17 de marzo de 2012     Número 54

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


FOTO: Enrique Pérez S. / ANEC

El medio ambiente en México, un desastre

Los indicadores ecológicos en México son trágicos a tal grado que un grupo de organizaciones y ciudadanos han decidido generar una iniciativa de propuesta de política pública ambiental, y aquel candidato a la Presidencia que los asuma obtendrá el respaldo de este conglomerado social, afirmó Víctor Toledo, ecólogo e investigador de la UNAM, durante la mesa dedicada a este tema, dentro de la serie Los Grandes Problemas Nacionales. Diálogos por la Regeneración de México, organizada por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), la Fundación Equipo, Equidad y Progreso y el Sindicato Mexicano de Electricistas.

Toledo mencionó grandes retos y riesgos que existen en materia ambiental y donde debería ponerse orden por medio de una política pública en el próximo sexenio, aun cuando el panorama político de México es sumamente corrupto. Y tal política tocaría temas que van desde transgénicos y la minería a cielo abierto hasta los plaguicidas, el uso del agua y el manejo forestal.

En la mesa –la cual es la primera de una serie que tendrá sesiones semanales en el Club de Periodistas y que durarán hasta el cierre de mayo próximo– otros especialistas hablaron detalladamente de cada tema.

Enrique Provencio, consultor de la Organización de las Naciones Unidas, advirtió que una tercera parte de la morbilidad y la mortalidad humanas tienen causas explícitas en el deterioro ecológico, y lo que está por venir en cuanto a este deterioro es muy preocupante: “estaremos ante procesos más difusos, d e escala más amplia, para los cuales no tenemos tecnologías ni formas sociales para enfrentarlos”.

Explicó que en los 30 años recientes las tasas de crecimiento del PIB nacional han sido relativamente bajas, apenas se duplicó la producción a lo largo del periodo, al tiempo que se dobló también el uso de los recursos naturales, pero, alertó, aun manteniendo un ritmo económico bajo, para el 2050 los impactos ambientales se triplicarán (por los efectos acumulados).

Esto no quiere decir que México deba dejar de crecer, pero sí tener una política que reduzca los impactos. Y en el centro, como aspecto fundamental, debe estar la preocupación por la salud de las personas. El problema hoy es que en las decisiones cruciales del país, la política ambiental es tradicionalmente desdeñada.

Eckart Boege, ambientalista reconocido, dijo que la minería a cielo abierto, que se está imponiendo en México y otros países, es negocio de “un puñado de trasnacionales de origen canadiense”. Esta actividad es intensiva en uso de recursos naturales y energía, y su tecnología es brutalmente extensiva en territorio con costos ambientales ocultos de tal magnitud que no sería viable si tuvieran que pagarse con dinero esos costos.

Por ejemplo, dijo, para producir un metro cúbico de oro de yacimientos que tienen 0.6 gramos de metal por tonelada de tierra removida, se destruyen 400 hectáreas, cuyos propietarios (muchos, ejidatarios) son previamente “conminados” a vender o rentar. Afirmó: “la biodiversidad que se destruye tiene valores únicos e irreparables para el mundo”. De los millones de toneladas de tierra que remueven las empresas mineras, aproximadamente dos terceras partes tienen interés para ellas y van a dar a las “tepetateras”, donde se generan drenajes ácidos con efectos ambientales nocivos de largo plazo. Y la tierra que sí utilizan, una vez procesada, va a dar a terreros o pilas de lixiviación. Además, esta industria utiliza miles, millones de litros o toneladas de diesel, cianuro, ácido clorhídrico y explosivos, sumamente contaminantes y dañinos a la salud, y se le da prioridad para la utilización del agua por sobre el interés para el consumo humano.

Alejandro Villamar, miembro de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio (RMALC) y de la Red de Afectados por la Minería, afirmó que la movilización y la presión social son fundamentales para proteger el ambiente. Predomina el modelo extractivista que viene desde la Colonia y que implica una apropiación de bienes sin producirlos, bienes que pertenecen a las comunidades y al país, y “se confunde el desarrollo con el crecimiento”. Así, tan sólo en los diez años que llevamos de gobiernos panistas, y sin considerar a la minería –que es la actividad que hoy registra las más fuertes tasas de crecimiento en la economía–, se ha generado una deuda ambiental que implica el 60 o 70 por ciento del PIB. Consideró que la clase política es parasitaria, poco creativa y subordinada al capital financiero, y por tanto resulta un obstáculo para alcanzar una política ambiental socialmente justa.

