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Relata la historia del último templo de este baile, demolido en 1960 y frecuentado por Gardel

Pasión, seducción y crímenes en el musical Chantecler tango

En un teatro de Buenos Aires, la coreógrafa y bailarina Mora Godoy revive a la manera de Broadway el lujoso cabaret estilo art decó, creado por el francés Amadeo Garesio en los años 30

 
Periódico La Jornada
Domingo 6 de mayo de 2012, p. 8

Buenos Aires, 5 mayo. Una historia de pasiones, crímenes y seducción recrea el mítico cabaret argentino Chantecler, el último templo del tango fundado por franceses y frecuentado por Carlos Gardel, demolido en 1960 y revivido en un teatro de Buenos Aires al estilo de los musicales de Broadway.

El lujoso cabaret Chantecler nace en la década de los años 30. Fue creado por un francés llamado Amadeo Garesio, quien estaba casado con Ritana, una compatriota de Marsella que se transformó en la estrella del lugar, dice Mora Godoy, bailarina, coreógrafa y productora del espectáculo.

El Chantecler tuvo su apogeo en las décadas de 1930 y 1940. Era frecuentado por políticos y empresarios poderosos, militares y policías y gente de la alta sociedad que, en palcos con cortinados que se cerraban ante la mirada de los curiosos, sellaban negocios no demasiado legales o consumaban encuentros sexuales.

El musical Chantecler tango está basado en hechos reales, pero cuenta una historia de ficción cuyo guión avanza y retrocede todo el tiempo de la mano del personaje de Ángel, el sereno del viejo edificio que albergó al glorioso cabaret, cuenta Godoy, cuyo espectáculo Tanguera fue un éxito en Broadway en 2002.

El cuerpo frágil y sensual de Godoy da vida a una Ritana enfundada en un lujoso vestuario, a tono con la lascivia de los tangos que toca una orquesta en vivo y canta Black Rodríguez Méndez, alias el Ñato, un turbio personaje que compite con un policía en la venta de cocaína.

Cantar claro

Con bigote finito al estilo de la época, Black contó que investigó cómo se cantaba en los años 1930 y 1940, en especial con la orquesta de Juan D’Arienzo, el llamado Rey del Compás, que alcanzó la fama en un reducto que recreaba el mejor estilo de los cabarets de París.

El Ñato está cabrero (receloso) porque Ritana lo sedujo y luego lo abandonó, ratificando el poder de seducción de una mujer que en la vida real llegó a ser novia de Carlos Gardel.

El Chantecler (cuyo nombre se supone deriva de las palabras francesas chanter clair, cantar claro), era una importante construcción de estilo art decó en pleno centro de Buenos Aires, a escasos metros de la emblemática avenida Corrientes, con entrada para automóviles y una gran pista de baile con mesas.

Del edificio ya no quedan rastros. Acompañó la época del oro del tango hasta su cierre en 1957 y tres años después fue demolido en medio de esa especie de apagón que sufre por entonces el mundo del 2x4, recuerda Godoy.

“Desde el estreno estamos a sala llena y estoy encantada. Ya enviamos un trailer a Broadway”, señala la bailarina, mientras se calza sus medias de red color carne poco antes de salir al escenario. Afuera del camarino se siente el ajetreo en los pasillos del Teatro Alvear.

Godoy se entusiasma como una adolescente cuando cuenta que el día del estreno, el 12 de abril, fueron a ver la obra familiares de Ritana.

Vinieron sobrinos, nietos y bisnietos, gente ya mayor, que se habían enterado por la prensa del espectáculo. Me trajeron centenares de fotografías originales del cabaret y de Ritana y programas y folletos con propaganda y hasta con el menú, dice.

Godoy egresó como bailarina clásica del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de Buenos Aires y hace más de una década que recorre el mundo con su propia compañía, actuando en Francia, España, Reino Unido, Estados Unidos, Brasil, Colombia y hasta China, Israel y Japón. Chantecler tango sirve además de trampolín para figuras jóvenes y aún desconocidas por el gran público.

“Es mi debut en un espectáculo de estas características; me seleccionaron en un casting que se publicó en Facebook y que convocó a unas 200 parejas de bailarines”, cuenta Marco Ayala, quien interpreta a un joven comisario.

Los explosivos condimentos del espectáculo, como la pasión, la droga, la traición, el poder y los celos, terminarán enfrentando a los personajes y alguien quedará tendido sangrando sobre las tablas.