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El Palacio de Diamante, en Ferrara, Italia, presenta la exposición Jardines de luz

Redescubren a Joaquín Sorolla, desde la intimidad y el silencio

Contrastamos la pintura del artista valenciano con la poesía de Juan Ramón Jiménez, dice el curador Tomás Llorens a La Jornada

La muestra se montará en Granada y luego en Madrid

Especial
Periódico La Jornada
Sábado 31 de marzo de 2012, p. 4

Ferrara. El Palacio de Diamante presenta –desde el 17 de marzo para terminar el 17 de junio– la exposición itinerante Jardines de luz, dedicada al artista valenciano Joaquín Sorolla (1863-1923).

Con su fachada, que decoran prismas en piedra, el recinto invita a recorrer una muestra –con la curaduría de Tomás Llorens, Blanca Pons-Sorolla, María López Fernández y Boye Llorens– del protagonista del modernismo español.

Tomás Llorens, prestigioso historiador del arte español, quien ha sido director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y conservador jefe de la colección Thyssen-Bornemisza, concede una entrevista a La Jornada para esclarecer ciertos aspectos del arte de Sorolla.

–¿Cuál es el objetivo de la exposición Jardines de luz?

–Hemos querido subrayar un aspecto nuevo en la historiografía del artista que no se ha destacado de manera suficiente. Estilísticamente hablando es una pintura desmaterializada, reducida a sus elementos más esenciales, con aspectos casi minimalistas incluso desde el punto de vista de la materia pictórica, llegando en algunos casos a transparentarse la tela; usa casi aguadas con colores muy simples, muy distinto de su estilo conocido que privilegia la materia y pone énfasis en la expresividad de la pincelada.

“Desde el punto de vista de la poética, es de intimidad, de silencio, resalta los valores de la contemplación, más evidente en el tema del jardín, que es como la metáfora de la pintura, una especie de huerto cerrado, algo que el artista cultiva asiduamente, respetando la naturaleza con una atención concentrada, es un hortus conclusus, un espacio vallado, aislado.”

Pintura naturalista

–¿Existe cercanía entre la pintura de Sorolla y la poesía de la época?

–Sí la hay. Por ello hemos querido establecer un paralelismo entre ésta y la poesía de Juan Ramón Jiménez. Ambos eran de dos generaciones distintas; éste desarrolla su poesía en el siglo XX y el pintor se sitúa cuando los siglos se traslapan. Ambos se conocen, hay afinidad, uno le dedica textos y el otro le pinta dos retratos.

“De 1915 a 1917 el mundo estaba en guerra, Juan Ramón hace una poesía diferente, deja el simbolismo en favor de la poesía pura que exprese los sentimientos con la máxima sencillez, quedando el ritmo como la única expresividad.

Juan Ramón viene del simbolismo y evoluciona, es en ésta convergencia que ambos se encuentran.

–¿Este viraje coincide con un cambio de época?

–Los cambios que se dan al finalizar la Primera Guerra Mundial llevan a olvidar casi de inmediato la pintura de Sorolla.

Los nuevos artistas conservarán una actitud beligerante, de ruptura con el pasado. Sorolla lo representa plenamente y por ello se le redescubre hasta ahora, a pesar que en España nunca perdió popularidad. Aunque sólo hasta los años 60 del siglo pasado empezó a estudiársele.

Foto
Autorretrato, 1909, óleo incluido en la amplia exposición del artista que se presenta en la ciudad italiana de Ferrara, perteneciente al Museo Sorolla, en MadridFoto Fundación Museo Sorolla

–¿Joaquín Sorolla fue un pintor impresionista?

–No. Creo que es un uso abusivo del término, pues desconfío de las etiquetas. Diría que la suya es una pintura naturalista propia del siglo XIX, obsesionada con la luz, el color, la instantaneidad, y la manera directa de representación, más allá del círculo circunscrito de los impresionistas y común a toda Europa e incluso Estados Unidos.

–Entonces, ¿fue un simbolista?

–Diría que simbolista es una etiqueta más interesante, porque no se reduce a un círculo cerrado. Es más bien una tendencia, una oleada cultural internacional que tiene un éxito consistente y cubre todos los ámbitos de la creación: música, poesía, teatro. Simbolismo es el polo opuesto del naturalismo, pero Sorolla entra en esta categoría en el concepto del arte por el arte.

Al visitar la exposición de Joaquín Sorolla, en el Palacio de Diamante, la vivencia se prolonga frente a telas que trasudan calor, domina la luz, las tonalidades cálidas, la vegetación exuberante, el agua, la arquitectura asolada.

Joaquín Sorolla, artista prolífico que dejó una producción de casi 4 mil cuadros, debió en su tiempo la mayor fama y reconocimiento internacional a sus capacidades como retratista, en una ideal integración de figura con paisaje.

Una vez que obtuvo estabilidad económica se dedicó, en su fase madura, entre 1912-1920, a una pintura íntima e introspectiva que muestra un aspecto hasta ahora desconocido del artista: esta indagación es el acierto y el valor de la exposición.

Las raíces de tal cambio se deben al encargo de 14 enormes páneles que, en 1911, le hizo la Hispanic Society of America, de Nueva York, titulados Las provincias españolas, ocupándolo por ocho años en viajes constantes a lo largo de España en el intento de estudiar el carácter peculiar de cada región de la península,y quedar cautivado sobre todo por Andalucía.

Los cuadros que reúne la muestra Jardines de luz pertenecen a esa vivencia, pero con una actitud de completa libertad expresiva; pinta para sí mismo y se interesa por el paisaje, los patios y jardines andaluces (en particular los del Alcázar de Sevilla y de la Alhambra de Granada).

Tal experiencia lo llevó a diseñar en su casa madrileña –hoy Museo Sorolla– un jardín andaluz al que dedicará sus últimas energías pictóricas, como hizo Monet en Giverny.

De haberse conocido los dos artistas es probable que el mexicano José Clemente Orozco habría sido más moderado con Sorolla; una carta a Jean Charlot en 1928 describe su visita a la biblioteca de la Hispanic Society: un gran salón decorado con grandes pinturas (?) murales de Sorolla ¡majadero! Este señor confundió la pintura con el cante jondo flamenco, ¡olé!

La exposición Jardines de luz viajará a Granada (Museo de Bellas Artes, Alhambra, del 29 de junio al 14 de octubre) y Madrid (Museo Sorolla, 29 de octubre de 2012 al 5 de mayo 2013).