18 de agosto de 2012     Número 59

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Agenda Rural

Oaxaca

El nuevo viejo PRI
hace de las suyas

Carlos Beas Torres
UCIZONI-MAIZ

El Istmo de Tehuantepec es una región con una importante población indígena que tiene una ya larga tradición de lucha electoral. A diferencia de otras regiones de Oaxaca, en esta predomina el llamado régimen de partidos, aunque en algunos municipios con fuerte raíz indígena la elección de alcaldes se hace aún por la vía de asambleas comunitarias.

En muchas comunidades la disputa electoral concita el interés y la movilización ciudadana; se dice que los istmeños somos gente muy politizada y conflictiva, fama por cierto bien ganada. Pero esto tiene su historia desde aquellos ya lejanos tiempos en que los verdes (rebeldes) luchaban a muerte en contra de los rojos (oficialistas), o en aquellos distantes años 60s del siglo pasado cuando el Partido Popular Socialista encabezaba una sorda lucha en contra de los cacicazgos priistas.

Luego vino la insurgencia de la Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo de Tehuantepec (COCEI) que permitió a la izquierda mexicana ganar por primera vez un municipio urbano, el de la entonces insurrecta Juchitán de Zaragoza; ello ocurrió hace exactamente 30 años y le abrió la puerta a la democratización de muchos pueblos por todo el país.

Como en muchas zonas rurales e indígenas de nuestro país las siglas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el Istmo le han dado cobertura a bandas de control político: los cacicazgos. En algunos lugares la lucha electoral se ha convertido en el medio para arrebatarle el poder al cacique, lo cual no resulta fácil para nada, pues tradicionalmente el PRI ha usado la violencia y la compra y coacción del voto. El caso de la comunidad zapoteca de San Blas Atempa es ejemplar, ya que muchos vecinos han sido asesinados por órdenes de la cacica Agustina Acevedo, ex-diputada priista, matrona iletrada y pendenciera que porta orgullosa su huipil istmeño y su M-1.

Con el paso de los años y después de haber llegado al poder municipal, la izquierda istmeña ha entrado en un proceso de descomposición: la COCEI abandonó sus banderas sociales y algunos de sus dirigentes se convirtieron en jefes políticos casados con cargos públicos o en agentes de las trasnacionales que prosperan con el megaproyecto eólico. Lo mismo ocurrió con el sector sanjuanero de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (UCIZONI), que terminó vinculado con los llamados Chuchos y se puso al servicio del tirano Ulises Ruiz, traicionando a su organización.

En 2006 el Istmo oaxaqueño fue escenario de una gran movilización ciudadana a favor de la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador. Eran tiempos de la lucha de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y todo el estado hervía; en el Istmo como en el resto de la entidad, Andrés Manuel ganó con facilidad a pesar de la manifiesta traición de los partidos que lo postulaban, los cuales operaron para retirar a sus representantes de las casillas.

En las elecciones de julio pasado, AMLO ganó con clara ventaja en los distritos federales electorales 05 y 07 de Oaxaca, ubicados en el Istmo; sin embargo, es preciso reconocer que el candidato priista Enrique Peña Nieto tuvo cerca de 120 mil votos, muchos de los cuales se obtuvieron por medio de la coacción amenazante de los grupos caciquiles, o bien, por la compra abierta de los sufragios. En la zona del Bajo Mixe, la operadora priista Sofía Castro pactó con caciques y autoridades locales para que toda la comunidad votara a favor del PRI. Los pueblos mixes de Santiago Tutla, Malacatepec, Matamoros, Cotzocón o Puxmetacán votaron masivamente por el PRI bajo presiones y prebendas.

Si bien Andrés Manuel ganó en el Istmo, su campaña y su equipo cometieron graves errores. El discurso de AMLO del 2006 fue repetido letra por letra en el 2012. Como propuesta de campaña en sus actos públicos, ofreció de nuevo la realización de un megaproyecto que rescata el viejo sueño imperial de un corredor interoceánico. Por otra parte el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no logró consolidar un equipo que le asegurara la promoción y defensa del voto: en casi la mitad de las casillas no hubo representantes de AMLO y ello favoreció las maniobras de los priistas.

