Sociedad y Justicia
Ver día anteriorDomingo 24 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

El gobierno municipal de Mazapil, de filiación priísta, sólo apoya a sus militantes, denuncian

Salvar los animales que quedan, prioridad en el hoy semidesierto de Zacatecas

En el municipio de Villa de Cos hay veda hidrológica y está prohibido cavar nuevos pozos

Goldcorp quiere comprar 750 hectárea a ejidatarios s, rechaza rentarlas y busca su expropiación

Foto
Una vaca flaca busca alimento en lo que fue una laguna, en la comunidad de Cañas, municipio de Villa de Cos, ZacatecasFoto Rosa Rojas
Enviada
Periódico La Jornada
Domingo 24 de junio de 2012, p. 40

La Pardita, Mazapil, Zac., 23 de junio. Ay, seño, si le cuento cómo nos ha ido con la sequía, se va usted a poner a llorar. Acá ahora ni siquiera han venido a lo de los votos (para las elecciones) ni a ver si vivimos o no, contestó don Ignacio Martínez Pérez.

Este hombre enjuto, de 64 años de edad, cría cabras en La Pardita, pueblo ubicado 290 kilómetros al norte de la capital zacatecana, privilegiado porque está a pie de la carretera que va a Saltillo, ya que fuera de la autopista todo es terracería para llegar a las comunidades del semidesierto.

Don Ignacio tenía 200 cabras, ahora no le quedan ni 100 y, a juzgar por la flacura y debilidad de muchas de las que tiene en el corral, pronto disminuirá su mermado hato. Antier se murieron otras tres, dice su esposa, Oralia Cañizalez.

La suya es una casa de adobe revocada con albas paredes. Un horno de microondas, una lavadora de ropa, un juego de sala cómodo, aunque gastado, y una camioneta no muy destartalada dejan ver que ellos han vivido mejores días que los que corren.

Ahora, sin embargo, viven solos, porque sus dos hijos y seis hijas ya se fueron a vivir a Monterrey. Las mujeres ya están casadas y trabajan de empleadas domésticas. Los hombres, de ayudantes de albañil, cuando hay.

Ya tenemos varios años que para cosechar no ha habido agua. El último maíz que levanté fue hace siete años, comenta. Oralia informa que ese grano ahora lo compran a seis pesos el kilo y el de tortillas a 14.

Aunque Zacatecas ha sido el primer productor de frijol, ahora lo compran a 30 pesos kilo, porque ya hace dos años que no cae gota de agua. Por eso también la paca de alfalfa que costaba 50 o 60 pesos hoy cuesta 130. Las traen desde la ciudad de Zacatecas o de Matehuala, San Luis Potosí, porque por acá pocas comunidades tienen riego.

Respecto de los apoyos que los gobiernos federal, estatal y municipal han festinado que se entregan a los campesinos, don Ignacio denuncia que el gobierno municipal de Mazapil, que es priísta, por el hecho de no ser militante de su partido no lo apoyan a uno.

Cita como ejemplo que el programa La Tripona, que da 150 pesos de apoyo a cabreros para que no vendan las hembras y las dejen como reproductoras, pasó a ser operado por el gobierno municipal y desde hace cuatro años a él ya no le dan nada.

Dos veces les han llegado despensas, que reparte el gobierno federal, y le dieron cemento y malla electrosoldada –él puso la mano de obra– para construir una cisterna, con la finalidad de aprovechar el agua de lluvia que cae en los techos, pero, sonríe, acá nunca llueve, por lo que la llenó con 10 mil litros de agua del pozo de la comunidad por medio de una pipa que le prestaron para que no se tronara.

El agua para los animales la acarrea del bordo de la comunidad, ubicado a tres kilómetros, que aún tiene un poco de líquido.

Doña Oralia comenta que se batalla mucho para conseguir la alfalfa para las cabras y que como enflacaron las estaban comprando a 12 pesos el kilo en pie, pero ahora están tan flacas que los compradores ya no se quieren llevar ni una chiva, lamenta.

Don Ignacio cuenta que sus hijos les piden que se vayan con ellos a vivir a Monterrey, pero, ¿qué vamos a hacer allá? Aquí uno se muere y no le cobran, le hacen su hoyo y ya; allá sale carísimo, bromea al despedirse.

