Opinión
Ver día anteriorLunes 13 de febrero de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Aprender a Morir

Brassieres morosos

Q

ue no amorosos. Salvo opinión en contrario, el llamado sostén, sujetador o corpiño por el Diccionario de la Real Academia Española, tan celoso de las antiguallas léxicas, es la prenda interior femenina que mejor contribuye a erotizar las aproximaciones físicas, y al exterior a descarriar miradas y a promover quimeras, mientras estrábicos ojos se desbarrancan por despiadados escotes o crueles encuentros.

En ocasiones, diligentes dedos-grumetes columbran promisorios continentes y, ya próxima la costa, acristobaladas lenguas comprueban con avidez intuidas redondeces de suculentos mundos, tras deslizar tirantes, invadir copas o soltar broches, unos por delante, prácticos y solidarios, y otros por detrás, a veces con desalmados ganchos como cancerberos efímeros de inútil castidad.

Cuento lo anterior porque la diligente señora que una vez por semana ayuda en casa con las labores de aseo me pidió a principios de diciembre pasado que mediante tarjeta de crédito adquiriese para ella y su hija unos brassieres que aún anuncian por televisión. Como la habilidad es hermana de la oportunidad –no olvidar los mentados broches–, propuso que los mil 198 pesos que costaron las prendas se los fuera descontando cada semana. Sin embargo, complacido con su habilidad para acomodar la situación, ofrecí obsequiárselos. En el acuse de recibo del pago, los vende-brassieres prometían: Su pedido tiene un tiempo de entrega de ocho a 10 días hábiles (dependiendo de la zona geográfica).

Nunca compré nada por televisión, ya que los concesionarios nomás no entienden el concepto compromiso social y cotidianamente el gobierno federal en turno les permite infringir la ley y el reglamento vigentes, pero supuse que como en las ventas por televisión intervienen las secretarías de Gobernación y Salud y apoyan la Procuraduría Federal del Consumidor, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, los alegres bancos y las dependencias aún encargadas de que los habitantes de este país medio vivan en un estado de derecho y no de humillación cotidiana, la fiel empleada esperó el arribo de sus prendas.

Pasaron diciembre y enero y las buenas mujeres seguían sin sus brassieres. Por fin, el miércoles –dos meses después de pagado– llegó el producto, pero no los intereses de mil 198 pesos en 60 días. ¿Prometerán algo los candidatos sobre estos concesionarios y sus cómplices?

[email protected]