Una mención particular requiere la participación de los partidos del llamado Movimiento Progresista, que fue caracterizada por la descoordinación y las disputas mezquinas. Maestros en el arte de la simulación, los partidos, principalmente el PRD, no invirtieron recursos ni tiempo en la campaña. Al igual que en 2006 sus candidatos se colgaron de la figura de Andrés Manuel para ganar diputaciones, sólo que en este proceso les falló, pues la candidata perredista del distrito 07 fue castigada por la ciudadanía, siendo el único distrito electoral que perdió en Oaxaca la Coalición del Movimiento Progresista.


FOTOS: Movimiento Progresista

Comentario aparte merecen los pueblos indígenas como San Mateo del Mar y San Juan Jaltepec Yaveo que impidieron el establecimiento de casillas, argumentando que sus demandas no han sido atendidas y que los políticos sólo se acercan a ellos para hacerles promesas cuando quieren sus votos. Y sin lugar a dudas, una señal alentadora es el creciente movimiento de los jóvenes istmeños que se identifican con el movimiento #YoSoy132, el cual da señales de vida en Salina Cruz, Matías Romero, Tehuantepec y en Juchitán y que, por su posición, puede convertirse en la nueva generación de dirigentes y activistas istmeños que desplace a los viejos líderes que han medrado y antepuesto sus intereses personales; una nueva generación que recupere la añeja pero vigente demanda de autonomía para el Istmo. Sin lugar a dudas agua fresca, en medio de un tiempo de sequías y abandonos.

Así en el Istmo, donde a pesar de triunfos o fracasos, de violencia caciquil o maniobras partidistas, la fiesta sigue y seguirá pues sin fiesta el Istmo no es el Istmo.

Salud


Aportó la CNC ocho de 10 millones
de votos que ofreció a Peña


FOTO: Lourdes E. Rudiño

Lourdes Rudiño

Durante la campaña electoral, el presidente de la Confederación Nacional Campesina (CNC), Gerardo Sánchez García, ofreció a Enrique Peña Nieto diez millones de votos de sus afiliados para apuntalar su candidatura.

En los hechos, la CNC –central emblemática del campo surgida en 1938 bajo los auspicios del PRI, entonces Partido de la Revolución Mexicana– aportó ocho millones de sufragios, de acuerdo con Jaime Alcántara, secretario de Acción Política de la organización.

El faltante se debió, explica, a una insuficiente presencia de cenecistas en la observación de las casillas, lo cual fue particularmente evidente en las zonas rurales del Distrito Federal (DF). Pero también el comportamiento de las encuestas –con un declive de Peña Nieto previo al 1 de julio– hizo mella en el ánimo de los votantes rurales, y además la CNC reconoce que el PRI no ha logrado recuperar apoyo en algunos espacios, como el propio DF, desde los descalabros electorales que sufrió la década pasada.

Respecto de la vigilancia en las casillas el 1 de julio, Alcántara centra su queja en lo ocurrido en el DF. Aquí, dice, predominan “una antiética brutal, un descaro absoluto en materia electoral, un clientelismo brutal como no creo que exista en ninguna otra parte del país”, y los miembros de la CNC sufrieron muchas dificultades, incluso agresiones, y “a un buen porcentaje de nuestros representantes no los dejaron llegar a las casillas”.

En entrevista, Alcántara explica que, dado que Beatriz Paredes Rangel, quien fue candidata priista al gobierno del DF, ha sido también líder de la CNC, las oficinas de esta organización fueron el centro de recepción de toda la documentación generada por el PRI en el DF, y “no sólo de áreas rurales, sino en general, llegaban y nos comentaban cómo gente del PRD, sin recato alguno, entregó dinero (a votantes en las casillas) frente a todos los demás. Cosas como éstas fue a lo que nos enfrentamos y de alguna manera también tenemos la culpa por no haber previsto estas situaciones”. La CNC comenzó a documentar las irregularidades, pero “a la mera hora decidimos no impugnar, pues Beatriz Paredes, por decencia política, decidió aceptar sin reclamo y ante las cámaras de televisión los votos que recibió, y eso nos afectó muchísimo (…) Lo único que hicimos con los reportes fue una especie de libro blanco”.