La Jornada realizó un recorrido desde la ciudad de Zacatecas hasta El Vergel –municipio de Mazapil, a 300 kilómetros de la capital–, por las comunidades de Cañas, Tenango, Pabellón de Dolores, La Mancha y la hacienda Sierra Hermosa, del municipio Villa de Cos, con Rubén Hernández dirigente estatal de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA).

Visitó, asimismo, tierras de San Tiburcio, La Pardita, Peñasquito y El Vergel, municipio de Mazapil, con Felipe Pinedo, dirigente estatal del Frente Popular de Lucha de Zacatecas (FPL), integrante de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA).

En todos los casos los hombres y mujeres del campo reclamaron la necesidad de que los gobiernos los apoyen con forraje. Salvar los animales que les quedan es prioridad de la gente del semidesierto zacatecano, porque en ellos se finca su supervivencia en un ambiente hostil, donde las nubes que penden sobre sus cabezas les regatean su carga.

En la ex hacienda Sierra Hermosa, Pedro Sánchez Martínez indicó que de 75 reses que tenía, recibió apoyo para 45, pero estaban vendiendo los animales a 6.50 el kilo.

Necesitamos que el gobierno nos dé permiso para perforar pozos, con eso ya no tenemos que andarle pidiendo nada, afirmó.

En el municipio de Villa de Cos hay veda hidrológica y están prohibidos los nuevos pozos, denunció Rubén Hernández.

Él y su esposa, Guadalupe Montes, maestra jubilada, viven solos en una parte de lo que fue el casco de la hacienda; sus cuatro hijos ya emigraron, aunque el domingo que llegamos los habían ido a visitar con los nietos. En el camino nos cruzamos con ocho autobuses fletados especialmente por zacatecanos que viven en Monterrey y que habían acudido a la fiesta patronal de un pueblo cercano. En 2011 fueron 10 autobuses, se va reduciendo el número de los que vuelven a las fiestas.

En San Tiburcio, Jesús García Pinales, explicó que a ellos les llegó sólo el apoyo para la venta de ganado de desecho o improductivo, que fue de 500 pesos por vaca. El ganado llegó a valer hasta 1.25 pesos el kilo en pie, muchas veces preferimos que se muera a regalarlo a alguien que ni conocemos, comentó.

Él tenía 130 reses, le quedan 75. La semana pasada se le murieron tres. Es como si se nos murieran las raíces, lamentó.

Informó además que el agua de las 10 norias que hay en el pueblo tienen arsénico, no es potable y tampoco sirve para los animales, por ello se la venden a la mina Camino Rojo, que están instalando en tierras compradas al ejido por la trasnacional canadiense Goldcorp y el Grupo Peñoles.

En la caseta telefónica del pueblo, Angélica Sánchez señaló en entrevista que sufre diarreas y tiene manchas negruzcas en la piel de piernas, pies y brazos, las cuales, a decir del médico, pueden ser causadas por el agua, que no sirve ni para los motores de las camionetas, pero tienen que beberla porque un garrafón de agua potable cuesta 25 pesos y no pueden pagarla. El pueblo necesita una potabilizadora, dijo.

Respecto de los problemas que el ejido ha tenido con el proyecto minero Camino Rojo, García Pinales explicó que en junio de 2011 le vendieron a Peñoles mil 750 hectáreas en 58 millones de pesos. Él se opuso, pero la mayoría de los 400 ejidatarios aceptó, porque el pueblo tiene hambre y se fueron con la golosina del dinero, y la mayoría ya se gastó su parte.

Ahora, dijo el ejidatario, la Goldcorp quiere otras mil 750 hectáreas, pero quiere pagárselas al mismo precio que Peñoles. Lo que queremos es rentarles la tierra, pero la Goldcorp propone o comprar o expropiación con fines de interés público.

Pinedo, del FPLZ, indicó que una cuarta opción sería que el ejido se asocie con la trasnacional para que reciba parte de los beneficios de la explotación del oro, plata y zinc que hay en su tierra.

Lo que la Goldcorp no ha dicho es que ellos negociaron 90 millones de dólares por 7 mil hectáreas en Los Filos, Guerrero, concluyó.