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Colaborará en el análisis e interpretación de los datos que reúna el robot

El mexicano Rafael Navarro González participa en la misión del Curiosity
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En el Laboratorio de Propulsión a Chorro celebran luego de confirmar el arribo de la nave a MarteFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Martes 7 de agosto de 2012, p. a16

En la misión del robot Curiosity participa el mexicano Rafael Navarro González, investigador del Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien colabora como asesor científico y analizará e interpretará los datos que la nave recoja.

En entrevista telefónica desde Estados Unidos, el científico universitario reiteró que la principal meta de la misión es buscar la presencia de compuestos orgánicos en suelo marciano que pueden dar pistas de la existencia de vida presente o pasada en el planeta rojo.

Para ello, dijo, el Curiosity lleva el equipo más avanzado en la historia de las misiones a Marte. Es el laboratorio llamado Análisis de Muestras de Marte (SAM, por sus siglas en inglés), que se encargará de verificar y analizar la superficie del planeta vecino para determinar si el ambiente fue o es propicio para albergar vida microbiana.

Gran avance para la humanidad

Gracias a esta instrumentación se descifrará si los compuestos –en caso de existir– fueron formados por procesos químicos o biológicos; de tratarse de los segundos se abre la posibilidad de afirmar que hubo o existe vida en el planeta rojo. Se trata de un gran avance para la humanidad, pues el proyecto permitirá estudiar en detalle el pasado de Marte y descubrir si hay o existieron elementos para la vida.

Navarro señaló que las posibilidades de fracaso para el amartizaje eran de 50 por ciento, pero afortunadamente todo fue exitoso.

Acerca del descenso del robo a la superficie marciana, el científico mexicano señaló que se realizaron procesos muy complicados, incluidos cambios en la configuración del vehículo. Debido a esto, se suspendió momentáneamente la comunicación desde la Tierra con el robot. Para el equipo terrestre se trató de instantes de incertidumbre que han sido la parte más tensa de la misión, tras el despegue.

Curiosity, del tamaño de una camioneta, comenzó el descenso en caída libre a una velocidad aproximada de 21 mil 600 kilómetros por hora. En ese momento, el único medio viable para comenzar la desaceleración de la nave fue la fricción con la atmósfera marciana. Debido a que ese proceso generó temperaturas muy altas (de forma similar a cuando un meteorito entra en la atmósfera terrestre y se incendia), el robot contaba con un escudo para evitar daños.

La primera tarea del robot consiste en acercarse a la montaña Sharp. Para lograrlo, el pasado junio se corrigió la trayectoria de la nave, lo que le permitió descender más cerca del cráter Gale.

Según Navarro González, esto es de suma importancia, pues se reducirá a la mitad el camino que recorrerá el robot para llegar a la montaña Sharp. Así evitará los peligros que pudiera encontrar al desplazarse en grandes distancias y además se optimizarán los tiempos de la misión.

Curiosity es capaz de pasar sobre obstáculos hasta de 65 centímetros de altura y de recorrer un máximo de 200 metros al día, mientras obtiene energía de un isótopo radiactivo. Al no depender de la energía solar, no detendrá sus actividades en la noche.

Cuenta con dispositivos que le permitirán identificar los minerales presentes en la superficie marciana, además de tomar fotografías y video de alta definición, así como localizar sitios adecuados para obtener muestras, que conseguirá taladrando el terreno para estudiar capas más profundas de la superficie, que aquéllas examinadas en misiones anteriores. También se obtendrán muestras con una pala. Otro experimento que se realizará consiste en evaporar las rocas con un potente láser. El análisis del gas resultante permitirá conocer los elementos químicos presentes en las muestras.