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A la Mitad del Foro

Los caballos que corrieron

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Pese a que en su mensaje en el Auditorio Nacional el presidente Felipe Calderón aseguró categóricamente que mienten quienes afirman que ha crecido la pobreza en este periodo, el Coneval demostró que, sólo en este sexenio, 12.2 millones se sumaron a los mexicanos que sobreviven en precariedad económicaFoto Víctor Camacho
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nos madrugaron y otros no se acostaron para empezar de inmediato, pasada la medianoche, la corta campaña de la larguísima carrera emprendida en persecución del poder constituido; del Supremo Poder Ejecutivo que se despista en un solo individuo, el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Y Felipe Calderón anticipó el silencio, el de la espera, el de las rabietas contenidas y las órdenes transmitidas por sus personeros; órdenes que, como las del virreinato, se acatan pero no se cumplen.

Por eso el informe a sus colaboradores y a miles de burócratas en el Auditorio Nacional. En cuanto empiece la campaña, tendrá que callar el Presidente; será objeto de severas críticas y ataques sin poder defenderse, sin que haya quién lo defienda, dijo Felipe Calderón. ¿Creerá que el PAN, su partido, sus dirigentes, los refuerzos del Yunque y su candidata Josefina Vázquez Mota no están dispuestos a defender su gobierno? Si piensa en verdad que ya no tiene quien lo defienda, ya perdió. Ya aceptó que es un sofisma el de la urgente relección, mediante la cual los ciudadanos puedan castigar a un representante incapaz. Voto de castigo, dicen los académicos y los operadores políticos: elijo al candidato de otro partido, me deshago del que no satisfizo mis expectativas, del que traicionó mi confianza. Como el voto del hartazgo que sacó al PRI de Los Pinos.

El activismo electorero presidencial es reflejo del miedo, de la vanidad agraviada por quienes se niegan a comulgar con ruedas de molino. Categóricamente afirmo que mienten quienes afirman que ha crecido la pobreza en este periodo, dijo Felipe Calderón en el simulacro de informe. Y ofreció datos: La proporción de mexicanos en pobreza alimentaria, según el censo, se redujo en 23 por ciento entre el año 2000 y el año 2010. 14 millones 724 mil no tenían para comer. Pero omitió precisar que en los cinco años de su mandato ese número creció de 14.7 millones a 21.2 millones; padecen pobreza alimentaria 2 millones 426 mil mexicanos más que cuando él asumió el cargo.

La misma fuente, el Coneval, establece que 21.2 millones de mexicanos, 6.5 millones más que en 2006, no pueden adquirir la canasta básica aunque utilicen todo su ingreso; 30 millones, 7.9 millones más que en 2006, no tiene ingresos suficientes para cubrir el costo de esa canasta alimentaria y los gastos necesarios en salud y educación. Y en este sexenio, 12.2 millones se sumaron a los mexicanos que sobreviven en la pobreza, 57.7 millones. En los 10 años de la alternancia, el PIB ha sido menor al 3% anual; sin crecimiento económico, sin crear empleos formales, la mayoría trabaja en la informalidad, sin seguridad social ni prestaciones de ley. Informa el Presidente que a partir de abril su gobierno no tendrá quien lo defienda. ¿Qué dirá después del 1º de diciembre de 2012?

Ya empezó formalmente la campaña electoral. Josefina Vázquez Mota perdió la ventaja de la expectativa y el lustre de vencedora de la elección interna. Tardará en diluirse la patética imagen de la multitud que abandonaba el estadio Azul sin que ella interrumpiera su discurso triunfalista. Luego sería su propia voz la que denunciara espionaje de Genaro García Luna y filtraciones de Alejandra Sota, vocera de Los Pinos. Luego culparía a Enrique Peña Nieto; al PRI, a los de la casa de enfrente, según Javier Lozano, el Don Roque poblano, candidato a senador y peón de brega de los yunquistas Juan Manuel Oliva y Francisco Ramírez Acuña, enviados de Los Pinos a suplir las carencias de Gustavito Madero. Y con las buenas intenciones con las que se empedró el camino del infierno: hacer patente el apoyo del Presidente en turno a la aspirante a sucederlo en el cargo.

