Opinión
Ver día anteriorDomingo 19 de febrero de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La Patota
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ace poco más de diez años nació La Patota. Celebrábamos en un bar en un hotel de Maracaibo el final feliz de nuestras tareas en un congreso de derecho laboral Mario Pasco, peruano; Rafael Alburquerque, hoy vicepresidente de República Dominicana, y yo. Charlamos de todo y los tres pensamos lo conveniente que sería hacer un libro colectivo sobre el mismo tema, que no es la costumbre. Elegimos como tema la solución de los conflictos laborales y decidimos invitar a otros colegas con el fin de que la obra fuera un buen antecedente en la evolución del derecho del trabajo. Nos pusimos en contacto con otros laboralistas: Alfredo Montoya, de España; Wagner D. Giglio, de Brasil; Américo Plá, de Uruguay; Rolando Murgas Torraza, de Panamá, y Emilio Morgado, de Chile. Lo curioso del caso es que al maestro Plá lo invitamos para hacer el prólogo, pero nos tomó discretamente el pelo cuando en su lugar nos entregó la versión uruguaya del problema.

La editorial Porrúa aceptó la publicación del libro y de los que siguieron sobre otros temas de importancia y actualidad laboral.

A Mario Pasco se le ocurrió, en aquella primera reunión, llamar al grupo La Patota, expresión cuyo significado ignorábamos Rafael y yo. Nos aclaró que en Argentina expresa la idea de un grupo juvenil de conducta muy sospechosa.

Pero tropezamos con Plá a quien no le hacía gracia el nombre, que también tenía al mismo significado en Uruguay, y lo cambiamos por el políticamente de moda en el mundo internacional de Grupo de los Nueve. Lo divertido fue que después se incorporó al grupo Mario Ackerman, de Argentina.

Fue un libro exitoso y lo menos que pensamos fue repetir la idea. A la fecha ya son nueve los libros y el grupo ha recuperado su nombre inicial a partir del más que lamentable fallecimiento de Américo Plá, que ha sido sustituido por Juan Raso Delgue, también uruguayo y excelente laboralista.

Entre todos decidimos hacer un nuevo libro sobre el tema del outsourcing (la tercerización), lamentablemente de moda y mediante el cual las empresas alquilan trabajadores a empresas proveedoras de mano de obra, fórmula que tuvo su origen en Estados Unidos y cuyo objetivo, más que claro, es ahorrarse impuestos, pleitos laborales y cuotas de la seguridad social que quedan a cargo de la proveedora. La empresa arrendataria obviamente trabaja con mano de obra más barata y ello le permite competir de mejor manera.

El tema lo descubrí cuando formé parte de la Comisión que discutió y formuló el Acuerdo de Cooperación Laboral con los estadunidenses y canadienses y que forma parte del Tratado de Libre Comercio. El secretario del trabajo del presidente Clinton describió esa solución que lleva a las empresas estadunidenses a contratar mano de obra de otros países, importando sus productos y bajando con ello notoriamente sus costos.

Entre nosotros se ha convertido en un fraudulento sistema de competencia, totalmente de moda, que se apoya en sindicatos corporativos capaces de firmar convenios colectivos con cualquiera, no importando que el supuesto empresario sea el titular de una oficina mal puesta que asume las responsabilidades laborales con entera frescura con base, entre otras cosas, en su evidente insolvencia.

El tema está de moda. Nuestro libro El outsourcing: visión iberoamericana tiene la ventaja de que presenta las diferentes versiones en varios países que es conveniente conocer. Hay que agradecerle a Editorial Porrúa que de nuevo se lance a la aventura con un libro de esa índole, y de manera particular a José Antonio Pérez Porrúa, a quien se deben todas las ediciones.