Opinión
Ver día anteriorDomingo 1º de abril de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El lugar más pequeño
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ara 1992, año en que concluye la guerra fratricida salvadoreña, el saldo de 12 años de enfrentamientos entre la guerrilla y la guardia civil es abrumador: 80 mil muertos y un número incalculable de desplazados y desaparecidos.

El lugar más pequeño, documental de Tatiana Huezo, cineasta nacida en El Salvador y por largo tiempo residente en México, es una mirada a la experiencia cotidiana de un puñado de sobrevivientes del conflicto que evocan su niñez o sus años juveniles en Cinquera, pequeño poblado perdido en los montes al que los paramilitares de un gobierno derechista hostigaron brutalmente por considerarlo un foco de subversión que debía ser limpiado a fondo.

El propósito de la realizadora no ha sido elaborar la cronología de la guerra devastadora ni tampoco enderezar una denuncia histórica que reparta culpas y responsabilidades, o que señale, como muchos otros documentales y ficciones, la insidiosa intervención del gobierno estadunidense y su apoyo a los grupos paramilitares locales. El lugar más pequeño consigna al inicio y al final de su relato, los hechos principales y las cifras contundentes, para de inmediato dar paso a las voces de quienes evocarán de modo inmejorable la dimensión de la tragedia.

Son algunos de los habitantes de Cinquera, quienes luego de un largo éxodo forzado regresan al pueblo y narran las impresiones de su rencuentro con el territorio devastado, donde apenas queda en pie el viejo campanario. Basura por todos lados, culebras enrolladas en los palos, murciélagos y osamentas y cráneos confundidos ya con la vegetación.

Cuando nos fuimos, sólo se quedaron ahí los sapos y las ranas, y al regresar nosotros se pusieron a cantar. La conclusión de los declarantes coincide en lo esencial: regresar al pueblo significó por largo tiempo convivir con los fantasmas del pasado y caminar todos los días sobre una gran fosa común donde yacían los amigos y los familiares desaparecidos. Escuchar también sus voces. Un duelo colectivo que la cinta ilustra de modo formidable capturando las extensiones selváticas invadidas por la neblina al amanecer o las faenas de la reconstrucción del pueblo, el Nuevo Cinquera, donde la tierra, a decir de un entrevistado, es un miembro más de la familia.

Uno de los grandes aciertos de El lugar más pequeño es la discreción y respeto con que se realizan las entrevistas a los sobrevivientes de Cinquera. Ninguna intervención de la realizadora interrumpe el flujo verbal (ameno, nostálgico, divertido, rara vez autocompasivo) de los testimonios de quienes evocan los años del éxodo y la guerrilla. Otro más es el cuidado de las imágenes y el sonido. La fotografía de Ernesto Pardo muestra en su registro poético de la naturaleza cualidades tan finas, como las del trabajo del catalán Albert Serra (El canto de los pájaros) o el del Carlos Reygadas de Luz silenciosa. A esto hay que añadir, como complemento afortunado, la pista sonora de Leonardo Heiblum (colaborador también del documentalista Juan Carlos Rulfo, En el hoyo).

Este trabajo del Centro de Capacitación Cinematográfica señala las grandes posibilidades del documental mexicano como una opción narrativa frente a un cine de ficción empantanado, salvo contadas ocasiones, en las rutinas y la falta de imaginación, y también como una expresión estética muy lúdica y fecunda distanciada al fin del maniqueísmo y la aspereza formal del panfleto de denuncia.

Algo que pudiera parecer tan trillado como la idea del renacer de toda una colectividad a partir de la devastación y las cenizas, la documentalista Tatiana Huezo lo transforma en una sugerencia poética muy certera con las imágenes de un parto animal o el gesto de una anciana que acaricia y consiente a su mejor gallina para que nuevamente empolle los huevos comprados a una vecina. Nueva vida animal y humana, diálogo muy vivo con los fantasmas, croar de ranas que informan de la tozudez de la naturaleza, explicación formidable del concepto de subversión como una silla puesta patas arriba que es preciso enderezar para poder al fin sentarse en ella. El lugar más pequeño es un poco todo eso con su animada asamblea de voces rebeldes.

Se exhibe en las sedes alternas de la Cineteca Nacional: Cinépolis Universidad (15:05, 20, 22:35 horas); Lumière Reforma (16:45, 21 horas); Movie Company (16:45, 21 horas). www.cinetecanacional.net.mx