Los intelectuales inorgánicos exigían la exposición de proyectos y programas políticos concretos de los candidatos atrapados en la zona del silencio. Llegó la hora de hablar. Y dos de ellos, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, retomaron los respectivos discursos de sus divergentes trayectorias. El de Macuspana, atrapado por las contradicciones autoimpuestas en el afán de eliminar los imponderables de eso que los encuestadores llaman negativos. El tribuno de la intemperancia tropical abandonó el verbo retador, pero también el imperativo de dar voz y poder a los pobres, ante todo a los pobres. Conserva el aura juarista y persiste en que sólo el pueblo puede salvar al pueblo. Pero la república amorosa no impone condición alguna a los dueños del dinero. La prédica de los valores individuales por encima de los sociales propicia el trato igual a los desiguales.

El 1º de julio podría ganar las elecciones López Obrador. No volver a ganar, como repite desde el imaginario y deslumbrante sitial de presidente legítimo, sino ganar de veras. Los seis años de recorrer el desierto, de navegar la geografía nacional de la pobreza y el abandono, transformaron a López Obrador en el único líder social con alcances nacionales en estos tiempos infaustos. La terca realidad, el hecho irrefutable de que los pueblos votan con el estómago, con el añadido del miedo, del imperio de la violencia y la sangre derramada, impondrán el cambio, el voto de la mayoría contra la permanencia del PAN en el poder; el rechazo a la derecha y los extremos a los que está dispuesta a llegar para imponer la intolerancia y destruir al Estado laico.

El giro discursivo de 180 grados le ha permitido borrar los miedos sembrados por la campaña sucia de Fox y los oligarcas, así como por las intemperancias propias. Pero no parecen aumentar los partidarios cuya devoción se traduzca en votos. Aunque López Obrador llama a organizarse y a no dejar casilla alguna sin representación, no hay aparato operativo visible para la política efectiva, para movilizar votantes y no únicamente entusiasmar creyentes. Lástima. La opaca política de la derecha, la frivolidad y la estulticia del foxismo; la ineficiencia y la vocación golpista bajo la impronta de la guerra de Calderón, son campo propicio para un gobierno popular; no populista, popular como el que temieron los de la campaña sucia de 2006.

Pero López Obrador se aferra al victimismo, al discurso fácil: en la Universidad Anáhuac se quejó de inequidad de los medios: tres spots de Peña Nieto y uno mío, dijo. Y es la ley que dicta el reparto conforme a los votos obtenidos en la última elección de diputados federales. Ganó el PRI. El PRD se fracturó y quedó en tercer lugar.

Enrique Peña puso en marcha una campaña bien diseñada, fincada en la organización, en operativos políticos eficaces y probados. Empezó en Guadalajara, donde desbarró y donde impera el cardenal Sandoval, en retiro, pero atento a imponer un acólito más como gobernador de Jalisco. Bueno aprender de los errores cometidos, pero mejor todavía convertirlos en capital político. Enrique Peña Nieto es buen operador político, en campaña y en el gobierno; quienes lo subestiman pagan un precio muy alto: la derrota. Empezó con paso firme, al lado de Aristóteles Sandoval, quien rescató Guadalajara para el PRI.

Tropezó, guardó silencio, pero en cuanto dieron la voz de arranque tomó la delantera; ahí, donde lo ubicaban las encuestas. Y a ver quién lo alcanza. Sería bueno que en Los Pinos, donde hay afición por las canciones rancheras, escucharan en estos meses ese corrido que dice: Los caballos que corrieron/ no eran grandes ni eran chicos...