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Penultimátum

El fin del paraíso

E

n 2003, George W. Bush aseguró que Arabia Saudita era la defensora de las libertades y las democracias en Medio Oriente. Sus razones tendría el ex mandatario estadunidense para definir así al fiel aliado de su país en Medio Oriente y África. Gobernada por la monarquía absolutista de la familia Al-Saud, encabezada por el rey Abdulá bin Abdelaziz al-Saud, Arabia Saudita también se distingue por sus 20 mil presos considerados enemigos del reino por no estar de acuerdo con el orden establecido por la monarquía, o por financiar al terrorismo que encabeza el grupo Al-Qaeda. Recordemos que en Arabia Saudita nació Obama Bin Laden y allí vive su familia, con grandes intereses financieros en Estados Unidos y Europa. También existen presos por proferir ofensas al libro sagrado, el Corán, insultos al profeta Mahoma y por sospechas de practicar la brujería.

Precisamente por practicar brujería y hechicería fue decapitada una mujer hace dos semanas. El gobierno se negó a proporcionar información sobre los graves cargos que pesaban contra ella y que llevaron a que los más altos tribunales aprobaran su ejecución, la segunda por brujería registrada en 2011 en dicho país. Pese al estricto control gubernamental que existe sobre los medios, organizaciones defensoras de los derechos humanos lograron identificar a la decapitada: Amina Salem bin Nasser, detenida por las fuerzas de seguridad en abril de 2009. La mujer tenía 60 años y supuestamente vendía remedios elaborados con base en fórmulas antiquísimas para curar ciertas enfermedades.

Acusado de un delito semejante un sudanés fue ejecutado en septiembre último. En 2007 corrió igual suerte un egipcio que supuestamente realizaba hechizos para separar matrimonios. El año pasado, las autoridades saudíes dejaron en libertad a un ciudadano libanés que había sido condenado a muerte por presentar en televisión un programa de videncia. El Tribunal Supremo determinó que sus acciones no habían causado ningún perjuicio.

En Arabia Saudita la brujería no es delito capital. Pero los clérigos conservadores piden que se apliquen los castigos más fuertes (desde torturas hasta decapitación) a los adivinos y curanderos, por considerarlos una amenaza al islam.

Las mujeres son en dicho reino las víctimas más frecuentes de la intolerancia y la discriminación. Recientemente la máxima autoridad religiosa declaró su oposición a que se suspenda la ley que prohíbe a las mujeres conducir vehículos automotores. Alega que si se les concede el permiso de manejar coches, en menos de una década Arabia Saudita se quedará sin vírgenes, y además aumentara la prostitución, la homosexualidad y el divorcio”. El fin del paraíso en que viven allí mujeres y hombres.