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Guerra chechena, para restablecer la fuerza del Estado, afirma el premier y candidato ruso

Tilda Putin a opositores de populistas sin posibilidad de ganar las presidenciales
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Vladimir Putin, primer ministro de Rusia, señaló que en 2000 su país estaba al borde de la guerra y en la bancarrotaFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 17 de enero de 2012, p. 26

Moscú, 16 de enero. Seguro de que no tiene rival enfrente y regresará al Kremlin por la puerta grande, el primer ministro Vladimir Putin se presentó este lunes como salvador de Rusia y arremetió de nuevo contra los líderes de la oposición política, a quienes llamó populistas perdedores sin posibilidades de ganar en las presidenciales del próximo 4 de marzo.

En un extenso artículo sobre los desafíos que enfrenta el país, difundido hoy como prólogo de su programa como candidato presidencial en elaboración, Putin sostiene que, cuando asumió el poder en el año 2000, Rusia se encontraba al borde de la guerra civil y la bancarrota.

Para él, la guerra de Chechenia –baño de sangre que lo catapultó al Kremlin, hasta ahora motivo de duras críticas por los abusos cometidos en materia de derechos humanos y, en contraste, causa de elogios para los nostálgicos del imperio perdido– se debió a la necesidad de restablecer la autoridad y la fuerza del Estado.

En los 90 el país sufrió una verdadera conmoción y degradación, con grandes pérdidas sociales. Con un Estado cada vez más débil, nos enfrentamos a los magnates (favorecidos por Boris Yeltsin, el anterior presidente que nombró a Putin sucesor), la corrupción e incluso a la presencia de delincuentes en las dependencias del gobierno, mientras el hecho mismo de que varios miles de criminales (separatistas e islamitas) lanzaran un reto a un país con todo un ejército habla por sí solo de la trágica situación que teníamos, escribió Putin.

En síntesis, según su versión, Putin evitó el colapso político, económico y social de Rusia, logró mantener la integridad territorial y restableció el orden constitucional, aunque haya tenido que restringir los derechos y las libertades de los ciudadanos, cuyas reivindicaciones democráticas se atribuye ahora.

El actual deseo de la sociedad de compararse con los más elevados estándares de democracia y calidad de vida son la mejor prueba de nuestro éxito, asegura en su texto.

A renglón seguido, se ubica como virtual vencedor de los comicios de marzo siguiente y trata de descalificar a los otros candidatos presidenciales: La retórica populista se escuchó durante las recientes elecciones legislativas. Seguramente se volverá a oír durante la campaña presidencial en boca de los perdedores, que no tienen esperanzas de ganar y, por eso, hacen promesas que no tendrán que cumplir, sentenció.

Putin se dice preocupado por la falta de una discusión acerca de lo que se debe hacer fuera del contexto electoral y después de los comicios, pero es el único candidato que rechazó participar en debates con sus rivales.

De alguna manera, al abogar por una Rusia fuerte, moderna y estable, quiere ponerse por encima de todos como único líder capaz de evitar que el país se desmorone entre los que promueven un salto revolucionario y los que tienden a la parálisis, mostrando incompetencia y un alto grado de corrupción.

Pero no todos los rusos están de acuerdo con la lectura que hace Putin. Hasta el Consejo para los Derechos humanos, adjunto a la Presidencia de Rusia, instó hoy al Kremlin a comenzar negociaciones con la oposición política.

La sociedad rusa ahora se asemeja a un avión que entró en fase de turbulencias. Es fundamento para cambiar la ruta. Tenemos que buscar una solución colectiva, hacen falta negociaciones entre las autoridades y la sociedad, dice el documento del consejo, que propuso como mediador a Vladimir Lukin, comisionado para los derechos humanos en Rusia.