Comenta que la CNC tenía los cuadros y estructuras suficientes para lograr la meta de diez millones de sufragios (con presidentes de ligas, dirigentes locales de la CNC y con estructuras para movilización, representación ante el PRI y vinculación social), pero la competencia electoral fue “brutal”. Inicialmente, con las encuestas conocidas, “que son las fotografías del momento”, y que daban a Peña Nieto una ventaja de 20 puntos sobre su inmediato contendiente, “tuvimos reportes en algunos estados como Oaxaca, Sinaloa y Tlaxcala, donde la gente estaba eufórica, y nosotros les pedimos que no se confiaran (…) La ventaja se redujo a seis o siete puntos y todo eso vino dañando el ánimo del electorado e hizo que sufriéramos bajas en el voto rural”.


FOTO: Hernán García Crespo

Alcántara admite que el PRI en ciertos lugares es débil, lo cual contribuyó al déficit de sufragios ofrecidos por la CNC. “En el DF, desafortunadamente, el partido no ha logrado entrar de lleno a todos los lugares por las razones propias de una derrota como la que se nos dio en 1997”. Señala que para el PRI es un reto enfrentarse a candidatos que son ex priistas, pues “se llevaron el prestigio que ganaron en nuestro partido; también contactos, información que acopiaron desde dentro; relaciones de gente que puede ayudar para muchas cosas; sus liderazgos, incluso apoyos económicos, y como además conocen a nuestra gente nos hacen verdaderos agujeros que a nosotros se nos complica cubrir por lo menos en el mediano plazo. Esa es la razón por la que entidades como Chiapas; DF; Zacatecas, en el momento de (Ricardo) Monreal, resulten difíciles de recuperar (…)”.

Jaime Alcántara hace una retrospectiva: señala que luego de 70 años de gobernar, el PRI comenzó a tener errores en el sistema político y ello propició que el PAN le arrebarata la Presidencia en 2000, y las pérdidas en el DF y ciudades importantes, como Manzanillo, Mazatlán, Veracruz y Acapulco; eso ocurrió “porque en las ciudades es donde hay más información”. El campo se mantenía entonces todavía votando por el PRI debido a que “teníamos más o menos paz social, no había la migración tan bárbara como ahora, no había delincuencia y había instituciones y programas sociales no asistencialistas que permitían que el campesino viviera y trabajara bien, como Banrural, Conasupo, Liconsa, Coplamar…”. Esto se fue desmembrando. Para en las votaciones intermedias posteriores al 2000, “comenzamos a recuperar ciudades, porque éstas se dieron cuenta de que la alternancia, la democracia electoral plena no garantizaba una mejora en el nivel de vida de la gente. Pero empezamos a perder el campo y de allí se derivó en parte que en 2006, con Roberto Madrazo como candidato a la Presidencia, el PRI cayera al tercer lugar, “independientemente de cómo Madrazo haya desarrollado la campaña”.

Considera que los campesinos se sintieron “momentáneamente bien” durante la Presidencia de la República en manos del PAN, con la aplicación de Oportunidades, pues este programa –que, dice, fue iniciado en gobiernos del PRI (con Carlos Salinas) como Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa) y que entonces buscaba ser un complemento no una forma de vida– se desvirtuó, al generalizarlo duplicando su padrón, y al hacerlo aparecer como “el principio de más programas que complementarían el gasto de los pobres”, muchos de ellos asentados en el medio rural.