Gonzalo Chapela, experto en los tema de bosques, manejo de cuencas y desarrollo rural, dijo que México debería ser campeón forestal en el planeta, dado que es centro de origen de los pinus y de diversas plantas tropicales y tenemos condiciones para que esos organismos evolucionen. Señaló que cuatro de cada cinco hectáreas de bosque son propiedad social, pero la productividad de ésta ha sido muy limitada, pues aporta menos del 15 por ciento de la producción forestal nacional. Consideró que la política debe enfocarse a tener bosques sustentables con y para la gente, y se debe impulsar particularmente a las comunidades con una visión de largo plazo. La política hoy tiene efectos muy ineficaces: en los dos sexenios recientes se incrementó el presupuesto de la Comisión Nacional Forestal en tres mil 200 por ciento, y sin embargo ha habido una reducción reducido en una tercera parte de la producción y la balanza comercial del sector ha acentuado su déficit, además de que la deforestación avanza a pesar de que las cifras oficiales digan otra cosa.

Otros participantes en la mesa fueron Elena Álvarez Buylla, experta en el tema de transgénicos, Fernando Bejarano, quien habló sobre los riesgos y daños de los plaguicidas, e Hilda Salazar, de la Red Género y Medio Ambiente. (Lourdes Edith Rudiño)

Más información de estas mesas de diálogo, en http:// grandesproblemas.org.mx/

Política ambiental y de recursos naturales en México*

Claudia Sheinbaum Pardo

Entre 2005 y 2009 el agotamiento de los recursos naturales y la degradación del ambiente le costaron a México cada año cerca de 8 por ciento del PIB, equivalente a 150 salarios mínimos por habitante.

La afectación ambiental ocurre por emisiones de contaminantes al aire (en niveles que sobrepasan lo aceptable para la salud); contaminación y degradación del suelo; descargas de aguas residuales; sobreexplotación del agua subterránea; deforestación; consumo de energía sustentado en combustibles fósiles; daño a 65 por ciento de los manglares; aprovechamiento al límite de más de 80 por ciento de las pesquerías nacionales, y extinción de especies (dos mil 583, entre plantas y animales, están en categorías de riesgo).

En los años recientes se han impulsado grandes desarrollos con impactos ambientales y para la salud humana sumamente graves, en muchos casos irreversibles. Es el caso de la minería, cuyas concesiones y permisos, que ocupan ya 40 por ciento del territorio nacional, se han dado con violación de leyes, reglamentos y procedimientos jurídicos, afectando a miles de pobladores. Se ha evitado la actualización de reglamentos y normas ambientales incluso para su homologación con criterios internaciones.

Se promueven grandes desarrollos energéticos como los campos eólicos del Istmo de Tehuantepec, a partir del despojo de tierras a los pobladores y provocando mayor pobreza local en vez de beneficios. Grandes proyectos eléctricos privados junto a comunidades sin servicio eléctrico.

También los grandes desarrollos turísticos en la costa. Un ejemplo es Cabo Pulmo, en Baja California Sur, que pretende la construcción de cerca de 27 mil habitaciones y campos de golf en un Parque Nacional Marino que tiene una de las mayores coberturas de corales en el Golfo de California y que alberga una rica variedad de especies de peces, crustáceos, moluscos, quelonios, aves y mamíferos marinos, muchos de ellos bajo alguna categoría de protección ambiental en riesgo.

Y está la aprobación de la siembra de maíz transgénico a pesar de las normas nacionales e internacionales de protección y de los graves efectos que puede traer por la pérdida de diversidad biológica y soberanía alimentaria.

El descontento social ante proyectos de este tipo en diversos estados de la República ha tenido en la mayoría de los casos respuesta sorda, criminación de la protesta o incluso represión o venganza de los promotores de los desarrollos ante la ausencia de autoridad. Asesinatos y desapariciones de dirigentes comunitarios que cuestionan estos desarrollos se esconden en el clima de violencia nacional.

En México, el tema ambiental se ha convertido en adorno para el discurso oficial, en especial si está dirigido a la comunidad internacional.

El modelo económico que defiende que el mercado es el mejor distribuidor de los recursos, y cancela los derechos sociales y ambientales, ha fracasado porque ha generado mayor pobreza, falta de equidad y endeudamiento, además del deterioro ambiental.

Si a esto se agrega la corrupción, estamos ante una situación límite. Regulaciones incumplidas, proyectos devastadores de los recursos naturales aprobados por tráfico de influencias y dinero.

Este proceso de descomposición ambiental nos resta capacidades productivas, nos hace vivir mal, genera pobreza y nos pone cada vez ante mayores riesgos humanos. La situación ambiental en México es trágica.

Una nueva estrategia de regeneración ambiental no puede concebir la política ambiental aislada de las grandes decisiones del desarrollo. Es factible generar riqueza, distribuirla y, en el proceso, minimizar los impactos ambientales.

*Resumen de ponencia presentada el 6 de marzo de 2012, en las mesas de diálogo Los Grandes Problemas Nacionales. Para ver el documento completo, incluida la parte proposivita, ver: http://grandesproblemas.org.mx/temas/ consulta-las-ponencias