26 de mayo de 2012     Número 56

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Estado de México

Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra:
luchando por la vida


FOTOS: Jesús Villaseca Chávez / La Jornada

Para mí, es un movimiento de autodefensa, pues trata de defender la posesión de la tierra, que significa para la gente de Atenco la lucha por la propia supervivencia, por la propia vida, por las costumbres, por el presente y el futuro.
Cayo Vicente

Se reunieron todos los pueblos, se reunieron compañeros de todas las comunidades, no fue de una sola comunidad, fue de todas (...) Hasta ahí el gobierno llegó, porque ya no pudo con las comunidades, porque éramos bastantes.
Micaela Morales

Mayra Irasema Terrones Medina

Hace once años, 13 pueblos de tres municipios mexiquenses: Atenco, Texcoco y Chimalhuacán, integraron el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT). El 22 de octubre de 2001, tras haber emitido 13 decretos expropiatorios de cinco mil 400 hectáreas y 171 viviendas que habrían de ser reubicadas, Vicente Fox anunció la construcción del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México.

El ambicioso proyecto contemplaba la inversión de capital privado hasta en 75 por ciento, del cual el 49 por ciento podía ser extranjero. Y las hectáreas expropiadas fueron valuadas en siete y 25 pesos el metro cuadrado para las tierras de temporal y de riego, respectivamente.

Durante nueve meses los pobladores de estos municipios dieron una batalla significativa para los movimientos sociales que se enfrentan hoy al neoliberalismo en América Latina. Utilizaron tres vías de defensa: la legal; la defensa política para denunciar la imposición y potencializar la resistencia a nivel nacional e internacional, y la acción directa mediante marchas, mítines, cierres de carreteras, barricadas etcétera. En agosto del 2003 los pobladores de estos municipios lograron la derogación de los decretos expropiatorios y el proyecto del aeropuerto quedó pendiente con la firma de un acuerdo político.

El FPDT se formó en asamblea abierta con la participación de las comunidades afectadas. Algunos iniciaron su andar en la resistencia en la misma conformación del movimiento, pero hay otros, los más grandes de edad, que habían militado en algún partido político, principalmente el PRI, pero que se habían hecho conscientes de que la defensa de la tierra era una lucha superior. Había familias que eran de adhesión panista, priísta o perredista que dejaron de participar en esos espacios. Campesinos, académicos, sindicalistas, obreros, mecánicos, luchadores y luchadoras sociales, amas de casa, campesinas, obreras de la maquila, autoridades ejidales, etcétera: una base que se conformó de forma natural ante el agravio impuesto.

Después del triunfo, el movimiento estaba fortalecido. No todos los pobladores siguieron participando intensamente, regresaron a su vida cotidiana, pero la lucha por la defensa de la tierra les brindó capacidad de incidir en la construcción de su comunidad, de sus espacios.

Para el 2006 el gobierno del Estado de México hostigaba al FPDT cada vez que se presentaba con alguna comunidad u organización para ofrecer su solidaridad, pero el pretexto para la represión del 2006, conocida por todos, inició en Texcoco en abril, cuando el mercado municipal de Texcoco fue tomado por la policía municipal y estatal para impedir que algunos floristas temporaleros se instalaran a un costado del mercado. Los floristas solicitaron al FPDT que interviniera como interlocutor. El 3 de mayo el gobierno estatal reprimió y detuvo a los floristas y a algunos miembros del FPDT. Esa tarde Javier Cortés Santiago fue asesinado por un elemento de la policía estatal, lo que indignó a la población atenquense y provocó más enfrentamientos. Organizaciones de distinta índole atendieron al llamado de solidaridad esa misma tarde; se hicieron barricadas alrededor de las comunidades atenquenses. El 4 de mayo unos tres mil 500 efectivos de la Policía del Estado de México y la Federal Preventiva, así como del ejército, irrumpieron en los pueblos de San Salvador Atenco y detuvieron masivamente a los pobladores del municipio y a integrantes de otras organizaciones. En esta operación, uno de los proyectiles de gas lacrimógeno que eran disparados directamente contra la gente que huía alcanzó al joven Alexis Benhumea, quien falleció después de 33 días en estado de coma.

La Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos (CCIODH) realizó su cuarta visita a México un mes después de estos acontecimientos; los documentó y entrevistó a más de 200 personas, asociaciones, colectivos e instituciones oficiales. El saldo de la represión: dos asesinatos, más de 200 detenidos, 47 mujeres torturadas sexualmente y cinco extranjeros torturados y expulsados ilegalmente.

