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Dicen que ganar es lo único, pero prefiero competir con honestidad

Rememora Trelles sus andanzas en los Mundiales; Pelé, el mejor

Defiende a El Jamaicón y se metía a las canchas porque no lo prohibían

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Es inexplicable que Cruz Azul no se corone, estimaFoto Carlos Hernández
 
Periódico La Jornada
Domingo 11 de marzo de 2012, p. a19

Con 10 años de experiencia –42 de edad–, Trelles enfrentó su primera prueba de fuego: el Mundial de Suecia 1958.

México sólo había sumado derrotas en sus Copas previas: Uruguay 1930, Brasil 1950 y Suiza 1954. La losa era muy pesada: ocho derrotas, seis de ellas por goleada.

No hubo nervios. Yo siempre fui muy tranquilo. Analizaba lo que podía tener enfrente como adversario y eso me hacía preparar al equipo, dice sereno.

Pero en su primer partido mundialista al frente del Tri, la historia nacional siguió en el camino de las penurias. El sorteo, que siempre favorece a los anfitriones, determinó que el local Suecia enfrentaría a México y la Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA) no se equivocó: los europeos golearon 3-0.

El segundo duelo fue ante País de Gales; entonces era un equipo de respeto, y se obtuvo el primer empate en las copas, 1-1, con gol de Jaime Belmonte.

Ganar ese punto fue una gran satisfacción, de esas que da el futbol, sintetiza Trelles sobre lo que en ese tiempo fue casi una hazaña nacional.

Otro recuerdo memorable de esa justa fue que vio de cerca al que considera el mejor jugador en la historia: Pelé.

Ahí lo vi, pero ya lo conocía desde más jovencito, en su pueblo de Tres Corazones. Desde entonces ya despuntaba, era un chamaco que andaba por ahí.

Además de disfrutar el talento de O’Rey, a Trelles le tocó dirigir a José Villegas, famoso porque extrañaba en demasía el terruño nacional, sobre todo su natal Experiencia, en Jalisco. De ahí surgió el llamado síndrome del Jamaicón, que se dice afecta a los deportistas mexicanos cuando compiten fuera del país.

El ex seleccionador admite que la tristeza invadía a Villegas al alejarse de México, pero lo defiende como futbolista.

Había gente de mala intención que se apoyaba en ese caso único. José sí extrañaba cosas, pero jugaba bien a la hora del partido. Era seleccionado porque en la cancha jugaba lo que se necesitaba. Su forma de ser fuera era muy comentada, pero nunca fue juzgado como un mal futbolista.

Por el contrario, Villegas sostuvo duelos intensos ante uno de los magos del futbol: Garrincha. Y el anecdotario local cuenta que el magistral brasileño aseguró alguna vez que nunca nadie lo había marcado tan celosamente como ese defensa al que le decían Jamaicón.

Chile 62: la primera victoria

México empezó a perder desde el sorteo: le tocó debutar ante un Brasil mágico comandado por Pelé y Garrincha. Lógica la derrota de 0-2.

El segundo rival fue España y se rescataba el empate sin goles hasta el minuto 89, cuando sucedió una de esas tragedias muy propias de nuestro balompié.

“Los españoles tenían un equipazo, de los mejores de su historia: Puskas, Di Stéfano, Del Sol, Suárez. Desde la media cancha, Gento recorrió todo el campo, Raúl Cárdenas no quiso hacerle falta, Ignacio Jáuregui no le dejó el balón a La Tota Carbajal, trató de rechazar y le puso el esférico a Joaquín Peiro... Es un gol del que se sigue hablando. Me dio mucho coraje, pero hasta ahí, traté de ser un técnico equilibrado.”

De ese momento surgió la frase célebre de don Fernando Marcos: El último minuto también tiene 60 segundos.

Frente a Checoslovaquia, los mexicanos parecían seguir sufriendo sus penurias eternas con la pelota: recibieron un gol apenas a los 27 segundos.

Sin embargo, contra toda la lógica futbolística, se repusieron para vencer 3-1 al equipo que a la postre fue subcampeón del certamen, con tantos de Isidoro Díaz, Alfredo del Águila y Héctor Hernández.

Fue de los partidos que más me emocionó, por la gran reacción de los muchachos. Los checos eran un gran equipo y esa derrota les dolió, porque tuvieron que cambiar de sede.

Inglaterra 66: dos empates

Tuvimos un buen desempeño, casi calificamos, resume Trelles al recordar los empates 1-1 contra Francia y el 0-0 ante Uruguay, que ya había sido campeón.

Además, les tocó enfrentar, otra vez, al equipo local, ahora Inglaterra, que atemorizaba al tener a leyendas como Bobby Charlton y Gordon Banks. En duelo de preparación, los ingleses habían goleado 8-0 a México, por lo que Trelles consultó con sus jugadores: acordaron jugar como Uruguay había enfrentado a Inglaterra y había logrado la igualada sin goles.

Les jugamos con un 4-4-2 que no se acostumbraba y era considerado superdefensivo. Y ya no nos golearon, pero perdimos 2-0.

Fue una derrota de esas llamadas dignas ante el conjunto que semanas después alzaría el título en el mítico Wembley.

México ya no era vapuleado en los Mundiales y el saldo de dos empates y una derrota se consideró positivo, por lo que Trelles se mantuvo en el cargo para lo que fue su cuarta Copa consecutiva.

Sin embargo, al realizarse en 1970 la justa en el país, el polémico técnico evadió sorpresivamente los reflectores.

Yo entonces era muy criticado por un grupo de reconocidos periodistas. Al ser aquí, mi familia estaba muy expuesta a las críticas. Por eso me hice a un lado y me quedé como asesor de Raúl Cárdenas, quien era mi auxiliar.

