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Ver día anteriorSábado 19 de mayo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Apuntes postsoviéticos

Difícil equilibrio ucraniano

E

l destino de Ucrania es –ya se anotó en este espacio– guardar el equilibrio para mantener buenas relaciones tanto con Occidente –la Unión Europea (UE), sobre todo– como con Rusia, sin alinearse por completo con ninguno de los dos.

La errática política del presidente Viktor Yanukovich ha hecho posible que Ucrania, hoy por hoy, esté igual de mal con una que con otra, pagando las consecuencias la población ucraniana, al margen de sus preferencias en función de su ubicación geográfica, historia, religión e idioma.

La mitad de Ucrania tiende hacia Occidente y la otra mitad se identifica con Rusia, por lo cual cualquier presidente ucraniano –si no quiere propiciar la ruptura de la nación– debe gobernar en un permanente estira y afloja respecto a las pretensiones foráneas, malabarismo que en última instancia asegura la independencia del que fuera, en el plano agrario, uno de los países más ricos de la Unión Soviética.

Hasta 2010, con sus antecesores Leonid Kuchma y Viktor Yuschenko, se pudo mantener ese equilibrio, que Yanukovich –quizás por prometer demasiado a la UE y a Rusia– se encargó de pulverizar.

Ahora, a tres semanas de que comience la fiesta europea del futbol, Yanukovich enfrenta el boicot de sus homólogos de la UE por el escándalo que provocó la persecución penal de Yulia Timoshenko, ex primera ministra y rival de Yanukovich en la disputa de la presidencia ucraniana.

Incluso Rusia considera que Timoshenko sufre un castigo desproporcionado por motivos políticos, algo que tampoco se corresponde con los valores de la UE, motivo suficiente para meter la relación con Kiev en el congelador.

Yanukovich –y así quedó de manifiesto esta misma semana durante su entrevista con el presidente Vladimir Putin– fracasó en convencer a Rusia para que rebaje el precio del gas natural, lo cual pone a Ucrania en una grave situación de cara al próximo invierno, ante la imposibilidad de renunciar tan rápido al combustible ruso y sustituirlo, sin demora, con azerbaiyano o turkmeno.

Rusia no puede modificar el precio del gas natural por dos razones: primera, porque hacerlo sería reconocer que el precio que pactaron Putin y Timoshenko (que sirvió para su primera condena por traición a la patria) es artificialmente elevado en detrimento de Ucrania.

Y segunda, debido a que el Kremlin no recibe a cambio lo que quiere: el control completo, a través del consorcio ruso Gazprom, sobre la red de gasoductos ucranianos en el tránsito del combustible hacia Europa.

En otras palabras, la torpeza de Yanukovich logró que, por ahora, Ucrania se quede aislada, sola frente a Occidente y Rusia, sin la protección ni respaldo de ninguno de sus poderosos vecinos.