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Estudio demuestra que estimula las partes del cerebro asociadas con el trastorno

La terapia de choques eléctricos, efectiva contra la depresión

Controlaría las conexiones hiperactivas relacionadas con el ánimo, el pensamiento y la concentración, explican expertos de la Universidad de Aberdeen, en Escocia, autores del trabajo

 
Periódico La Jornada
Viernes 23 de marzo de 2012, p. 2

Londres, 23 de marzo. Un equipo de científicos descubrió cómo la terapia electroconvulsivante o por choque eléctrico, tratamiento controvertido pero efectivo, actúa en el cerebro de las personas con depresión grave y asegura que los resultados podrían ayudar a mejorar el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad mental.

La terapia electroconvulsivante (TEC) se realiza con anestesia y consiste en inducir una convulsión con corriente eléctrica. Su reputación es controvertida, en parte por su papel en la película de 1975 Atrapados sin salida (One Flew Over The Cuckoo’s Nest), con Jack Nicholson; sin embargo, es un tratamiento potente y efectivo para los pacientes con trastornos del ánimo, como la depresión grave.

A pesar de que se aplica con éxito en el mundo desde hace más de 70 años, los científicos no sabían cómo funcionaba exactamente o por qué da resultado. Ahora, un equipo de la Universidad de Aberdeen, en Escocia, demostró por primera vez que la TEC afecta la comunicación entre las distintas partes del cerebro asociadas con la depresión.

En un estudio publicado en Proceedings, de la Academia National de Ciencias, el equipo explica que la TEC controlaría las conexiones hiperactivas entre las áreas cerebrales relacionadas con el ánimo y las áreas asociadas con el pensamiento y la concentración. Eso, para los autores, frena el enorme impacto de la depresión en la capacidad de los pacientes de disfrutar la vida y realizar las actividades diarias. Resolvimos un acertijo terapéutico de 70 años de antigüedad, aseguró Ian Reid, profesor de siquiatría de la Universidad de Aberdeen, quien dirigió el estudio.

Nuestro hallazgo clave es que si se comparan las conexiones cerebrales antes y después de la TEC, se puede ver que la terapia reduce la potencia de las conexiones, declaró.

Por primera vez, podemos describir algo que la TEC hace en el cerebro con sentido en el contexto de lo que pensamos que funciona mal en las personas con depresión, agregó el autor.

En los años recientes, los especialistas desarrollaron una nueva teoría de cómo la depresión afecta el cerebro. Sugieren que existe una hiperconexión entre las áreas cerebrales involucradas en el procesamiento de las emociones y el cambio del ánimo y las zonas ligadas al pensamiento y la concentración.

David Nutt, profesor de neurosicofarmacología del Colegio Imperial de Londres, y que no participó del estudio, opinó que los resultados tienen mucho sentido.

Las conexiones discapacitantes entre las distintas áreas del cerebro es lo que habría anticipado a partir de la literatura publicada sobre la depresión, comentó.

Nutt agregó que los resultados coinciden con uno de sus estudios publicados en enero, en el que descubrió que la silocibina, ingrediente activo de la droga sicodélica conocida como hongos mágicos, también altera esa red de conexiones y sería efectiva contra la depresión grave.

En el nuevo estudio, los autores utilizaron resonancias magnéticas funcionales para estudiar el cerebro de nueve pacientes con depresión grave antes y después del tratamiento con TEC. Luego, el equipo realizó un análisis matemático complejo para investigar la conectividad cerebral.

Según el responsable de neuroimágenes de la Universidad de Aberdeen, Christian Schwarzbauer, quien desarrolló el nuevo método para analizar los datos sobre la conectividad, el análisis permitió al equipo conocer cómo se intercomunicaban más de 25 mil áreas cerebrales distintas.

Schwarzbauer opinó que el nuevo método también se podría aplicar a gran variedad de trastornos cerebrales, como la esquizofrenia, el autismo o la demencia, y permitiría comprender mejor los mecanismos subyacentes de las enfermedades y desarrollar nuevas herramientas de diagnóstico.

A los autores les gustaría seguir vigilando a los pacientes para determinar si la depresión y la hiperconectividad reaparecen.