Cuando llegaron las elecciones intermedias de 2009, la población rural se dio cuenta que Oportunidades y otros programas sociales no los sacaban de la pobreza y más bien desestimulaban su actividad productiva, además de no habría más de políticas públicas para mejorar su ingreso y “comenzamos a recuperar no sólo las ciudades sino también el campo”, y es que los índices de delincuencia comenzaron a crecer, la gente del campo tuvo que emigrar por la violencia y por la falta de apoyo, porque el PAN no entiende de campo, no saben qué fuerza es el campo. Esto fortaleció la presencia priista en la Cámara baja, “con 237 diputados, 30 más de los que obtuvimos ahora (…) Fue el despertar de una sociedad que le había confiado una especie de bono democrático a un partido que no supo qué hacer con él”.

El entrevistado dice que el PRI debió enfrentar en la campaña excesivas promesas de AMLO, quien por su “gran facilidad para mentir”, promovió la idea de que si se repartiera el presupuesto federal cada familia tendría 11 mil pesos mensuales. Eso “movió el piso” a muchos que no estaban decididos a favor de algún partido. “Esa demagogia no tiene valor moral y es cinismo pleno”, dice y afirma que los priistas no podían hacer ese tipo de promesas, pues ellos sabían que ganarían la contienda presidencial, tienen experiencia amplia en el gobierno y sus promesas se basan en datos duros, realistas.

Josefina Vázquez, dijo, no representó un riesgo frente al PRI en materia de voto rural, pues no presentó ofertas atractivas y además traía tras de sí los errores cometidos por el gobierno de Felipe Calderón. El problema con AMLO es que “él es de un pueblo, aprendió en el PRI y sabe perfectamente cómo se mueve la gente de pueblo, sabe que es muy fácil vender todavía en algunos lugares cuentas de plástico. Esto nos decantó parte de la votación, eso es innegable. Ello se vio en Tlaxcala, Morelos, Tabasco y DF. Pero en otros lugares, fue muy paradigmático: en Jalisco la votación estuvo muy cerrada en las ciudades, pero en el campo arrasamos. Ese estado fue uno de los mejor trabajados por nuestra gente. Puebla fue un caso similar. O sea que hubo partes del país que trabajamos muy bien y otras que a pesar de haberse trabajado tuvieron el efecto de una personalidad como lo es AMLO, que determinó que la votación fuera en nuestra contra”. En Oaxaca, señala, el PRI perdió debido a la estrategia seguida por el gobernador Gabino Cué contra su antecesor priista, Ulises Ruiz. “No lo estoy defendiendo (a Ruiz), no sé si es culpable o no, pero sí sufrió un martilleo continuo de acusaciones de haber transado dinero público”. En el caso de Guerrero, las pérdidas del PRI se debieron a la operación del gobernador del estado, Ángel Rivero, quien, debido a sus antecedentes priistas “le resultó muy sencillo conocer a los principales líderes” e impulsar la candidatura de AMLO.


Regiones cafetaleras en la elección presidencial

Fernando Celis Callejas
Asesor de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC)

Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Guerrero e Hidalgo, donde está 95 por ciento de los productores registrados en el Padrón Nacional Cafetalero –y que a la vez son los estados con mayor número de pobres y de población rural en el país– otorgaron 37.25 por ciento de sus votos de la elección presidencial al candidato del PRI-Verde Ecologista, Enrique Peña Nieto (EPN); 34.85 al del Movimiento Progresista (MP), Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y 23.28 a la panista Josefina Vázquez Mota (JVM).

De este dato destaca:

1) La fuerte votación a favor del Verde Ecologista en Chiapas, con 397 mil 621 sufragios, esto es un monto mayor a la diferencia entre EPN y AMLO en los estados considerados. El descontento hacia la candidata del Movimiento Progresista (MP) en Chiapas, María Elena Orantes, mermó los votos para AMLO.

2) Resultó muy alta la votación a favor de JVM en Veracruz; fue casi 10 por ciento superior al promedio en el conjunto de los estados mencionados; ello, debido a la debilidad del gobernador priista Javier Duarte –después del desastre que dejó Fidel Herrera– y a que el Partido Acción Nacional (PAN) pudo manejar con facilidad y a su favor programas asistencialistas como Oportunidades.

