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Preocupa que intervenir el cerebro provoque cambios en la personalidad del paciente

La tecnología biónica, con gran potencial médico, pero temen efectos

La implantación de electrodos ha mostrado mejoras en el control de movimientos en Parkinson, pero también ha tenido consecuencias severas

Perturbador, su empleo militar

The Independent
Periódico La Jornada
Martes 6 de marzo de 2012, p. 2

Hace 40 años se presentó el primer humano biónico en la exitosa serie televisiva de ciencia ficción El hombre de seis millones de dólares (difundida en México como El hombre nuclear). Hoy se trata de un hecho científico. Nuevas tecnologías que intervienen en el cerebro, construyen capacidades sobrehumanas y permiten a los usuarios operar armas o sillas de ruedas con el poder del pensamiento están ya en el mercado o en desarrollo.

Se ha mostrado que electrodos implantados en lo profundo del cerebro de los pacientes estabilizan los movimientos temblorosos de la enfermedad de Parkinson, y se usan cascos de creatividad que aplican impulsos eléctricos a la cabeza para mejorar la memoria y la capacidad matemática.

Científicos han demostrado que una persona en Nueva York con un dispositivo implantado en el sistema nervioso puede controlar un brazo robótico en el Reino Unido, moverlo y percibir la posición de objetos con sólo pensarlo.

Pero el rápido avance de la investigación suscita preocupaciones de que al interferir en el cerebro se pueda cambiar la personalidad de las personas y crear superhumanos biónicos para aplicaciones militares, o bien para controlar mentes, con implicaciones perturbadoras para la sociedad.

Ética

En Gran Bretaña se ha lanzado una consulta sobre la ética de las nuevas tecnologías, cuyo mercado global se estima en 8 mil millones de dólares y crece con rapidez, según el Consejo Nuffield de Bioética, organismo que realiza el sondeo.

Intervenir en el cerebro siempre ha hecho surgir esperanzas y temores. Esperanzas de curar enfermedades terribles y temores a los intentos de elevar la capacidad humana más allá de lo normalmente posible, señala Thomas Baldwin, director del estudio y profesor de filosofía en la Universidad de York. Esto nos desafía a pensar qué es lo que nos hace humanos y por qué creemos que nos comportamos como lo hacemos.

La tecnología más avanzada es la estimulación profunda del cerebro –implantación de electrodos–, la cual ha mostrado resultados dramáticos en mejorar el control de movimientos en la enfermedad de Parkinson. Pero algunos pacientes han desarrollado severos efectos laterales, incluso cambios de personalidad, aumento de la urgencia sexual y conducta delictiva. Un estudio encontró que la mitad de quienes recibieron tratamiento reportaban un deterioro en su matrimonio u otras relaciones. Si eso se repite en otros estudios, será alarmante, señaló el profesor Baldwin.

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Entre las novedades que se presentarán en la famosa feria de computación CeBit, en Hannover, Alemania, se encuentra esta robot danzarina, con todo y tubo. La muestra cerrará el 10 de marzoFoto Reuters

Se ha mostrado que un cable eléctrico enredado en un casco o adosado a la cabeza con una banda que aplica impulsos eléctricos al cerebro alivia los síntomas de la depresión severa y eleva el desempeño mental en adultos jóvenes. Se le conoce como casco de la creatividad; utiliza una tecnología llamada estimulación magnética transcraneal y ya es posible adquirirlo en empresas de ventas por Internet. Suprime cierta actividad del cerebro y permite al individuo enfocarse en una tarea en particular.

Alena Buyx, del Consejo Nuffield, indica: Una prueba en Gran Bretaña mostró que elevaba el desempeño en matemáticas, y ha habido llamados a introducirlo en la educación para niños. Sabemos de niños a los que les han recetado ritalin (droga aplicada al desorden de déficit de atención por hiperactividad) para mejorar su desempeño escolar. ¿Debemos tratar de crear individuos con habilidades sobrehumanas?

Células neurales

En Escocia, los médicos han probado por primera vez en el mundo inyectar células neurales troncales en el cerebro para remplazar neuronas dañadas, como tratamiento para los infartos. Pero existen temores de que esa terapia pudiera conducir a tumores cerebrales o cambios de humor, conducta o habilidad.

¿Será que esas tecnologías alteran nuestras nociones de responsabilidad personal? Si a alguien se le pesca robando en un almacén, ¿puede alegar que su implante cerebral le ordenó hacerlo?, pregunta la doctora Buyx.

Kevin Warwick, profesor de cibernética en la Universidad de Reading, quien se usó a sí mismo como conejillo de Indias para hacer implantes en su sistema nervioso y controlar dispositivos a distancia, señaló: Las aplicaciones militares están en fase de prueba, pero aún no en uso. Entre ellas se incluye controlar vehículos y armas a distancia; el soldado se encuentra en un lugar más seguro mientras el arma está en el campo de batalla. Borra la distinción entre hombre y máquina. ¿Quién toma las decisiones, quién es responsable?

El desarrollo de las tecnologías para uso en la guerra resulta perturbador para algunos, pero el potencial de ayudar a personas que padecen enfermedades como el Alzheimer y otros trastornos cerebrales es enorme. Es una gran zona problemática, y existe la posibilidad de ayudar a un enorme número de personas en diferentes formas, apunta el profesor Warwick.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya