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Se rindió homenaje al humanista en la FILPM, a un año de su muerte y cien de su natalicio

Es nuestro deber legar a los que vienen la obra de José Iturriaga

Se evocó su pasión por el país: representó el nacionalismo con alto sentido de responsabilidad, indicó González Cosío; inventó la mexicanología; pero no hemos logrado cumplir su encomienda: el futuro está en la sombra, dijo Muñoz Ledo

Este 2012 se publicarán sus obras completas

 
Periódico La Jornada
Domingo 26 de febrero de 2012, p. 2

Homenaje a un hombre sabio: José Iturriaga. Seis de la tarde. Salón de la Academia del Palacio de Minería. Tres fotografías tomadas en 1930, 2008 y 2010. En una mesa, unos cuantos títulos de su vasta obra que este año verá la luz convertida en 13 volúmenes divididos en cuatro series. Decenas de amigos y familiares, entre ellos sus hijos Yuriria y Gabriel, quienes durante una hora, insuficiente, escucharon acerca de la vida, obra y pasión del humanista al cumplirse un año de su muerte y el centenario de su nacimiento.

Precursor de la sociología mexicana y amante del centro de la ciudad de México, fue uno de esos hombres que dejan un vacío que no se está llenando con esa sabiduría y amor a México que don Pepe nos enseñó a cultivar todos los días, expresó José Ignacio Campillo García, abogado y funcionario público, quien moderó la mesa en la que estuvieron Arturo González Cosío y Porfirio Muñoz Ledo, alumnos-colaboradores los tres, de quien, entre muchas de sus profesiones y oficios, fua embajador en la ex Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas y Portugal.

Que este homenaje realizado en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM) sirva para seguir generando entusiasmo por su obra, dijo Campillo García. Su obra abarca sociología, política, periodismo, historia, filosofía, sabiduría popular, cultura.

Recorrido por su vida

Don José Ezequiel Iturriaga Sauco falleció el año pasado a los 99 años de edad. Hizo todo para llegar a los cien años, dejó de fumar, entre otras cosas, porque consideraba que morirse era de muy mal gusto, que afectaba a los amigos, porque les causaba molestia.

Como parte de su vida se recordó su llegada a la ciudad de México después del abandono de su padre, la semana que vivió en la banca de un parque, las caminatas por las calles de la ciudad, de su postura frente al fortalecimiento de la cultura, su trabajo como investigador, como consejero de presidentes de la República, o como guionista de Aquellos años, en colaboración con el escritor Carlos Fuentes y el cineasta Felipe Cazals.

Arturo González Cosío, poeta, político y filósofo, subrayó que es imposible entender la obra de José Iturriaga sin reconocer que se está frente a algo inusitado, la plenitud, vida y obra inseparables que abarcan una amplia gama.

Habló de la modestia de don Pepe, ante la que prevalecen los más altos valores humanos. Nunca buscó rangos académicos o consideraciones especiales; predominó la más radical sobria y desinteresada honradez. Representó el nacionalismo y el amor por México con alto sentido de responsabilidad.

Un hombre multifacético, cuyas manos lo mismo fabricaban los anaqueles de su biblioteca, que preparaban comidas a nivel del más calificado chef internacional, o escribían una obra extensa. Sus palabras referían la necesidad de defender la soberanía y la paz mundial, o para impulsar proyectos que beneficiaran al país.

Tocó el turno a Porfirio Muñoz Ledo: “Estamos celebrando cien años y estamos inaugurando cien años. Hace cien años nació don Pepe, y se nos fue uno antes del tiempo que había decidido racionalmente vivir. Lo despedimos entonces con un último recogimiento y con moderada solemnidad. Comenzamos a avanzar y a proponer algunas ideas y reflexiones que tendrían que dasarrollarse con el tiempo, entre ellas, cómo recoger una obra tan prolífica, tan cálida por tan humana, tan inasible, en algo capaz de reproducirse de generación en generación.

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En la imagen, Campillo García, González Cosío y Muñoz Ledo, durante el homenajeFoto María Luisa Severiano

Sabíamos, y lo supimos siempre, que don Pepe fue un excepcional republicano que decidió transmitir la esencia de la pasión, último gran mexicano del siglo XX, también personaje renacentista de vitalidad invencible, formado en el trabajo manual, minero, ebanista, ser humano lúcido y cálido, admonitorio y jovial; practicó la honestidad como dogma y desplegó la curiosidad como método.

Una de sus principales preocupaciones, dijo Muñoz Ledo, era el conocimiento del país en todas sus dimensiones, facetas y recovecos posibles. Nosotros, nuestra generación, decíamos que don Pepe había inventado una nueva ciencia, la mexicanología, con su pasión por nuestra historia y personajes, lugares, monumentos, paisajes, artes, sabores, leyendas, lenguas y refranes.

Autor de La estructura social y cultural de México, México en el Congreso de Estados Unidos, El tirano de América Latina y Ustedes y nosotros, cobijó a los jóvenes de la época y nos reunió a todos en una especie de escudo protector contra lo que sería más tarde la entrega y el vaciamiento de la soberanía nacional. Esa fue tal vez su misión esencial: la creación de espacios de contacto humano.

Además “se acercó a la filosofía, a la historia universal, y le inquietaron las motivaciones profundas de las potencias invasoras. Investigó con su peculio la referencia de nuestro país en el Congreso de Estados Unidos.

No atizó jamás el rencor ni la confrontación, sino el reconocimiento del otro y nuestras diferencias, continuó Muñoz Ledo.

Sin embargo, añadió el político, no hemos logrado cumplir su encomienda: el futuro está en la sombra. Sólo nos queda emular su ejemplo y salvaguardar, para los que vienen, la antorcha de nuestras convicciones. Esa es la razón por la que hace un año ofrecimos un esfuerzo excepcional para recoger la totalidad de su obra, que ha sido encomendado a Miguel Ángel Porrúa, bajo la custodia de Yuriria Iturriaga.

Las obras completas serán publicadas a mediados de año. Serán 13 volúmenes divididos en cuatro series; de ese tamaño es la dimensión de su trabajo: Historia de México y América Latina; Sociología, economía y política de México; Nacionalismos y política internacional, y Patrimonio cultural y divertimentos.

Una edición de esta magnitud es un nacimiento. Algunos de nosotros tuvimos el privilegio de convivir con don Pepe, leerlo, discutirlo y beneficiarnos con el patrimonio de la cultura. Es nuestro deber heredar a las nuevas generaciones, junto con nuestro recuerdo del personaje y sus vivencias, una obra que discutida, leída y analizada, lo va a prolongar y engrandecer.