Cuatro años después la Suprema Corte de Justicia de la Nación dejó libres a todos los detenidos y exiliados de su propio pueblo que tenían órdenes de aprehensión en su contra. Para el 2010 se habían dado sentencias de 31 años 11 meses 15 días de prisión para nueve personas que todavía quedaban indiciadas en el penal del Molino de Flores, 67 años para Héctor Galindo y Felipe Álvarez y 112 años para Ignacio del Valle; todos se encontraban recluidos en un penal de alta seguridad.

La represión de 2006 trajo un sinfín de agravios y despojos que pusieron a prueba la vida del propio movimiento. La reacción del FPDT durante los momentos que se cometían los abusos de la autoridad, fue abrir la casa ejidal, lo cual significaba mostrar su presencia. El 5 de mayo, hijos del FPDT y mujeres denunciaron los abusos en la plaza e iniciaron la recomposición del movimiento.

Los exiliados y presos (hombres y mujeres), organizaciones, colectivos, movimientos sociales, etcétera, fueron llegando. La base de su organización siguió los principios éticos con que se había conformado el FPDT. La defensa de la tierra y de los presos políticos se definió como prioridad.

En 2010 se puso en marcha la segunda etapa de la campaña por la liberación de los presos políticos. Todos tomaron su lugar en el movimiento, algunos desde el interior de la comunidad, solidarizándose en la organización de eventos, desde la comida, los templetes, la denuncia, el vocero, la relación solidaria con las organizaciones que participaron, las asambleas, los conciertos y las manifestaciones. Todos participando desde sus espacios de resistencia, visibles y no. Surgiendo nuevos líderes, fortaleciendo una vez más la voz de las mujeres, sus espacios de lucha, muchos frentes de trabajo, que son aprendidos desde que los parió su comunidad, desde la cuna. El trabajo solidario interno y externo que llevan a cabo, poniendo en marcha proyectos en el campo, las visitas que hacen a otras organizaciones y movimientos, explicando una y otra vez el sentido de su lucha. Los elotes en septiembre; el grito alterno al del municipio; su participación en el carnaval, en la fiesta chica y grande; las comparsas de los talibanes –término con que los bautizó Vicente Fox y que ahora lo usan para burlarse–; los sembradores, la coronación de la reina talibana; las fiestas de 15 años, bodas, bautizos y primeras comuniones de los integrantes del movimiento; las piñatas en diciembre, y los tamales que ofrecen en los espacios reconocidos como el lugar donde se reúne el movimiento (la casa ejidal y la de cultura por ejemplo), donde hacen sus eventos; donde pueden encontrar información; donde se hacen acopios; donde el poblador puede encontrar ayuda legal, sentimental y familiar. Todos estos espacios se dan desde la cotidianidad de la comunidad, enquistados en su forma de organización, una cultura, una identidad en resistencia.

En el 2008 se anunció el proyecto de Zona de Mitigación Ecológica del Ex Lago de Texcoco (de la Comisión Nacional del Agua, Conagua) que buscaba la compra del mismo polígono que se pretendía expropiar en el 2001, y en el cual 80 por ciento del presupuesto estaba destinado a la compra de tierras, ahora por 200 pesos el metro cuadrado. El FPDT hizo recorridos en todas las comunidades, denunciando la intención y fortaleciéndose al interior. San Salvador Atenco, cabecera municipal, y el ejido de Acuexcomac no cedieron a la venta, aunque por momentos sus esfuerzos se veía avasallados por la búsqueda de la liberación de los presos políticos. La Conagua detuvo el proyecto.

El 20 de febrero del 2012 el FPDT cerró la carretera Texcoco-Lechería para exigir que la organización priísta Antorcha Campesina dejara de invadir los predios sin autorización del Comisariado Ejidal de San Salvador Atenco, poniendo como pretexto pavimentar la ampliación de la calle “Los Fresnos”. Hoy día el FPDT sigue reafirmando su trabajo en la comunidad. El 6 de mayo de este año, en la asamblea ejidal, se rechazó el paso de carreteras por el ejido de San Salvador Atenco, denunciando a la empresa Alter Consultores, que ha buscado a los comisariados ejidales de los otros ejidos, tratándolos de convencer de que vendan argumentando, con engaños, que en San Salvador ya vendieron

El FPDT sigue fortaleciendo su solidaridad con resistencias regionales, nacionales e internacionales. Son formas de resistencia que caracterizan a un movimiento social particularizado por su forma de acción, heterogénea, igual que las voces que lo componen.

De la represión a este movimiento, el candidato del PRI a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, dijo hace unos días: “Fue una acción determinada que asumo personalmente, para restablecer el orden y la paz”. La Redacción.


