Opinión
Ver día anteriorLunes 5 de marzo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
Se llaman zapopinas
L

a corrida resbalaba entre tediosa y aburrida cuando Hilda Tenorio citó al quinto toro de la tarde, de San Judas Tadeo, de lejos y le hizo un quite por las llamadas zapopinas, que fue juego de mariposas revoloteando en el redondel de la Plaza México. El capote giraba y la torera chiquita, muy quieta y vertical no movía las zapatillas y las mariposas parecían revolotear en torno a su figura. La torera buscaba darle a su toreo un enfoque diverso calando en la raíz misma de lo transgeneracional que abrió desde hace años una puerta a la vida de la mujer en los redondeles. La torera, sencillez en la plaza, prefiere esta manera de encender la plaza recogida en el aire que expresa con donaire su forma de torear.

En el juego de mariposas de su capote el cronista porque sabe que razones, recordaba al poeta torero y marinero Rafael Alberti:

“Arrebol
Revolera de arreboles
O un moreno girasol
Farol entre los faroles
Ya parece
Ya se escapa,
Ya se eleva
Ya anochece o amanece
desde el fondo de una cueva
¡Aire que la lleva el aire!
¡Aire que el aire le lleva!”

En su toreo farolero –una de sus facetas– ha toreado de capa al toro, pero no de muleta. Debajo del farolear de su capa existían los signos terminales, las cosas de una vez. Toreo de capa que con sus girasoles dejaba la huella de Hilda Tenorio de la emoción de lo vivido en el coso de Insurgentes. Toreo que se escapaba inasible, sorpresivo, proteico, sinuoso.

Hilda Tenorio con su simpatía reabre el tema de las mujeres toreras. Un estilo femenino si se puede hablar así del ingenio, el espíritu lúdico, las formas abiertas que, entre otros propician, la presencia de la mujer en las plazas de toros en cosas de hombres. La mujer abre nuevos espacios con el ballet torero que va más a tono con lo femenino.