Opinión
Ver día anteriorLunes 23 de julio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Deuda: saldo por las nubes

¿Para qué se usó el débito?

Mayor peso a los mexicanos

M

uy preocupados estaban el inquilino de Los Pinos, su partido y su candidata al hueso mayor durante la campaña electoral por el asunto de la voluminosa deuda (léase Coahuila) de los estados de la República. Un día sí, y el siguiente también, defenestraron a los irresponsables que elevaron tal débito a niveles históricos y redujeron la calidad de vida de sus gobernados. Pero pasaron los comicios, a los blanquiazules les pegaron hasta por debajo de la lengua (y miren que la tienen muy larga) y se acabó el tema. Ya no dicen nada, ni les inquieta el bienestar de los ciudadanos. Tal vez lo retomen, si la ocasión política lo amerita.

Y fue tal su preocupación por el débito de los estados, que en su perorata olvidaron incluir y cuestionar lo que a ellos directamente les correspondía: el brutal aumento de la deuda federal, tanto del gobierno calderonista como la del sector público, que alcanza niveles nunca antes reportados, algo que empeora al considerar que en los últimos seis años de estancia blanquiazul en la residencia oficial la economía creció a una tasa anual promedio de apenas 1.9 por ciento (cero por ciento si se considera el crecimiento poblacional), mientras en el mismo lapso el saldo de la deuda del gobierno federal (interna y externa) se incrementó la friolera de 130 por ciento, y 165 por ciento en el caso del sector público federal.

Sin duda, resulta alarmante el avance de la deuda pública de los estados y, cierto es, el caso de Coahuila –sin ser el único– es llamativo, pero los citados tres tristes críticos (Felipe Calderón, PAN y la Chepina) ni por aproximación reflexionaron sobre las barbaridades por ellos cometidas. Mientras cuestionaban el sostenido avance del endeudamiento en las 32 entidades de la República, ni una sola mención hicieron para referir que en los seis años de para vivir mejor la deuda por habitante pasó de 17 mil 226 pesos en noviembre de 2006 a 35 mil 514 pesos en mayo de 2012 (último dato disponible), en el caso del débito del gobierno federal, y –en el mismo periodo– de 18 mil 58 pesos a 43 mil 375 pesos en el relativo al sector público federal (que incluye organismos, empresas y banca de desarrollo), de acuerdo con la estadística de la Secretaría de Hacienda. Por cierto, esa voluminosa factura no incluye el prorrateo de la deuda de los estados.

Por lo anterior, en sólo seis años, y a cargo de su condición económica, de por sí precaria, cada mexicano (incluidos los cerca de 11 millones de paisanos que nacieron en esta heroica República en ese lapso) vio incrementada su factura en 106 por ciento por concepto de deuda del gobierno federal, y en 140 por ciento por el del sector público federal. A cambio, los pagadores recibieron nulo crecimiento económico, caída en su nivel de bienestar, mayor pobreza y menor empleo, entre otras gracias, es decir, nada que justifique, ni de lejos, el brutal aumento en el citado saldo de la deuda pública federal.

La aceitada maquinaria de endeudamiento interno y externo fue por demás productiva en el sexenio calderonista: alrededor de 6 mil 300 millones de pesos por día, en el caso del gobierno federal, y cerca de 8 mil 500 millones cada 24 horas en el del sector público federal. Y faltan seis meses de registro para conocer (junio a noviembre de 2012) hasta dónde llegó el endeudamiento del gobierno que a los mexicanos prometió vivir mejor. Mientras llega ese día, la estadística de la Secretaría de Hacienda indica que al comienzo de la presente administración el saldo de la deuda del gobierno federal (primero de diciembre de 2006) ascendió a un billón 791 mil 500 millones de pesos (interna y externa) y a un billón 878 mil 114 millones el del sector público federal. Casi seis años después (mayo de 2012), los saldos respectivos habían crecido a 4 billones 84 mil 125.5 y 4 billones 988 mil 227.7 millones de pesos.

Pero los tres tristes críticos estaban muy preocupados por el creciente débito de los estados, que en los últimos seis años (hasta mayo de 2012) se incrementó 147 por ciento. Está el caso emblemático (Chepina dixit) de Coahuila, donde con Humberto Moreira en el trono, el débito estatal aumentó 8 mil 500 por ciento, pero se reportan otros no menos interesantes, por llamarles así: Campeche, mil 740 por ciento; Chiapas, mil 700; Nayarit, mil 330; Quintana Roo, 700; Michoacán, 500; Guanajuato y Veracruz, 400 por ciento, cada uno, por citar sólo algunos registros, todos ellos con información estadística de la Secretaría de Hacienda.

Y, como en los casos federales anteriormente citados, el endeudamiento de los estados se utilizó para lo que se les ocurra, menos para fomentar el desarrollo de las entidades, superar la pobreza, mejorar los niveles de bienestar de quienes las habitan ni construir un futuro más atractivo para los mexicanos. La miseria campea la geografía nacional, mientras el débito público (federal y estatal) se incrementa a paso veloz y reporta niveles nunca antes registrados. ¿Dónde quedó la deuda?

Siempre que se actualiza la información sobre la voluminosa deuda nacional vienen a la memoria las bellas palabras de cierto candidato al hueso mayor, que a la letra decían: “el proyecto económico de Andrés Manuel López Obrador es insostenible porque endeudaría más a México y generaría inflación y crisis económica como las del pasado. Su propuesta es como echarle fuego a la gasolina. En el Partido Acción Nacional se han hecho cuentas y (para sostener el proyecto de AMLO) se tendría que recurrir al endeudamiento y después vendría la crisis económica. Las políticas que propone son un peligro para México… No se le puede apostar al viejo esquema de crisis y deuda, porque de optar por esa alternativa (…) el pueblo tendrá que seguir pagando las deudas del padre irresponsable” (Felipe Calderón, primero de junio de 2006). Y de cereza, la propaganda panista: “hay formas de que México avance sin deudas… ¡Felipe Calderón te dirá cómo!”

Las rebanadas del pastel

¿Cómo resuelven las autoridades financieras mexicanas un caso de lavado de dinero (7 mil millones de dólares documentados, y contando) en el que está implicado un banco trasnacional (HSBC México)? De la misma forma en la que el IFE, el Tribunal Electoral y la Fepade solventan las acusaciones en contra del candidato tricolor por uso de dinero de procedencia ilícita, es decir, con discursos, pretextos y mucha cara dura. Entonces, HSBC no será tocado, y el encopetado tampoco (suda, pero no se acongoja).