La periodista, ensayista, poeta y narradora Vilma Fuentes (México, 1949) acaba de publicar Calzada de los Misterios en el Fondo de Cultura Económica (FCE). Se trata de una recreación de dos mundos: el de un personaje y el de la ciudad de México, ambos en continuo cambio.

La narrativa de Vilma Fuentes, quien en 1969 publicó el ensayo Los jóvenes e su ingresó al Centro Mexicano de Escritores, se ha consolidado como una de las más originales narradoras en el panorama hispanoamericano actual, de acuerdo con sus lectores dentro y fuera del país.

Del contexto del libro, el editor dice: Mientras cambian las circunstancias, se transforma también la propia vida. Así le ocurre a la protagonista de esta novela, quien pasa los primeros años de la infancia en un mundo de fantasías, y crece sólo para ser educada en una escuela católica con reglas muy estrictas.

Al mismo tiempo, la ciudad de México es escenario de la destrucción para dar lugar al mal trazo de calles y avenidas, y a la construcción de edificios de usos distintos y más bien impersonales. Rodeada de las monjas del colegio y malas compañeras, la protagonista crece nada más para recordar y evocar.

Esmero, agudeza y cadencia

Vilma Fuentes escribe con eficacia y cierto sabor irónico, del todo afortunado. Así se recrean, por un lado, una infancia y una adolescencia llenas de vida, y por otro, el desquiciamiento y el deterioro de la gran urbe. Lo hace para la lectura de estudiantes, profesores e investigadores de la literatura mexicana actual.

La autora, quien ha publicado las novelas Ayer es nunca jamás, Gloria, Flores negras, Castillos en el infierno y el ensayo en francés Juan Rulfo, dedica la obra a lectores aficionados a la novela e interesados en esa vertiente hispanoamericana, y a quien ame a la ciudad de México y su pasado inmediato.

Esmero, agudeza, cadencia, son elementos que convierten la prosa de Vilma Fuentes en materia de conocimiento humano, en una luz que proviene de los interiores de la conciencia, en un espejo que sólo devuelve la imagen del que observa, sueña, reclama ser visto y permanece ajeno o distante, señaló el escritor Carlos Montemayor (1947-2010).