios, no así a los negros o castas que tuvieran sangre negra. En conmemoración de esta Constitución se bautizó la plaza principal de México que hasta esa fecha se llamó simplemente Plaza Mayor.

En alguna ocasión platicamos del apelativo de Zócalo con el que generalmente la nombramos, sustituyendo el nombre oficial que se le otorgó justo hace 200 años. Hay que comenzar por recordar que buena parte de la Plaza Mayor estuvo ocupada por casi dos siglos por el Mercado del Parián, en donde entre otras, se vendían mercancías lujosas que llegaban a la Nueva España por la Nao de China. La mayor parte de estas tiendas pertenecían a españoles, lo que llevó después de la Independencia, a que en el caos de un motín de carácter político que tuvo lugar en 1828, la turba decidiera asaltar el Parián.

El edificio quedó en estado lamentable lo que dio motivo a que en 1842, el presidente Santa Anna ordenara su demolición. De inmediato convocó a un concurso para levantar en medio de la plaza un fastuoso monumento para conmemorar la Independencia. Finalmente lo ganó el arquitecto Lorenzo de la Hidalga, con el proyecto de una columna más alta inclusive que las torres de la Catedral. Se construyó la base y el zócalo de donde se desplantaría y Santa Anna tuvo que dejar el poder. Por años permaneció abandonado el zócalo, que llevó a la población a nombrar la plaza de esa manera.

Estos recuerdos me inspiraron a ir a apreciar nuestro majestuoso Zócalo desde las alturas para disfrutar a placer su grandeza. No olvidemos que es la tercera plaza más grande del mundo, después del Kremlin ruso y Tiananmen en China.

Un buen lugar es Puro Corazón que está en una terraza del sexto piso del edificio de Monte de Piedad 11. Voy a ir a desayunar temprano, antes de que se llene de gente o de algún acto comercial o político. Hay unos rollos de huevo sabrosísimos que pueden ir rellenos de flor de calabaza, huitlacoche, rajas poblanas, requesón o queso oaxaca. Muy recomendables también la cecina y las enmoladas.