No fue una decisión fácil, porque ser técnico de la selección nacional es un sitio que todo mundo quiere tener, pero el también llamado entrenador de la cachucha optó por la tranquilidad familiar.

Así ha sido siempre: con la familia como eje de su vida, don Nacho suma más de 60 años de casado con doña Consuelo Noriega, con quien sostuvo un noviazgo de ocho años, y además de sus logros futbolísticos habla con orgullo de sus hijos María Eugenia, Leopoldo, Eduardo y Leticia, así como de sus seis nietos.

Nunca regresó al banquillo nacional –que le dio oportunidad de dirigir a figuras como Antonio Tota Carbajal y Enrique Borja–, pero con su sapiencia pudo ganar más títulos en otros equipos.

Aunque podría presumir de ser un técnico triunfador, su filosofía va más allá de la victoria por sí misma.

Hay quienes dicen que ganar es lo único. Yo prefiero decir que lo mejor es competir con honestidad. Y desde esta perspectiva defiende lo realizado por Cruz Azul en años recientes: llegar a las finales sólo para perder.

–¿Cómo se explica usted que un equipo tan grande como éste sólo tenga un título en 30 años?

Pausa de Trelles. A sus espaldas, en la cancha principal de La Noria, el equipo dirigido actualmente por Enrique Meza inicia sus entrenamientos.

–Es inexplicable –dice por fin–. La realidad le impide a uno dar su propia explicación… pero ser subcampeón tiene mucho mérito. Todos los otros quisieran serlo. Creo que no se le da el mérito que tiene ser subcampeón.

No siempre fue así. En la década de los 70 Cruz Azul era conocido como La Máquina, porque su accionar era perfecto y arrollaba a los rivales.

Trelles fue parte de ese cuadro de época y ahí también dirigió a jugadores legendarios, como Miguel Marín, Fernando Bustos y Alberto Quintano.

Se le identifica más con el Cruz Azul, donde consiguió dos títulos (1978-79 y 1979-80) y fue parte de uno de los mejores equipos en los anales de nuestro futbol, pero también dirigió al América en los tiempos de Guillermo Cañedo, fue bicampeón con Toluca (1966-67 y 1967-68) y no pudo lograr cetros con Atlante, Universidad de Guadalajara y Puebla, donde se retiró después de 40 años de trayectoria incomparable –sólo fui agredido tres veces, pero no de consideración– y movido, otra vez, por razones familiares.

Ya no quería estar lejos de mi familia, por eso dejé de ser entrenador, dice.

Finalizaba así la carrera más exitosa y polémica: durante mucho tiempo se recordarán sus protestas al silbante y sus incursiones a la cancha en las que no había poder humano que pudiera sacarlo.

¡No había prohibición y yo me aprovechaba de eso! Sí, se enojaban mucho conmigo, pero yo hacía lo que podía para ayudar al equipo. Cuando fue algo prohibido, pues dejé de hacerlo.

El futbol de antes y el de ahora

Asegura no compartir la frase de que todo tiempo pasado fue mejor, pero Trelles no se deja deslumbrar por el juego de hoy, ni por el Barcelona, ni por el mismísimo Lionel Messi.

–Usted conoció a muchos astros y los vio jugar, ¿cuál considera que ha sido el mejor?

–Sin lugar a dudas: Pelé. Él es el mejor en toda la historia del balompié. Claro que ha habido grandes jugadores, pero ninguno ha llegado a ese nivel, ni Maradona, ni Messi, ni nadie… Pelé era un fuera de serie, hacía magia, tenía todo, era imposible detenerlo.

–También observó usted a equipos como el Brasil de Pelé y a la Naranja Mecánica. ¿Qué le parece el Barcelona de hoy, será el mejor equipo de toda la historia, como muchos opinan?

–No. El Barcelona de hoy es lo que era antes el Real Madrid: una gran calidad de juego y de futbolistas. En estos momentos sí es el mejor, pero lo mismo se decía antes del Real Madrid.

Sin embargo, critica la rudeza del balompié actual. El futbol de ahora es de más fuerza, se golpea más, es mayor el esfuerzo. Antes era menos violento, aunque no necesariamente era un mejor juego. El problema es que la violencia se da en todas las zonas del campo y a veces hay aspectos de mala intención, creo que la FIFA está obligada a hacer algo en relación con la violencia, me parece que deben revisar muy bien las reglas.

Los bailes

Además del balompié de antaño, recuerda con entusiasmo sus años mozos en los que le gustaba bailar con las grandes orquestas.

–¿Qué tal aquellos bailes fuera de la cancha, don Nacho?

Ríe a plenitud. Sí, bailaba de todo, blues, paso doble, tango y danzón, pero más o menos, eh, no se crea que muy bien. Me gustaba mucho ir a bailar con esas grandes orquestas que ya no hay.

Le fascinaba también el toreo, el cine y el teatro, aficiones que tuvo que dejar.

Ya no voy a nada. Tengo unos 20 años que no voy a ninguna parte, porque es un problema moverme, pero en la tele me gusta ver de todo: beisbol, futbol americano, boxeo, lucha libre y también la ópera.

–Y quedan los recuerdos

–Sí, esos parques donde entraba uno gratis, los Mundiales, los grandes equipos y jugadores.

–¿Qué le faltó?

Alza los hombros.

Y concluye: “Ser campeón del mundo era un absurdo, pero he sido feliz, creo que me fue bien en el futbol mexicano y si volviera a nacer volvería a tomar el mismo camino. Y aquí sigo, aunque ahora en una actividad muy diferente…”