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En puerta, otra recesión

México, entre los afectados

ONU: economía anémica

M

ás claro no puede ser: la economía mundial se encuentra al borde de otra gran recesión, y la desaceleración económica más visible se registrará en México y Brasil (en ese orden). Y esta lapidaria advertencia no proviene de una institución que habla mal del país (Calderón dixit), sino de la mismísima Organización de Naciones Unidas (Perspectivas económicas mundiales para 2012 y 2013), la cual estima que en un escenario pesimista la economía mexicana se desplomaría a menos uno por ciento en 2012, aunque en el optimista el crecimiento se aproximaría a 3 por ciento. Para el caso brasileño, la proyección es de 0.5 y 4 por ciento, ambas cifras positivas.

Lo anterior contrasta tajantemente con la propaganda, igual de triunfal que de fatua, del gobierno calderonista y amigos que le acompañan, que en pocas palabras presume que la economía mexicana es de otro planeta (José Angel Gurría, secretario general de la OCDE); que tiene una posición envidiable, (Agustín Carstens, gobernador del Banco de México), con fortalezas estructurales en varias dimensiones (José Antonio Meade Kuribreña, secretario calderonista de Hacienda) y la más alta tasa de crecimiento desde la década de los 70 (Felipe Calderón, inquilino de Los Pinos).

Todo indica que el calderonato está dispuesto a repetir la pifia de 2008 (lo que sería lo de menos, de no ser porque entre las patas se llevan a millones de mexicanos), es decir, de negar por todos los medios que la crisis externa tendría efectos en la economía mexicana. Como bien subraya la ONU, la Unión Europea y Estados Unidos equivalen a las dos economías más grandes del mundo, y están sólidamente entrelazadas. Sus problemas se pueden transmitir fácilmente de una a otra y dar lugar a otra recesión mundial. Los países en desarrollo, que se habían recuperado fuertemente de la recesión mundial de 2009, se verían afectados a través de sus vínculos comerciales y financieros. Y sólo hay que recordar de quién depende, y crecientemente, la economía mexicana.

Entre los señalamientos del citado organismo multilateral destaca el siguiente: una recesión, sea en Europa o en Estados Unidos, podría no ser suficiente para inducir una recesión global, pero sí probablemente el colapso de dichas economías al unísono. Bajo esta premisa, el escenario pesimista de Naciones Unidas prevé que para 2012 la economía de la Unión Europea se contraerá a una tasa de 1.5 por ciento y la de Estados Unidos 0.8. Es entonces probable que las economías en desarrollo (la mexicana, entre ellas) y las economías en transición sufran un choque significativo. El impacto variará dependiendo de sus vínculos económicos y financieros con las principales economías desarrolladas, que difieren de país en país. Por ejemplo, países en desarrollo de América Latina se verían perjudicados por la disminución de los precios de bienes primarios.

En sus Perspectivas económicas mundiales para 2012 y 2013, el organismo advierte que la economía mundial se encuentra al borde de otra crisis importante. El crecimiento de la producción se ha desacelerado considerablemente durante 2011, y para 2012 y 2013 se prevé que el crecimiento será anémico. Los problemas que acosan a la economía mundial son múltiples e interconectados. Los desafíos más urgentes son afrontar la crisis del empleo y evitar el descenso continuado del crecimiento económico, especialmente en los países desarrollados, ya que en éstos la tasa de desempleo sigue siendo alta, bordeando el 9 por ciento, y el crecimiento de los ingresos se ha estancado, la falta de demanda agregada entorpece la recuperación económica a corto plazo. Aún más, como cada vez más trabajadores se encuentran desempleados durante un largo periodo, las perspectivas de crecimiento a mediano plazo se ven también afectadas por la pérdida paulatina de habilidades y capacitación de los trabajadores.

La ONU pronostica que los países en desarrollo y las economías en transición continúen alimentando el motor de la economía mundial, pero su crecimiento en 2012-2013 estará muy por debajo del ritmo alcanzado en 2010 y 2011. A pesar de que las relaciones económicas entre los países en desarrollo se han fortalecido, estos países siguen siendo vulnerables a cambios en las condiciones económicas de las economías desarrolladas. Brasil y México sufrirán una desaceleración económica más visible. Los países de bajos ingresos han experimentado una desaceleración, aunque leve. En términos per cápita, el crecimiento del ingreso se redujo de 3.8 por ciento en 2010 a 3.5 por ciento en 2011, pero dicha tasa podrá verse ligeramente superada en 2012 y 2013, a pesar de la desaceleración mundial. Lo mismo ocurre con el crecimiento promedio dentro de la categoría de países menos adelantados. Aún así, el crecimiento se mantendrá por debajo del potencial en la mayoría de estas economías.

La persistencia de un alto nivel de desempleo sigue siendo el talón de Aquiles de la recuperación económica en los países más desarrollados. La tasa de desempleo promedio de 8.6 por ciento en 2011 se ubicó muy por encima del nivel anterior a la crisis (5.8 por ciento, registrada en 2007). En muchas economías desarrolladas la situación actual es peor que la reflejada en las tasas oficiales de desempleo. En Estados Unidos, por ejemplo, las tasas de participación han estado en disminución constante desde el comienzo de la crisis. Cada vez más trabajadores sin empleo por un periodo prolongado han ido dejando de buscar trabajo, lo que los excluye de las estadísticas de fuerza laboral. Alrededor de 29 por ciento de los desempleados en Estados Unidos han estado sin trabajo durante más de un año, muy por encima del 10 por ciento que había en 2007.

La duración prolongada del desempleo tiende a tener importantes y duraderos efectos perjudiciales tanto en los individuos que han perdido sus empleos como en la economía en general. Las habilidades de los trabajadores desempleados se deterioran en proporción a la duración del desempleo, probablemente provocando una disminución de los ingresos de aquellos que eventualmente encuentren nuevos puestos de trabajo. Pero a nivel agregado, cuanto mayor es la proporción de trabajadores atrapados en el desempleo prolongado, mayor será el impacto negativo en la productividad de la economía en el mediano y largo plazos.

Las rebanadas del pastel

Entonces, la propaganda calderonista no tiene absolutamente nada que ver con la lectura que en otras partes hacen sobre la verdadera situación económica.