3) En Guerrero y Oaxaca, la votación fue más alta para AMLO. En los estados donde gobierna el PRI –igual que en Puebla, donde el gobierno local, de filiación distinta, orientó el voto a favor del PRI– Peña Nieto fue muy favorecido.

4) En Veracruz se dio la mayor competencia. En las semanas previas a la elección, EPN iba en tercer lugar. Desde la campaña nacional el PRI tuvo que montar una operación con muchos recursos, personal de otros estados y acuerdos especiales con las dirigencias sindicales de maestros para lograr más votos; aun así, quedó en segundo lugar.
Destaca que en la región norte de Veracruz –que es más rural, representa sólo 25 por ciento de los votantes del estado y en los años recientes ha sido influida por grupos del crimen organizado ligados a políticos priistas y panistas– se registra el 95 por ciento de la diferencia de votos entre EPN y AMLO y cerca de un 70 por ciento de la ocurrida entre JVM y AMLO.

De la estadística de la votación en los distritos cafetaleros destaca:

1) El PAN obtuvo una votación muy alta en el centro de Veracruz. Influyó el hecho de que muchos cafeticultores anti-priistas que también rechazaban a candidatos locales del MP prefirieron votar por el PAN en la elección.

2) Buena parte de los votos del PAN en los estados cafetaleros se obtuvieron en distritos como Tapachula, Tuxtepec, Teziutlán, Córdoba, Orizaba, Martínez de la Torre y otros, que tienen más población urbana que rural.

3) En las regiones cafetaleras votó el 65 por ciento de los electores, y no más de 12 por ciento lo hicieron a favor del PAN. Este rechazo al PAN ocurrió porque durante sus dos sexenios en ocho años el café registró precios muy bajos y la prioridad del recurso público fue apoyar a trasnacionales e intermediarios, los cuales castigan los precios en muchas regiones. Además en los dos años recientes el gobierno federal retiró el apoyo del programa Fomento Productivo a muchos cafetaleros.

4) En los principales distritos cafetaleros de Chiapas, el voto al Verde Ecologista inclinó la balanza a favor del PRI.

5) Es evidente que desde los gobiernos estatales y la campaña nacional del PRI se invirtieron muchos recursos para obtener votos en regiones cafetaleras de Hidalgo, Puebla, Chiapas y algunos lugares de Veracruz.

Algunas conclusiones: López Obrador pudo haber ganado con cierta holgura las elecciones en las regiones cafetaleras, pero influyeron negativamente aspectos tales como: la gran cantidad de recursos y maniobras de operadores del PRI; el rechazo hacia algunos candidatos del MP en Chiapas, en el centro de Veracruz y en otras regiones; la libertad que tuvieron políticos panistas para utilizar Oportunidades y otros programas en el centro de Veracruz y otras zonas, y la constante difusión en medios electrónicos y escritos de las encuestas que daban una ventaja arrolladora al candidato del PRI.

Es importante considerar que en la cultura político-electoral de muchos campesinos y de grupos en comunidades y ejidos todavía pesa mucho la decisión de votar por quien se considera que va a dar apoyos, por quien ya gobierna o por quien se prevé que va a ganar. Es evidente que muchos campesinos quisieran recuperar condiciones de los años 70s y 80s, cuando había mejores precios agrícolas, incluso precios de garantía; fertilizantes baratos, y créditos del Banrural que en buena parte no se pagaban: Piensan que eso puede regresar con el PRI.

¿Por qué el voto campesino contribuyó
al fraude?: ¿Qué nos falló?

Plutarco Emilio García Jiménez
Coordinadora Nacional Plan de Ayala

Se paga caro llegar al poder: el poder
vuelve estúpidos a los hombres.

F. Nietzsche

Las elecciones del 1 de julio y su resultado –aún no definido legalmente ante las impugnaciones y pruebas del fraude aportadas por la coalición del Movimiento Progresista– nos llevan a reflexionar sobre las diversas formas de manipulación y artimañas, tan alejadas de la ética política, pero que han sido el factor principal para que el PRI mantenga el poder en la mayor parte de los estados de la República y para que vuelva a Los Pinos.