Fecoago: Semillas pa’l buen vivir


FOTOS: Ramses Cruz Arenas

Ramses Cruz Arenas

San Juan es una provincia Argentina, ubicada en la región del Cuyo en la zona interandina, que cobró fama en la primera mitad del siglo pasado cuando un terremoto la devastó, lo cual obligó a los sobrevivientes a emerger de entre las ruinas y reconstruir una ciudad y una provincia que unas décadas después se haría notable por su importante producción de vid y vino.

En los 80s el sector agropecuario y la industria del vino se vieron afectados por la pandemia llamada crisis. En los primeros años de esa década, la sobreproducción de vinos afectó directamente a San Juan, debido a su orientación al monocultivo de la vid; la herida se profundizó cuando el país entero cayó en crisis en 1989-94. Aunque mermada, la producción de uva sigue siendo de vital importancia para la provincia; es la segunda productora de vinos del país después de su vecina Mendoza. Sin embargo, las condiciones climáticas y la riqueza de sus tierras han convertido a San Juan en un granero del país donde se puede encontrar trasnacionales que ofrecen una diversidad de productos para el mercado mundial.

En este contexto de competencias globales, crisis permanentes y monocultivo dependiente, nace en 1992 la Federación de Cooperativas Agropecuarias, o Fecoagro de San Juan, cuyos orígenes se remontan al Proyecto Sistemas Cooperativos Agropecuarios de San Juan, impulsado por la Agencia de Extensión Rural San Martín del Instituto Nacional Tecnología Agropecuaria (INTA) hacia 1983.

La Fecoagro nace como alternativa para los pequeños productores que enfrentaban la crisis vinícola y los procesos subyacentes. Uno de los más importantes fue la virtual desaparición de la figura de los “contratistas de viña” –aquellos que trabajaban junto a su familia y recibían en pago un porcentaje de la producción-, que fue sustituida por la de “encargados” -que viven a sueldo-. Esto significó el cierre del acceso a la tierra y al trabajo para el resto de la familia, lo que devino en éxodo rural. La Federación apostó por la diversificación de la producción, ya que vieron el error de asociarse a un solo cultivo, la vid. En 1983 se iniciaron con el cultivo de algodón, y de ahí hicieron un giro hacia la producción de semillas de hortalizas, que hoy es su principal actividad y la que identifica y aglutina a la Fecoagro. A la vez que genera cohesión y pertenencia, la Fecoagro es una apuesta por la soberanía alimentaria, tal como lo expone Alfredo Luis Romano, coordinador de la organización: “La producción de semilla nace por las condicionas agroecólogicas únicas de San Juan, pero también porque no creemos que sea correcto depender de semillas importadas; las nuestras son un bien estratégico del país”. En torno a esta idea, hoy la Federación se compone de 30 cooperativas, de primer y segundo nivel, algunas de las cuales están conformadas por diez o 15 integrantes, pero hay una de 40 socios. En total participan unas 700 familias.

Los procesos paralelos: Si bien el elemento central de la Federación es la producción de semillas, también ha incursionado exitosamente en otros procesos, volviéndose una organización multiactiva. Por un lado, tienen en San Juan un importante complejo de unas ocho hectáreas en el que, además de acopiar la producción, se desarrolla investigación para la multiplicación y conservación de las semillas -que son de acceso libre-. Pero, basados en la integración de otros procesos y el aprovechamiento integral, igualmente cuentan con ovejas y cabras estabuladas con diversos fines: para la obtención de leche, con la que se elaboran dulces y quesos artesanales; para venta en pie para consumo y reproducción; se les esquila la lana, y se usa el estiércol para abono y en la lombricultura.

Los cooperativistas han aprendido a no desperdiciar nada. Hasta hace unos años, cuando se cosechaba el tomate sólo se extraía la semilla, pero no se aprovechaba la pulpa; ahora envasan salsa de tomate. Lo mismo ocurre con las aceitunas, de las que producen y envasan aceite de oliva puro, o bien lo mezclan con hierbas de olor y el queso de cabra en trozos, que se vende envasado. También se elaboran dulces, jaleas y mermeladas de casi todo lo que producen. Todos estos productos están disponibles en un pequeño local de la Federación, en donde uno puede comprar la lana de las ovejas, vinos de autor, aceites, mermeladas y quesos. Así, lo que antes era un remanente, hoy es elemento central para productos secundarios. Esta diversificación les genera alternativas e ingresos, porque en el caso de las semillas tienen una fuerte dependencia del gobierno, al ser el programa Prohuerta su único comprador.

Es difícil estimar el impacto de la Fecoagro. Ha logrado generar empleos dignos y bien pagados para sus socios, encadenando los procesos y promoviendo la participación del resto de la familia, pero además ha transgredido el aspecto netamente productivo. Ha impulsado la dotación de viviendas, así como apoyos a la salud, mediante la cobertura de un porcentaje de los estudios y medicamentos. También otorga apoyo a la educación y becas para los hijos de los cooperativistas que mantengan una excelencia académica -incluso ya han logrado algunos egresados de universidades-, a la vez que apoyan con útiles escolares a los de educación básica. Y hace labor de alfabetización de adultos.

