Opinión
Ver día anteriorLunes 30 de enero de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Balance de la Jornada

El clásico de las canteras: entrega sin calidad

Villa festeja la trampa

Foto
Ni Chivas ni Pumas dieron tregua en un duelo que careció de calidadFoto Cristina Rodríguez
C

uando dos equipos salen a no perder –como Pumas y Chivas– o cuando se anota de cualquier manera –Emanuel Villa-no, como ya lo bautizaron–, habría que hacer caso al Tuca Ferretti y buscar espectáculo en otro lado.

Se entiende tal vez en el caso del Guadalajara, que estrenó técnico apenas el pasado jueves, y que al recibir Ignacio Ambriz un vocho rojiblanco apenas tuvo algo de tiempo para tratar de arreglarle la defensa. Más allá de los caprichos de Jorge Vergara, al manejar al equipo más popular del país, el magnate tuvo razón al definir el juego del chiverío como una gallina a la que le cortan la cabeza.

Entonces viene la critica no sólo contra Fernando Quirarte, sino la generalización hacia los técnicos que analizan para las televisoras. En la pantalla su táctica es mejor que la de Josep Guardiola, pero todo se descompone cuando el planteamiento se lleva a la cancha. Las Chivas del Sheriff jugaban a nada y la tarea de Ambriz será ardua, no sólo para hojalatear al ex Ferrari tapatío, sino para aguantar las veleidades de la pareja presidencial que asegura que el mejor equipo del mundo saldrá de la cantera chiva como si se tratara de La Masía.

En el llamado clásico de las canteras sobró entrega pero faltó calidad y lo único que ayer pudo festejarse en CU fue el homenaje a Pumas, que consiguió el ascenso a la primera división hace medio siglo.

Podrá criticarse el nulo espectáculo, pero sin duda el apoyo que ambos clubes dan a sus jóvenes representa la única evolución posible para nuestro futbol y para un Tri que esta semana celebró en demasía un agónico triunfo sobre las reservas de Venezuela.

El arbitraje se sigue pintando de negro. A su falla en el Tigres-Querétaro, cuando validó un gol que surgió de una barrida de Salcido, en la que el balón había salido medio metro, el silbante Fernando Guerrero no se quitó los lentes oscuros que había usado en la playa de Cancún y fue el único que no vio la mano de Villa.

El argentino festejó en grande, emulando –toda proporción guardada– a su compatriota Maradona en el México 86, aunque esta vez para celebrar un 2-2 ante los Potros. Lo positivo para los Cementeros fue que Maranhao se mostró veloz y desequilibrante por el sector izquierdo y que su capitán todoterreno Gerardo Torrado por fin regresó a jugar.

A Guerrero sólo lo suspendieron un encuentro luego de su falla en el Volcán, pero ahora podría seguir el camino de Marco Rodríguez, a quien congelaron cinco partidos luego de su polémica labor en la final pasada.

Por su parte, el América encontró su mejor futbol y la contundencia que le había faltado precisamente ante su hermano San Luis. El técnico Miguel Herrera dijo estar dispuesto a meter las manos al fuego por la honestidad del balompié mexicano, pero eso sólo serán palabras ante el hecho irrefutable de que otra vez el triunfo favoreció al consentido de la familia.

Más allá del sospechosismo en juegos entre equipos que pertenecen a la misma empresa –algo prohibido pero solapado por las federaciones local e internacional–, el Piojo Herrera parece dar forma a unas Águilas que el torneo pasado volaban en los últimos lugares y ahora están en el segundo.

Mientras Estudiantes sigue dando cada semana múltiples ejemplos de cómo descender a un equipo, el técnico Juan Carlos Chávez pasó la guillotina a Jorge Zamogilny, Rogelio Chávez y Guillermo Rojas, a quienes mandó a la Sub 20, y el Atlas obtuvo un sufrido triunfo sobre Toluca, que le da un respiro momentáneo y mantiene al ex estratega de la Sub-22 una semana más en el banquillo rojinegro.

A escala internacional, mientras Chicharito Hernández sigue enlatado en el Manchester United –en una segunda temporada que parece más bien con escollos de un primer torneo en Inglaterra–, Nery Castillo resurge y demuestra la calidad que había desperdiciado, por lo que podría ser considerado en la estricta disciplina del Chepo de la Torre.