Sociedad y Justicia
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En el campus viven situaciones de riesgos físicos que van de leves a severos, señala estudio

El acoso escolar también se da en las aulas de educación superior

Tiene un impacto negativo en el aprendizaje de los estudiantes

La investigación, presentada en el congreso de la Comie, se basa en una muestra de 283 estudiantes de un centro de la UdeG

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Otra forma de agresión se manifiesta contra los estudiosos, quienes son tratados como raros o enfermos, situación que puede encubrir el deseo de los agresores de impedir que otro llegue más arribaFoto La Jornada
 
Periódico La Jornada
Viernes 23 de diciembre de 2011, p. 41

El acoso escolar (bullying) no sólo es una expresión de la violencia entre niños de primarias y secundarias, también se manifiesta en la educación superior por medio de burlas constantes, insultos, gritos, bromas pesadas, golpes, vandalismo, e incluso acoso sexual, lo cual tiene un impacto negativo en el aprendizaje de los estudiantes, quienes no quieren entrar a clase, muestran tensión, miedo y hasta dolor a causa de estas situaciones que ocurren en las escuelas.

De acuerdo con el estudio Bullying en el nivel superior, en el que se presentan los resultados de una muestra aplicada a 283 estudiantes del Centro Universitario de Los Altos (CUAltos) de la Universidad de Guadalajara (UdG), la violencia entre estudiantes ocupa el primer lugar en la percepción de los alumnos que consideran que sí existe un problema en este sentido y la violencia de los profesores hacia los alumnos, ocupa el segundo sitio.

El 19.78 por ciento de los jóvenes consideró que observa violencia en su plantel y 12.36 por ciento respondió que se ha sentido agredido. Las principales formas de violencia entre los alumnos fueron las verbales, como la carrilla, las burlas, las bromas pesadas, el ponerse apodos, los gritos.

En cuanto a los actos que implican violencia física, señalaron el vandalismo, los golpes, el acoso sexual y, la más frecuente, los empujones en el salón de clase o en los pasillos.

El análisis, realizado por los especialistas María Azucena Ramos Herrera y Ricardo Vázquez Valls, del Departamento de Ciencias de la Salud del CUAltos, el cual fue presentado en el undécimo congreso organizado por el Consejo Mexicano de Investigación Educativa (Comie), señala que lo anterior demuestra que en el campus se viven situaciones que implican riesgos de daño físico, desde leves hasta severos.

Otra forma de agresión fue contra los estudiosos. Los nerds son tratados como raros o enfermos, situación que puede encubrir el deseo de que si los agresores no sobresalen, impedirán que otro lo logre. También, se detectó la agresión por posiciones ideológicas.

Respecto de la frecuencia de dichos actos, algunos los ubican desde el inicio de la carrera y otros de un año atrás. “Son situaciones de hostigamiento que persisten en lapsos de tiempo prolongados. ‘Es algo continuo, lo veo normal’”, dijeron los jóvenes.

El estudio llama la atención en el hecho de que 4.2 por ciento del total de la muestra se asume como una persona violenta. En ese grupo, 41.66 por ciento dijo que le sirve ser violento para defenderse, 33.33 por ciento señaló que le es útil para protegerse y 25 por ciento apuntó que esa conducta es para que sepan quién manda.

Los alumnos que se aceptaron agresores de sus compañeros señalaron: Sí, soy violento. Soy auténtico porque lo hago por mi voluntad. Expreso mis emociones, no siempre, ni con todos. Soy agresor en forma sutil, pero eso es agresivo.

El impacto de estas situaciones en el aprendizaje, según los propios alumnos, fue el siguiente: falta de concentración, apatía, disminución de la participación en clase, no querer entrar al aula, tensión, miedo, ansiedad y dolor.

Por último, la investigación establece que aunque la mayoría percibió un medio amigable, relajado y poco amenazante, existe un foco estudiantil que requiere atención urgente, pues los actos de violencia son modelos de aprendizaje que es necesario erradicar, por el impacto que pueden alcanzar en toda la comunidad.