Opinión
Ver día anteriorLunes 20 de febrero de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde el otro lado

Desigualdad entre desiguales

N

o parece haber duda de que la desigualdad en Estados Unidos ha crecido hasta un punto en el que ya no es extraño escuchar una frase tan ajena al lenguaje del estadunidense medio, sobre la existencia real de una lucha de clases. En un país tan impermeable a esos conceptos, conforme se ahonda la brecha entre ricos y pobres, hay cada vez más personas que consideran que uno por ciento efectivamente pertenece a una clase que se ha enriquecido a costa de la mayoría. Según un reporte de PEW, dos terceras partes de estadunidenses consideran que hay un fuerte conflicto entre ricos y pobres. Tal vez sea el resultado de que “el mensaje sobre la desigualdad en el ingreso manifestada por el movimiento Occupy Wall Street ha permeado en la conciencia estadunidense”. (The New York Times, 12 enero 2012).

En este contexto de desigualdad y crisis económica, tampoco es extraño que la animadversión contra los migrantes se exacerbe y se les acuse de usufructuar trabajos que pertenecen a los nativos. Sucedió en el pasado, sucede ahora y se repetirá en el futuro, a menos que quienes hoy alzan la voz contra ellos se percaten de que la realidad es otra. El American Immigration Council, el pasado septiembre publicó en su página de Internet: “Hay una brecha generacional en Estados Unidos y no es sólo de edad, también de color. La generación predominantemente blanca conocida como Baby boomers, a partir de este año ha empezado a retirarse. En las próximas dos décadas la fuerza de trabajo y la base de los impuestos descansarán en una nueva generación de latinos y asiáticos. Son los impuestos de estos migrantes y sus hijos los que en el futuro sostendrán el seguro social y el plan de salud Medicare”.

A esa conclusión habría que agregar que, con crisis o sin ella, los migrantes se encuentran en la base de la pirámide de ingreso y son ellos los más desiguales entre los desiguales. De acuerdo con otro estudio de PEW, el ingreso entre la población de origen latino cayó 66 por ciento, entre 2005 y 2009, de 18 mil a 6 mil dólares, por lo que fue el sector de población más afectado por la crisis, profundizando aún más la desigualdad.

Por todo lo dicho, no deja de ser paradójico que quienes hoy se alarman y gritan contra la invasión de quienes desde el otro lado de la frontera llegan a usurpar los trabajos de los nativos, sean precisamente quienes serán los beneficiados de esa invasión.

Así las cosas, la desigualdad se ha convertido en un mal endémico que no afecta sólo algunos países en desarrollo como México, sino a desarrollados como EU. Tal vez la diferencia sea que en una nación con nivel de desarrollo mayor la precariedad entre pobres moderados y extremos, para usar los términos de Coneval, es menos ofensiva.