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El sello Suma de Letras da continuidad a la saga escrita por Antonio Guadarrama

Piden sacar a Nezahualcóyotl de los billetes de cien pesos

Se trata de la segunda entrega de la serie Los grandes tlatoanis del imperio

El despertar del coyote explora los claroscuros del Rey Poeta de Texcoco, indica su autor a La Jornada

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Antonio Guadarrama, ayer, durante la entrevista con La Jornada Foto Luis Humberto González
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Imagen de Nezahualcóyotl como aparece en el Códice Xólotl
 
Periódico La Jornada
Martes 31 de enero de 2012, p. 4

A Nezahualcóyotl (1402-1472) hay que sacarlo de los billetes de cien pesos, pues no se trata de una caricatura ni de un héroe de bronce, sino de un ser humano con claroscuros al que pocos conocemos, no obstante ser parte importante de nuestro pasado.

Así lo considera el escritor Antonio Guadarrama Collado (Guadalajara, 1976), quien presenta la segunda entrega de su saga Los grandes tlatoanis del imperio, dedicada al llamado Rey Poeta de Texcoco.

Nezahualcóyotl: el despertar del coyote (editada por Suma de Letras) es una novela que retrata a un hombre que fue un príncipe feliz en la infancia, un adolescente triste y desvalido tras la muerte de su padre, un joven amenazado y deseoso de venganza en los años que reinó Tezozómoc, un gran estratega al crear alianzas, un guerrero valiente y astuto al recuperar el imperio, un vengador despiadado al castigar a sus enemigos, un hombre celoso y criminal al enamorarse, también un gran poeta, un pensador, un filósofo, un constructor y un gran gobernante, dice el autor.

Coyote ayunado

En entrevista con La Jornada, Guadarrama explica que la historia oficial ha construido héroes que no cometían pecados, “pero no es cierto; aunque no nos guste, Nezahualcóyotl fue un genocida, destruyó un pueblo, Azcapotzalco, en venganza porque Tezozómoc mató a su papá; eso dicen las crónicas.

Y si bien no trato de hacer a Nezahualcóyotl un tirano, planteo ese choque interno que pudo tener, el no saber si hizo las cosas por justicia o por venganza. Lo convierto en alguien un poco más humano, aunque eso signifique mostrar lo feo que hay detrás.

El escritor es también autor de la trilogía de ficción Cóatl: el misterio de la serpiente (2008), Balam: la senda del jaguar (2009) y Cuauhtli: la revelación del águila (2010), a la que ubica en el género del thriller, con personajes del presente (entre ellos un arqueólogo) que evocan el México antiguo.

En esta ocasión, todo el relato ocurre en la época en la que nace Acolmiztli Nezahualcóyotl (1402), correspondiente al año ce tochtli (1 conejo) del calendario azteca. Acolmiztli significa brazo o fuerza de león, en náhuatl; Nezahualcóyotl, coyote hambriento o ayunado.

Este tipo de literatura es, hasta cierto punto, despreciada en el ámbito literario nacional porque, para bien o mal, quienes ganaron el mercado fueron los extranjeros, y no nada más en la novela, también en las investigaciones. Muchos escritores y especialistas mexicanos prefieren ponerse a escribir una historia sobre los griegos o Europa que una novela sobre el México prehispánico, afirma Antonio.

“Además –añade–, quienes se animan a escribirlas lo hacen sin bibliografía, muchas veces basándose en la historia básica, creando historias alternas que no tienen nada que ver. Están en todo su derecho, pero muchos lectores creen que se trata de novelas de historias reales. Con Nezahualcóyotl: el despertar del coyote no pretendo decir que tengo la verdad en la mano; es una novela de ficción, pero me baso en los libros y crónicas más creíbles.”

Historia oficial y machismo

Guadarrama dice que las personas piensan que Nezahualcóyotl nació poeta, pero no es cierto. No creo que escribiera poesía con esa visión que hoy tenemos; eran ideas, reflexiones. No nació ni siendo un gran pensador ni un rey. Su metamorfosis le costó la vida a muchas personas. Es un hombre que fue misógino, aunque no nos guste la palabra, pero así era su cultura. Son cosas que la historia oficial, tan machista, ni siquiera desea mencionar.

Al final de su vida, escribe el autor, Nezahualcóyotl tenía 119 hijos: 72 hombres y 57 mujeres. Sólo dos de ellos fueron hijos de su matrimonio formal (...) tuvo entre 20 y 30 concubinas. En el México antiguo también había relaciones lésbicas, homosexuales, orgías, pero nos pintaron un edén que fue destruido con la llegada de los españoles.

Respecto de los tejes y manejes políticos que se dan dentro de los palacios reales de hace más de 500 años, Guadarrama considera que las cosas no han cambiado nada. Baste leer las páginas de su novela para reconocer a quienes serían el símil de los senadores y políticos actuales, discutiendo por horas inútilmente cuando quien tiene la última palabra es el tlatoani.

Andrés Manuel López Obrador sería Nezahualcóyotl, no porque sea bueno, sino porque es el expatriado, el exiliado que después recorre todos los pueblos en busca de alianzas. Enrique Peña Nieto es más como Moctezuma o Izcóatl, que tienen a alguien más detrás, alguien tipo el jefe máximo como lo fue Tlacaélel, el Plutarco Elías Calles de esa época, y los panistas en el gobierno serían Maxtla, canijo y torpe, que manda a hacer sus guerras contra sus enemigos. México no ha cambiado, y eso es lo más triste, concluye el escritor.

El autor charlará con sus lectores los próximos 12 y 19 de febrero en las librerías Porrúa de Plaza Tezontle y Reforma 222, respectivamente, a las 18 horas.