Opinión
Ver día anteriorSábado 31 de marzo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Apuntes postsoviéticos

Fortuna bajo sospecha

E

l enriquecimiento ilícito, según la legislación vigente en tiempos de la Unión Soviética, podía implicar la pena de muerte para el servidor público que incurriera en ese delito. Ahora la ley rusa prevé que la cárcel sea el castigo y, que se sepa, nunca se ha aplicado contra un alto funcionario, afectando sólo a corruptos de menor rango.

Sucede así, aseguran los críticos del actual sistema de gobierno, debido a que el fenómeno es tan extendido que fincar responsabilidades a un pez gordo podría sacar a la luz toda una red de complicidades en torno al Kremlin y los magnates más poderosos de este país.

Rara vez trascienden documentos de transacciones millonarias en alejados paraísos fiscales, que dejan en entredicho la reputación de un miembro del círculo más cercano de Vladimir Putin, aún primer ministro y ya presidente electo de Rusia.

El primer viceprimer ministro de Rusia, Igor Shuvalov, según acaban de publicar Financial Times y The Wall Street Journal, con base en los papeles que les entregó un abogado ruso exiliado que trabajó para él, maneja sus negocios desde un holding offshore, registrado en Bahamas y a través de su esposa Olga.

En resumen: tan sólo en 2004, cuando era asesor económico de Putin, adquirió acciones del consorcio Gazprom por casi 18 millones de dólares –en una operación conjunta con el magnate Suleiman Kerimov–, y unos meses después las vendió por 80 millones de dólares; el negocio perfecto por su inaudito margen de ganancias.

Con el multimillonario Alisher Usmanov, el holding de Shuvalov hizo transacciones que le reportaron casi 120 millones de dólares de beneficios y con el potentado Roman Abramovich un negocio rápido que le dejó ganancias por otros 50 millones de dólares.

Se dice que los documentos llegaron a los influyentes diarios extranjeros como parte de la lucha que se libra en Moscú respecto de posiciones clave en el próximo gobierno de Rusia.

Todo indica que Shuvalov tendrá que dejar su cargo en el gabinete que encabezará el todavía presidente ruso, Dimitri Medvediev, y podría dirigir una nueva corporación para Siberia y el extremo oriente, que se está creando para desarrollar esas regiones.

Con su fortuna bajo sospecha, Shuvalov argumenta que los recursos que ganó como empresario son la base para no depender de ningún grupo de influencia a la hora de tomar decisiones en el gobierno, frase que pasará a la historia como argumento para defender la honestidad de funcionarios cuestionados.