Martín, joven de una cooperativa que siempre fue mediero y que se incorporó, junto con otros siete compañeros, a la Fecoagro, ahora sabe leer y escribir. Dice: “Me acuerdo que mi viejo trabajó toda su vida a medio; si fuera dueño de la tierra tendría la libertad de producir. El jornalero vive al día, todo su esfuerzo se lo da a otro, otros vivían de nosotros. Con la cooperativa se tiene la ganancia y eso hay que hacerlo para los hijos. Antes trabajaba todo el día, ahora trabajo para la cooperativa y eso me da tiempo de jugar con mis hijos”. Entonces parece factible estimar que Fecoagro está sembrando semillas para la vida, para una buena vida.


Guatemala

El café justicia

Pablo Sigüenza Ramírez
Colectivo de Estudios Rurales, Ixim

En el altiplano guatemalteco, en las alturas de los volcanes Tolimán y Atitlán, se cultiva un excelente café de aroma profundo y robusto y un sabor encantador. El Comité Campesino del Altiplano (CCDA) acopia la cosecha de sus asociados, población indígena, la pasa por el proceso de beneficiado, la tuesta y la empaca para su comercialización buscando mercados solidarios en Europa y Canadá. A su producto le han llamado Café Justicia.

Con el Café Justicia han logrado mejorar los ingresos de los agricultores campesinos y con ganancias de la venta impulsan una diversidad de actividades de servicios para los habitantes de la región y fortalecen sus procesos organizativos. Este café es de buena calidad, pero además, la marca Justicia nos comparte una historia detrás de cada empaque que se vende, es la historia de las luchas campesinas de las tierras altas de Guatemala. El color rojo del fruto del café es igual al de hace 150 años, cuando el impulso de este cultivo fue vertiginoso. El gobierno despojó a cientos de comunidades indígenas de sus tierras y las entregó a inversionistas y aventureros nacionales y extranjeros, promulgó leyes de trabajo forzoso de la población despojada en las faenas de las fincas cafetaleras. El expolio y la dominación se perpetuaron en este país de injusticias seculares.

Hoy, aunque el color del café es el mismo, hay procesos comunitarios y organizativos, como los del CCDA, en los que la población campesina e indígena ha luchado para la obtención de tierra. El proceso de organización en los tiempos de guerra interna fue el origen de este movimiento, sus líderes fueron perseguidos, pues no era permitido que nadie exigiera derechos. A un gobierno contrainsurgente cualquier manifestación social le sabía a comunismo. En la actualidad el CCDA tiene un papel fundamental en el avance de luchas sociales en el país. Ha sido parte de los grupos organizados que han formulado e impulsado iniciativas de política y leyes que favorezcan condiciones para el buen vivir de las poblaciones rurales. Junto a esta lucha reivindicativa el Comité logra impulsar de forma efectiva sus procesos productivos, de manufactura y comercialización del Café Justicia. Impulsa también procesos de formación política y técnica para generar capacidades en la población de la región. Hoy cuenta con bases organizativas en al menos diez de los 22 departamentos de la nación.

Los avances para la organización en materia productiva son evidentes, pero las victorias políticas son relativamente pocas. En esta lucha de poder, los terratenientes, ahora industrializados, se aprovechan del capital acumulado en siglos de explotación y manejan muy bien su estrategia para sostener el orden establecido. Se oponen de manera férrea a la promulgación de leyes de beneficio colectivo, y abrazan como cruz sagrada el derecho a la propiedad privada, por sobre los derechos a la vida digna, al trabajo y la salud del resto de la población. El presidente de la República que inició su gestión en enero del presente año es un instrumento hábil y formado para permitir el avance del capital sobre los territorios rurales. Es una amenaza nueva y fuerte para comunidades y organizaciones que, como el CCDA, se oponen al nuevo despojo en los territorios. La represión militar se está incrementando en zonas donde las comunidades más resisten. Las organizaciones sociales están lanzando una alerta internacional sobre estos actos gubernamentales. Para la sociedad civil, empieza a tener un nuevo sentido la vieja consigna popular de “a mayor represión, mayor organización”.

Cada vez que se siente a la mesa a tomar una aromática taza de café, recuerde el Café Justicia y las luchas cotidianas que en Guatemala está llevando la gente que cultiva el grano. ¡Mientras más intenso sea el sabor del café, tenga por seguro que más intensas serán las luchas de nuestros pueblos!