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Proponen artistas tender un puente cultural con ese país oriental

Tres senderos del arte de Japón habitarán el Museo Casa Trotsky

Berenice Montes Ángeles, Arturo González Cosío e Irene Akiko exploran manifestaciones de esa cultura mediante arreglos tradicionales de flores (ikebana), la poesía (haikú) y la danza (nichibu)

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Arturo González Cosío, Irene Akiko Iida, Berenice Montes Ángeles y la niña Aída Montellano Morales durante la entrevista con La JornadaFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Martes 17 de enero de 2012, p. 4

Tres senderos del arte japonés ancestral colmarán el próximo jueves a las 18:30 horas la Casa Museo Trotsky con la presentación de un libro de haikús, la lectura de varios de ellos, la contemplación de arreglos florales tradicionales ikebana y la ejecución de un par de piezas de danzas nichibu y nihon buyo. Todas con la raíz común de la influencia del budismo zen.

Este proyecto, titulado Tres aspectos de la cultura japonesa en México, surgió de las confluencias de tres artistas de áreas distintas. El poeta Arturo González Cosío, uno de los más importantes cultivadores de haikús en el país, ganador del Premio Xavier Villaurrutia 1984 por un libro en ese género, presentará este jueves el título 88 haikús y los elementos (BUAP), del que además se leerá parte del prológo de Verónica Volkow.

Su esposa, Berenice Montes Ángeles, es sensei de ikebana con diversos estudios en Japón, autora del volumen El sendero de las flores, traductora del japonés al español de varios libros sobre el tema y presidenta de la Asociación Ikebana Internacional México.

Irene Akiko Iida es actriz, cantante, bailarina, directora y coreógrafa mexicana de origen japonés, con diversos estudios de danza en el país oriental y que ha trabajado con la Compañía de Revista Musical Takarazuka Kaguekidan, la Compañía de Teatro de Ciertos Habitantes y en obras como Juan, el Momotaro, El crepúsculo de la cigüeña, Kai-on, sonidos del mar, El automóvil gris, In-yo, YoGaMoi, Yellow face, El gallo y Contramarea, el regreso del samurai, sobre un guerrero japonés que visitó la Nueva España y España en el siglo XVII.

Circunstancialmente coincidimos los tres y se nos ocurrió plantear que tres grandes aspectos importantísimos y muy populares de la cultura japonesa, que nosotros practicamos en México, los presentáramos al público, dice Arturo González Cosío en su departamento de la colonia Condesa.

“El haikú es un poema de 17 sílabas, breve, que en todos los idiomas que lo intentan no lo logran como en el japonés. Es el tipo de poesía más extendido en Japón, pero también con una enorme influencia mundial. No hay literatura en el mundo –desde Rusia o Alemania, Francia, Italia, Inglaterra, Estados Unidos, España, México y el resto de América Latina– que no la practique. Hay muchos escritores no japoneses que han intentado escribir haikú. Aquí en México la comenzó José Juan Tablada en lengua española.”

A su vez, agrega, el ikebana o arte de arreglos florales es el arte japonés más difundido. “Es un arte plástico efímero, tiene un lugar hasta por encima de las artes plásticas. Se puede decir que a diario los japoneses practican el haikú y el ikebana”.

Un camino de vida

Berenice Montes Ángeles comenta que el arte de las flores es un arte efímero, vinculado con la naturaleza, y que comenzó en el siglo XIV en ofrendas a Buda y luego empezó a propagarse. “En Japón llegó a un alto grado estético y se volvió el arte de las flores, el ikebana”, dice y agrega:

“Yo me acerqué a este arte por casualidad, en los años 90, en la ciudad de México. Entré a una escuela de ikebana, Moa Sangetsu, influenciada por la poesía, el arte y la cultura japonesa. Increíblemente, sin darme cuenta, se ha ido ligando mi vida a la cultura japonesa. De pronto me vi involucrada y me atrapó porque verdaderamente es un arte muy profundo.

En Moa no lo enseñaban como un arte sino como una técnica. Sin embargo, yo sabía que había algo más ahí, oculto, y comencé a meterme estudiando la historia y los aspectos más profundos, pues se trata de un camino de vida.

La razón profunda de tomar flores y llevarlas a otro contexto, comparte a pregunta expresa, es el deseo de querer tener a la naturaleza y la belleza dentro de la casa. “El ikebana consiste en dar su lugar a cada flor en el recipiente. Al hacer el arreglo cada flor ocupa su lugar. Es una medi-tación en movimiento que comienza cuando uno toma la flor. En ese momento la flor habla y uno tiene que aprender ese lenguaje. Cada flor exige tener un lugar en el arreglo.

“No es la mano del hombre la que lo impone, sino que es la flor la que dice cómo quiere estar. Uno tiene que aprender ese lenguaje para poder colocarlas exactamente en el momento en que ellas se sienten las más bellas.

Con cada flor y los otros materiales (hojas, ramas, piedras) es distinto, y en cada momento y cada vez que uno toma una flor. Cada arreglo es distinto y ninguno es igual a otro. Sucede como con una obra de arte, nada más que efímero, que es también una marca del budismo: la existencia efímera.

Irene Akiko Iida, de padres japoneses y nacida en México, cuenta que a los 15 años se fue a estudiar allá y hace 10 años regresó. Quiero transmitir todo lo que aprendí sobre la cultura japonesa y, al mismo tiempo, lo que yo tengo de México llevarlo a Japón. Trato de hacer un puente cultural.

De México a Japón Irene ha llevado obras de teatro y música que ha escrito. “Hago obras que vinculen mucho la parte mexicana y la japonesa. Por ejemplo, en Kai-on, sonidos del mar, es como un concierto que habla de un muchacho que sufrió el tsunami y trata de sobrepasarlo. Se me hace muy interesante la música prehispánica, y la música japonesa del arpa transversal, el coto.”

En cuanto a la danza japonesa, comenta: “En el arte japonés todo es el camino. Es el camino de las flores, el camino de la palabra y el camino del movimiento. Con estos tres senderos queremos hacer un vínculo de Japón con México.

No estoy segura de si puedo decir que ambas culturas son muy diferentes. México y Japón tenemos muchas cosas similares, sobre todo visto desde la época prehispánica, que tiene mucho sentido de agradecimiento hacia los dioses y la naturaleza. Escuchan todo, cada momento, cada instante, de todo lo que está a nuestro alrededor.

En la danza, agrega, cada movimiento tiene un sentido y no es solamente hacerlo, sino cómo llegar a ese lugar. Por ejemplo, si hay una pose, no importa cómo llegar, no; lo más importante es cómo llegó a ese destino. Es el camino hacia donde uno llega.

Tres aspectos de la cultura japonesa en México se presentará en el Museo Casa Trotsky (avenida Río Churubusco 410, colonia Del Carmen, Coyoacán).

Paisaje 13

Arturo González Cosío

Jacaranda en flor,
se entreveran los cielos
y los abismos.

Paisaje 6

Arturo González Cosío

Alba diáfana.
Restos de luna quedan
sobre los pétalos.

Haikús tomados del libro del autor titulado 88 haikús y los elementos, que será presentado este jueves en la Casa Museo Trotsky