Sociedad y Justicia
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Pidió no ser mantenido con vida artificial

Murió el cardenal Martini, emblema del progresismo
 
Periódico La Jornada
Sábado 1º de septiembre de 2012, p. 47

Ciudad del Vaticano, 31 de agosto. El cardenal italiano Carlo María Martini, jesuita, arzobispo emérito de Milán, papable en 2005 y emblema del llamado progresismo católico, falleció hoy tras luchar por años con el mal de Parkinson.

El arzobispado milanés informó que el purpurado –de 85 años– murió esta tarde en el Colegio Aloisianum de la localidad de Gallarate, en la norteña provincia italiana de Varese, donde residía desde 2008.

Permaneció lúcido hasta el final, aunque luchaba con el Parkinson desde hace 16 años, añadió.

Al agravarse su estado de salud pidió que no se le practicara el ensañamiento terapéutico, es decir, que no se le tuviese en vida artificialmente ante una enfermedad de la cual no sanaría.

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, lamentó la pérdida y aseguró que con su fallecimiento se va un maestro del anuncio y del testimonio del Evangelio de nuestra época. Un padre de la Iglesia de nuestros tiempos.

Asimismo señaló que el papa Benedicto XVI estaba ya informado sobre el agravamiento de su salud en las últimas horas y rezó por él.

Sacerdote de la Compañía de Jesús, biblista de fama internacional, Martini nació en Turín el 15 de febrero de 1927. A los 17 años ingresó a la vida religiosa justamente en el Aloisianum, donde fue ordenado sacerdote en 1952 y transcurrió sus últimos instantes de vida.

En 1958 obtuvo la licenciatura en teología por la Pontificia Universidad Gregoriana, institución de la cual fue rector durante apenas un año hasta que, en 1979, Juan Pablo II lo eligió arzobispo de Milán. Cuatro años después accedió al cardenalato.

Sus iniciativas pastorales, sus numerosos libros y sus intervenciones públicas lo convirtieron en un emblema del llamado progresismo católico.

En 1986 lanzó las escuelas de formación al empeño social y político, mientras en 1987 los encuentros preguntas sobre la fe, también llamadas cátedras para los no creyentes.

En 2002, el Papa aceptó su dimisión al cargo tras haber alcanzado la edad jubilatoria de los obispos, establecida en 75 años.