Espectáculos
Ver día anteriorDomingo 9 de septiembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 

La puesta en escena, dirigida por Raúl Quintanilla, se presenta en el teatro Orientación

En Oskar y Jack, Andrés Roemer hurga en la naturaleza humana

Narra la historia de unos gemelos que fueron separados al nacer y se reúnen 46 años después

Es una obra de emociones, escrita en una etapa muy difícil que me dio vida, afirma

Foto
Víctor Hugo Martín y Roberto Ríos Raki en una escena de obra que indaga en qué nos hace ser como somosFoto José Jorge Carreón
 
Periódico La Jornada
Domingo 9 de septiembre de 2012, p. 8

Últimas noticias, últimas noticias: dos hermanos, gemelos idénticos, fueron separados al nacer. Uno es nazi y el otro judío. Se reunirán 46 años después en casa de su madre, se escucha la voz de un niño que vende periódicos en una calle de Berlín, en 1979; poco a poco se desvanece en el escenario…

Se trata de una de las líneas de la obra Oskar y Jack, montaje que se estrenó el pasado jueves en el teatro Orientación y que presenta la historia de unos gemelos que son separados al nacer y se reúnen más de cuatro décadas después. La madre es alemana y el padre judío: pareja que decide separarse en una isla caribeña, quedándose cada uno con un de los hijos.

Uno de ellos, Oskar, viaja con su madre a la Alemania de Hitler; se convierte en católico y en miembro de las juventudes hitlerianas; el otro, Jack, se queda con su padre a vivir en Trinidad y Tobago, después emigra a Israel y trabaja en la marina del país, así como en la formación del naciente Estado.

Dirigida por el maestro Raúl Quintanilla, la puesta fue escrita por Andrés Roemer, quien realizó ardua investigación sobre este suceso, plasmado en diversas publicaciones de la época, que dedicaron numerosas páginas al hecho. Roemer no sólo entrevistó a uno de los involucrados, Jack, sino a la autora de un libro al respecto, Nancy Seagal.

Una catarsis

Esta puesta en escena es un ejemplo extraordinario para entender la naturaleza huma- na; presenta una escenificación emotiva y un elenco y dirección que los van a conmover, expresó el escritor. La historia enriquece la naturaleza y complejidad humanas, dijo en entrevista con La Jornada, en sus oficinas del festival Las ciudad de las ideas, del cual es fundador.

Para Roemer, autor de El otro Einstein, entre otros títulos, fue una catarsis muy fuerte. Es un libro de ficción y una obra de emociones. Fue escrito en una etapa difícil de mi vida, por ello es muy querido: me hizo sobrevivir. Es como si estuvieras embarazado y en ese año tienes un divorcio o duelo y te dices que cómo saldrá la criatura. Al final tiene un sentido especial si lo ves nacer y sabes que está sano. Es producto de una etapa dura que medio vida, porque no me quitó la parte creativa, y la dramaturgia es parte de mi sangre.

Agrega: Las emociones son lo más profundo del pensar. Por eso invito a la gente a verla, porque es para todos. Es una obra en la que te verás reflejado.

En la puesta en escena los hermanos se cuestionan qué habría ocurrido si los papeles se hubieran invertido por las circunstancias.

Las emociones, los dolores, la necesidad de ser amado, las relaciones sistémicas, los padres ausentes. Es ponerse en los zapatos del otro y caminar un kilómetro; esa es la moraleja del texto, asegura Roemer, quien explicó que el interés de escribir la obra surgió porque lleva 15 años estudiando sicología evolutiva y se topó con la necesidad de conocer sobre los genes y qué nos hace ser lo que somos.

Explica: Es un trabajo inspirado en cuestionarme qué somos y la mejor manera de entenderlo es con el estudio de gemelos idénticos. Me pregunté sobre la condición humana del estatus, la ansiedad de saber quién se es en relación con el otro; cómo uno se siente apreciado y amado; la condición humana del libre albedrío, y qué tanto somos en nuestras circunstancias, en nuestros genes y qué tanto depende de nosotros la condición del carácter.

El también investigador y profesor de la Universidad de Berkeley, y conductor de programas de televisión, abunda: Para entender la naturaleza humana hay que entender nuestras formas sistémicas, lo que nos influye; por un lado están los genes, pero también nos influyen los sistemas en los que vivimos.

Una de las condicionantes humanas en el texto es el libre albedrío. Oskar y Jack son separados al nacer; uno estuvo en la fundación de Israel y el otro trabajó con Hitler. Se ven a la cara y se preguntan qué hubiera ocurrido si se hubieran invertido los papeles entre los hermanos. Todos tenemos que tener una voz en el sistema, todo es sistémico. Jugamos una voz en el sistema de nuestros amigos, de nuestra familia”.

Pueblo vs. nación

Otra condicionante, asevera Roemer, “es la necesidad biológica, en la que éste sufijo dicta la necesidad de ser amado y cuando tienes un hermano gemelo es el punto de referencia. Es un punto inexorable del que no se escapa.

“Otro punto tiene qué ver con la responsabilidad de un pueblo versus el de una nación. No es lo mismo la culpabilidad de una persona en un país genocida como la Alemania nazi, al de alguien que no fue criminal, aunque se haya quedado callado, o alguien que protegió y resistió… Por eso el juzgar al otro siempre es un juego perverso, peligroso, imperfecto y confabulado de proyecciones propias y fantasmas ajenos.”

El elenco del montaje está integrado por Silvia Mariscal, Carmen Delgado, Víctor Huggo Martín y Roberto Ríos Raki. Cuenta con el apoyo del Instituto Nacional de Bellas Artes y permanecerá del hasta el 23 de septiembre en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque, atrás del Auditorio Nacional. Las funciones: jueves y viernes a las 8 de la noche. sábados a las 19 horas y domingos a las 18 horas.