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Es imposible diferenciarlo de un Guarnieri e incluso de un violín moderno, revela estudio

Comienza a caer el mito de perfección que rodea al Stradivarius desde hace 300 años

En una investigación de la flautista Claudia Fritz, músicos de distintos países fueron sometidos a un análisis ciego entre instrumentos de cuerda de época y nuevos: todos fallaron

 
Periódico La Jornada
Domingo 8 de enero de 2012, p. 5

Bruselas, Rotterdam, 6 de enero. Ni Niccolò Paganini ni Yehudi Menuhin, dos de los mejores intérpretes de todos los tiempos, podrían establecer con certeza cuál es el mejor violín o viola del mundo entre los Stradivari o los Guarneri, según un estudio realizado por lauderos o intérpretes del mundo entero, entre ellos de la Filarmónica de Rotterdam.

De acuerdo con un experimento de la investigadora y flautista francesa Claudia Fritz, de la Universidad de París, resulta científicamente casi imposible determinar la diferencia entre un Stradivarius o un Guarneri, los dos mejores violines del mundo, construidos originalmente en Cremona, Italia, por Antonio Stradivari (1644-1737) y Giuseppe Guarneri (1698-1744), ni tampoco entre un instrumento de época y uno moderno.

De hecho, en años recientes han sido muchos los intentos por imitar la calidad del sonido de ambos instrumentos, a los cuales los expertos atribuyen cualidades sonoras perfectas.

Algunos musicólogos apuntan que el barniz usado por Stradivari se hacía con una fórmula secreta que se perdió al morir su creador. No obstante, esa teoría quedó desechada tras varios análisis con rayos X, que demostraron que el secreto está realmente en la morfología y en las maderas de cada instrumento, totalmente diferentes unos de los otros.

De hecho, Fritz investigó el fenómeno junto con expertos europeos, canadienses y estadunidenses. Durante un concurso de violín en Indianápolis, realizado el año pasado, sometieron a los intérpretes a un análisis ciego de instrumentos de cuerda, de época y nuevos.

De acuerdo con esos análisis, de los cuales se hace eco hoy el periódico flamenco De Standaard, ni siquiera un músico profesional sería capaz de establecer la diferencia entre un carísimo Stradivarius y un violín fabricado el año pasado. Por ello, contra lo que se creía hasta ahora, la antigüedad –al menos en el mundo de la música clásica– podría dejar de ser uno de los conceptos más apreciados en la interpretación.

El rotativo belga propone la misma prueba de calidad a la que fueron sometidos los expertos de Indianápolis: ¿quién podría diferenciar entre uno y otro instrumentos? Para ello ha publicado hoy en su edición de Internet dos fragmentos en archivo mp3 de un concierto de violín; uno con un Stradivarius y otro con un violín de 1980.

Al mismo examen de calidad fueron sometidos 21 músicos de ambos lados del Atlántico, que utilizaron seis violines; tres antiguos (dos Stradivari y un Guarnieri). Los otros tres eran ejemplares modernos, uno de ellos recién salido de fábrica. Se midieron, entre otros criterios, proyección, respuesta sonora (en decibelios), tonalidad y coloratura.

Para la prueba se les proporcionaron gafas oscuras y se les invitó a una sala apenas iluminada, con el fin de evitar que pudieran reconocer el formato tradicional más curvado de la estructura de la caja de resonancia de los Stradivari y los Guarnieri respecto de los violines modernos, así como la decoración externa del instrumento.

La sala fue previamente perfumada para evitar que los músicos pudieran distinguir el aroma de las maderas antiguas de los Stradivari.

Después de que cada uno escogiera su instrumento al azar, y tras ejecutar la pieza en cuestión, se les pidió que dieran su opinión: todos se equivocaron sobre la antigüedad del instrumento que les había tocado ejecutar.

Aunque no es la primera vez que se intenta descubrir el secreto del sonido de los Stradivari o los Guarneri de época, esta es la primera vez, según los expertos, que podría comenzar a caer el velo en torno al mito que desde hace cerca de 300 años les ha rodeado.

En todo caso, se trata de ejemplares muy buscados. El Palacio Real en Madrid cuenta con una extraordinaria colección, que de vez en cuando sale de sus vitrinas para algún concierto excepcional. Los ejemplares utilizados para el experimento tienen un valor conjunto de casi 9 millones de dólares.

Ya no importa tanto si la partitura se ejecuta con un Stradivarius antiguo o con un violín moderno. Muchos instrumentos de cuerda construidos en nuestros días ofrecen resultados sonoros impresionantes, advierte Fritz.