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Desde otras Ciudades

Madrid, zona libre de fisco para la Iglesia

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La Iglesia católica de Madrid goza de privilegios fiscalesFoto tomada de Internet
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spaña vive la peor crisis de su historia. Madrid, su capital, tiene una de las cuentas públicas más desastrosas del país: un desempleo galopante, una deuda pública que hipoteca a varias generaciones y una sociedad fracturada por los recortes, la falta de oportunidades y la presión fiscal, tanto directa como indirecta. Sin embargo, mientras el gobierno de Madrid, del conservador Partido Popular (PP), sube impuestos y aumenta las tarifas de los servicios públicos –como el transporte–, la Iglesia católica y sus numerosos bienes en la región gozan de una medida de excepción: no tienen la obligación de pagar el impuesto sobre bienes inmuebles (IBI), un cargo anual que están obligados a cumplir todos los propietarios.

La crisis y el estado calamitoso de las finanzas públicas está sirviendo también para destapar algunos abusos y excesos de los que se han beneficiado algunas instituciones a lo largo de los años. Una de las más beneficiadas es, sin duda, la Iglesia católica, con propiedades en todo el país y de un altísimo valor económico, catastral y, en ocasiones, artístico. Ya durante la dictadura fascista de Francisco Franco existía un trato de favor al credo mayoritario, cuya cúpula fue una aliada vital del régimen totalitario. Sin embargo, más de 40 años después de la muerte de Franco y a 33 de la firma del Concordato con la Santa Sede, la situación de privilegio de la Iglesia católica sigue intacta.

Sólo la ciudad de Madrid deja de ingresar o le regala a la Iglesia algo más de 97 millones de euros al año, gracias a que ni los templos ni las capillas ni las dependencias y edificios destinados a la actividad pastoral ni residencias de los obispos, los canónicos y los sacerdotes, ni locales destinados a oficinas, la curia diocesana y a oficinas parroquiales pagan el gravamen. Tampoco los seminarios destinados a la formación del clero; universidades eclesiásticas en tanto impartan enseñanzas religiosas; ni edificios destinados básicamente a casas o conventos tienen la obligación de pagar el citado impuesto. Un privilegio que en tiempos de crisis y recortes indigna a más de uno.

Armando G. Tejeda, corresponsal