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El fotógrafo presentó su libro Huellas de una presencia, en el centro Bella Época

Conservo la capacidad de maravillarme con la sencillez de la mirada: Cuéllar

A la ciudad o pueblito que llego, siempre salgo cámara al hombro, indicó

Se inauguró la exposición que reúne sus primeros trabajos, cuando no tenía claro el rigor del periodismo

Foto
Rogelio Cuéllar al presentar el libro que recoge sus primeros trabajos fotográficos, del cual mil 100 ejemplares permanecieron guardados en cajas, durante 30 añosFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Viernes 24 de agosto de 2012, p. 7

Al presentar su libro Huellas de una presencia, Rogelio Cuéllar manifestó: “Después de 30 años me doy cuenta de que no he perdido la capacidad de maravillarme con la sencillez de la mirada; todavía me considero un fotógrafo callejero.

“A la ciudad o pueblito que llego –prosiguió–, siempre quiero salir cámara al hombro y caminar”.

En el acto efectuado en el Centro Cultural Bella Época, Cuéllar conversó con su colega Ulises Castellanos sobre su incursión en el mundo de la fotografía.

Una selección de esas imágenes reunidas en el libro –publicado en 1982 por el sello Artífice Ediciones, con diseño de Vicente Rojo–, se exhiben a partir de este miércoles en la galería Luis Cardoza y Aragón de ese centro cultural.

La velada comenzó con la historia del libro, ya que durante 30 años, mil 100 ejemplares permanecieron guardados en cajas. Como informamos en estas páginas, la escritora Esther Seligson (fallecida en 2009), Vicente Rojo y Ana María Cama, fundadores del sello Artífice Ediciones, invitaron a Rogelio Cuéllar a publicar un libro con su trabajo (La Jornada, 21/08/12).

Cuéllar recordó sus inicios en la fotografía, cuando tenía 17 años y le gustaba ir al campo con su cámara para captar todo lo que veía: “El libro es una síntesis de mi fotografía personal dentro de los diferentes proyectos que realicé en la Dirección General de Culturas Populares, en todos los estados.

“En esa época todavía no tenía claro el rigor del periodismo, pero el parteaguas en mi carrera fue cuando trabajé en Difusión Cultural de la UNAM; ahí, a los 18 años, me enfrenté a conciertos, funciones de danza, seminarios y conferencias, esto me abrió el universo.

“En los pasados 30 años –señaló el fotógrafo–, me he dedicado al retrato. Es muy importante para mí la mirada de la persona, porque si no la tengo, no tengo un buen retrato.”

Otra disciplina que cultiva es el desnudo, aunque en este caso no le interesa la mirada, pues considera que es demasiado fuerte.

La exposición Huellas de una presencia concluirá la primera semana de septiembre en la galería del Centro Cultural Bella Epoca (avenida Tamaulipas 202, esquina Benjamín Hill, colonia Hipódromo Condesa).