Pero también es tiempo de analizar la realidad social y política de los electores en el medio rural que una vez más contribuyeron voluntaria e involuntariamente al fraude.

La modernización actual de los medios de comunicación y de comercialización (mensajes televisivos, telefonía celular, internet, tarjetas bancarias) dejaron atrás los burdos mecanismos y trampas propios de una población analfabeta y con poca cultura electoral, que el PRI utilizó en el pasado para arrasar y tener carro completo en las elecciones locales y federales (ratón loco, operación tamal, urnas embarazadas, robo de ánforas, etcétera).

Sin embargo, en el medio rural todavía se mantuvieron las dádivas, los regalos, las despensas, las tradicionales promesas, la compra y coacción abierta del voto. Según testimonios recogidos en zonas marginadas, se utilizaron aún formas perversas como la amenaza y el engaño:

“Nos decían que si votábamos por López Obrador nos iban a quitar una casa, o un terreno si teníamos dos; que quien tuviera dos vacas le quitarían una; nos decían que AMLO está loco y que su gobierno sería como el de Chávez en Venezuela o como el de Cuba“.

La ignorancia y apatía de una gran cantidad de ciudadanos los llevaron a afirmaciones como las siguientes: “pa’ qué voy a votar si ya sabemos quién va a ganar”, ”para qué votar por AMLO, de todos modos si gana no lo van a deja”, “yo no voy a votar porque nuca he votado y no sé cómo votar”. Habrá que agregar que muchos fueron a votar sin la capacitación correspondiente.

Por su parte, sectores radicalizados de los movimientos populares, que llamaron a la abstención, con el argumento de que las elecciones no son la vía para el cambio, también ayudaron a quienes dicen combatir.

Esta realidad es la que nos debe preocupar a quienes desde los movimientos sociales luchamos por un cambio de régimen y de sistema. Con todo y fraude esperábamos mejores resultados que los obtenidos. Lo lamentable es que ni los partidos políticos, ni las organizaciones sociales logramos abatir la indiferencia, la apatía o el pragmatismo convenenciero de miles de votantes.

Las organizaciones campesinas y organizaciones no gubernamentales dedicadas a bajar recursos de programas oficiales, voluntaria o involuntariamente, han fortalecido ese pragmatismo clientelar. La conciencia político-electoral y la participación militante estuvieron ausentes en muchas regiones del país. No hemos logrado cimentar una cultura electoral y, menos aún, la participación consciente y crítica en procesos electorales.

Muchos líderes campesinos querían ser candidatos a senadores, diputados, presidentes municipales y regidores. Quienes no lo lograron abandonaron prácticamente la campaña a favor de Andrés Manuel López Obrador, y aun quienes fueron candidatos, al no tener ningún compromiso social, hicieron poco o nada entre las bases populares para incrementar la votación en favor de él, aunque ahora sean diputados o senadores gracias a AMLO.

Como puede observarse, hubo varios aspectos en los que fallamos. Es verdad que el fraude tuvo otros mecanismos y recursos tecnológicos, pero también la izquierda puede hacer uso de la tecnología no para hacer fraude sino para impedirlo.

Frente al modelo económico neoliberal y autoritario en el que la educación no es prioridad, la tarea de quienes queremos construir un mundo nuevo es precisamente impulsar la educación en todas sus formas y en todos los ámbitos. Frente a la corrupción generalizada y la ausencia de valores, necesitamos impulsar nuevas formas de pensar y de actuar, comenzando por nosotros mismos. Ante la inercia, la apatía y el conformismo, fortalezcamos la organización autónoma, democrática y participativa. Y frente a la arrogancia, la prepotencia y la violencia de los políticos, opongamos la unidad combativa de los explotados y excluidos, la solidaridad, la generosidad y la convivencialidad de la sociedad en su conjunto.

Nuestra tarea es para el presente y, sobre todo, para el futuro.