Opinión
Ver día anteriorJueves 26 de enero de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Turbulencias en el PRI morelense
L

a soberbia y la prepotencia juveniles no son buenas consejeras en política. El joven priísta Manuel Martínez Garrigós aspiraba, desde que fue elegido presidente municipal de Cuernavaca, a gobernar Morelos. En cuanto tomó posesión del cargo se montó en una especie de autismo político y dejó de escuchar a quienes de buena fe quisieron aconsejarlo. Los despreció y se quedó sólo con un equipo de oportunistas sin visión de futuro, que usaron sus puestos para venganzas personales y/o para enriquecerse con negocios poco transparentes: el de la basura en primer lugar.

Sus aspiraciones se vieron abonadas, según él, cuando se reformó el artículo 58 de la Constitución local, que cambió la edad mínima para ser gobernador: de 35 a 30 años. Con dicha reforma y los éxitos del PRI en las elecciones intermedias de 2009, pensó probablemente que la gubernatura ya la tendría ganada. Pidió licencia definitiva como presidente municipal con la intención de aspirar al cargo y, sin embargo, su partido resolvió otra cosa: proponer como candidato a gobernador a Amado Orihuela Trejo y, según se especula, a Jorge Morales Barud a la alcaldía de Cuernavaca. Este último, por cierto, es un político experimentado y, hasta donde lo conozco, una buena carta del PRI para la capital de Morelos.

No conozco a Orihuela pero sí a su principal adversario: Graco Ramírez, del PRD. Todavía falta que los partidos de izquierda en el estado se pongan de acuerdo o que realicen las muy de moda encuestas para decidir quién será su candidato. Me parece que Graco podría ser el mejor posicionado pese a pertenecer a la corriente de Nueva Izquierda (los chuchos). Como senador por Morelos ha hecho un buen papel y muchos observadores locales consideran que en la tierra de Zapata las corrientes o tribus perredistas se mueven en una lógica diferente a la que han exhibido a escala nacional. Es también probable que tenga una aceptable relación con López Obrador, pues en cuanto éste ganó la encuesta contra Ebrard, Graco fue el primero en expresarle su apoyo desde la entidad que representa en el Senado, según lo registró La Jornada Morelos.

Nada está definido hasta el momento, pero entre las izquierdas morelenses no se ven los mismos desbarajustes y desencuentros que en el PRI. El PAN va lento en el proceso, pero es probable que cuando defina candidatos éstos pierdan, entre otras razones por la inconformidad que ha generado Calderón con su guerra al crimen organizado. Nunca como ahora la inseguridad había atemorizado tanto a la población, salvo quizá en los tiempos del gobierno priísta de Carrillo Olea quien, por cierto, tuvo que renunciar gracias al movimiento que orquestó en su contra precisamente Graco Ramírez. Según recuerdo, aunque puedo equivocarme, Graco y otros políticos perredistas pedían juicio político para el gobernador, pero Francisco Labastida, a la sazón secretario de Gobernación de Zedillo, los desarmó parcialmente al conseguir la renuncia e inhabilitación de Carrillo.

La política es dura: a unos los premia y a otros los castiga. Lo mismo hacen los partidos. Pero como éstos dependen del voto popular, salvo cuando hacen trampas y se roban la elección con la complicidad del gobierno saliente, buscan que sus candidatos no sean tan impresentables como para hacerlos perder. Esta es la razón por la que dejaron colgado de la brocha a Martínez Garrigós y por la cual otros más de los partidos existentes verán truncados sus deseos de ganar cargos de elección popular.

Vivimos tiempos de cambios, hasta en los hábitos cotidianos. Los partidos se han desacreditado, razón por la cual buscan candidatos populares aunque sepan de antemano que no sabrían gobernar (por ejemplo la señora Wallace). Pero que estén desacreditados no quiere decir que sean suicidas: hasta Peña Nieto podría ser relevado si continúa a la baja en las encuestas de popularidad. Nada está escrito y todos los días nos topamos con sorpresas, como la del sábado pasado sobre el rompimiento de la alianza entre el PRI y el partido de la señora Gordillo, pese a los escarceos de ésta en favor del mexiquense inculto. Hay quienes dicen que esta ruptura es entre el PRI y el Panal y no entre éste y el ex gobernador tricolor. De continuar éste como candidato del PRI no sería sorpresa que el Panal repitiera su maniobra de 2006: llamar a votar por Peña Nieto y asegurar senadurías y diputaciones para los de su gremio. El cálculo es sencillo. Se trata de un partido que fundó la señora Gordillo para vender caro su amor y, de paso, colocar a sus allegados en puestos federales y en algunos estados donde el magisterio ha ganado votos en porcentajes nada despreciables.

Uno de los cambios que ha sufrido el PRI desde que Salinas le puso música y ritmo, es que la disciplina que lo caracterizaba ya no es la misma, sobre todo entre la nueva camada de dinosaurios: éstos no son como los de antes. Ahora son impacientes, quieren todo para ya y patalean para darle cauce a sus desmedidas ambiciones. Ni siquiera les importa exhibir su inmadurez, como es el caso del joven Martínez Garrigós en Morelos.

Este junior desbocado sigue instalado en el berrinche, continúa gastando dinero para acarrear a sus reducidas huestes, paga páginas enteras en los periódicos y mantiene sitiada la sede estatal de su partido. En su desesperación ha propagado a voz en cuello que él es amigo de Peña Nieto (¡ups!), como diciendo ya se las verán con él si gana la Presidencia, pero no ha entendido el mensaje que, en refrán popular, dice que donde manda capitán no gobierna marinero.

Y luego dicen que la izquierda es rijosa.