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Toros

Chepino, así llamado en honor de Vázquez Mota, prometió y decepcionó

Hilda Tenorio, torera de triste sonrisa, no pudo cuajar la faena pero se ganó al público

De los tres toros con nombres de candidatos, Peje fue muy superior a Copetón

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La michoacana Hilda Tenorio dio vuelta al ruedo este domingo en la Plaza MéxicoFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 5 de marzo de 2012, p. a42

De los seis toros que la ganadería hidalguense de San Judas Tadeo soltó para la decimonovena función de la temporada 2011-2012, a tres les pusieron nombres que evocan a los candidatos presidenciales: Peje, Chepino y Copetón.

El mejor fue Peje: bonito negro zaino, que peleó con el caballo mientras recibía el único puyazo que le administraron, y que le embistió de largo a Hilda Tenorio para un breve quite de dos chicuelinas y una media, al que la europea, Mari Paz Vega, respondió con rápidas y desaliñadas chicuelinas antiguas.

Como no podía ser de otro modo, durante el trasteo de muleta, Peje desarrolló sentido por la izquierda, y Vega, la peninsular de allá, lo despachó de estocada trasera y caída, para retirarse al callejón en silencio. Con el segundo de su lote pasó inédita, pero acabó haciendo picadillo de sesos al descabellar a lo bestia.

Muy puesta, con harto sitio, la michoacana Hilda Tenorio no pudo cuajar al segundo de la tarde, un manso menso llamado Gordo, que se quedó quieto al ser picado y se atornilló al piso en el tercer tercio. En cambio, con el quinto de la tarde, Chepino, hermoso castaño colorado y brocho, que salió del túnel con muchas patas, la joven torera de la triste sonrisa se fajó en serio.

Lo recibió con faroles de rodillas al hilo de las tablas y, ante el griterío del escaso público, se fue a los medios y bordó un vistoso quite por zapopinas, que hizo presagiar una faena grande. Pero la realidad se impuso a las ilusiones, y aunque Chepino prometió contribuir a la consagración de la gran mujer que lleva por dentro la pequeña Hilda, a la hora de la verdad el toro bautizado en honor de Vázquez Mota decepcionó a propios y extraños y se fue al destazadero entre abucheos y merecida rechifla.

A Lupita López, la torera más guapa del universo, una priísta yucateca de corazón, le salieron Don Arturo –¿en recuerdo de Montiel, tío de Peña Nieto?– y Copetón, tercero y sexto de la tarde, que resultaron resabioso uno y manso perdido el otro.

Sin perder el donaire, la elegancia y la luz de la belleza que irradia, la peninsular de acá no ocultó las consecuencias de no haber toreado desde que el 13 de marzo del año pasado tomó la alternativa en el pozo de Mixcoac. Así que en medio de uno de los varios momentos tediosos de la tarde, un espectador gritó: Herrerías, ¿dónde está Saldívar? Y contemplando los tendidos desiertos, me dije: Saldívar está y estará lo más lejos posible de aquí para evitar que la México vuelva a llenarse, porque eso le ocasionaría graves pérdidas económicas a Miguel Alemán.