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Ver día anteriorLunes 12 de diciembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Balance de la Jornada

Tres décadas y millones de dólares para el tercer título de Tigres

A

ires fríos, y también de heroísmo, recorrían el estadio Universitario hasta que Héctor Mancilla regresó el orden –el balón en las redes– y devolvió el alma al cuerpo a los fieles y sufridos aficionados Tigres, que debieron esperar 29 años para alzar un título.

Santos estaba haciendo honor a su apodo al luchar contra todo en cancha ajena, pero en el futbol en un instante se pasa de héroe a villano y el rol le tocó a Miguel Becerra, portero apodado el Gordo, quien detuvo el penal a Lucas Lobos e hizo pensar a todos que un milagro era posible, pero después la inactividad le cobró factura y cometió dos errores que dieron el título al conjunto de la UANL y el apodo de subcampeonísimo a los Guerreros, que suman tres derrotas en las recientes cuatro finales, algo que deben estar agradeciendo los Cementeros.

Pero más allá del dramatismo de esta final –en la que inclusive Benjamín Galindo perdió su segunda, precisamente en su cumpleaños 51– y de las críticas que recibirá el árbitro Marco Antonio Rodríguez, habría que analizar lo que le costó a Tigres conquistar el tercer título de su historia.

Dicen que ganar no es lo único, es todo; que el triunfo no necesita de explicaciones; que el segundo lugar es el primer perdedor; o, como admitió el directivo felino Antonio Sancho: Lo fundamental es vencer sin importar cómo.

Pero ahí surge la importancia del actual Barcelona, de los mejores equipos en la historia de este deporte. Los azulgranas buscan la victoria, pero no a cualquier precio. Para el conjunto de Guardiola la forma es fondo.

Para esos aficionados que –decepcionados de sus equipos o de los claroscuros del balompié– sólo buscan un buen futbol sin importar playeras, el cuadro catalán es un oasis en el desierto: juega bonito en todas partes, a pesar de, por ejemplo, recibir un gol a los 20 segundos de iniciar.

El Barça representa lo que muchos quisieran que fueran sus equipos: una mezcla perfecta de canteranos y refuerzos de calidad, además de que cuentan con el mejor jugador del mundo.

No se puede decir lo mismo de Tigres. Sin quitar méritos, que por supuesto lo tiene, el club de la UANL basa su futbol en la defensa y deja en segundo término la ofensiva. A eso fue el Tuca Ferretti: a poner orden a un equipo que no lo tenía.

En varias etapas de la liguilla, Tigres tuvo circunstancias a modo para apabullar a sus rivales, pero se conformó con lo mínimo en sus duelos ante Pachuca y Querétaro.

Tigres es un equipo armado con la chequera que en este torneo sí dio resultados, contrario a equipos como América, Cruz Azul, Santos o Monterrey, éste sumado a la lista de escuadras mexicanos que fracasan en el Mundial de Clubes.

Hace poco se hizo un cálculo de lo que ha gastado el club felino en los recientes tres años: más 50 millones de dólares.

De acuerdo con la información que se ha manejado, en un medio en el que se busca esconder cifras, la directiva del club norteño firmó grandes cheques para sus figuras: Everton Cardoso, por 5.7 millones de dolares; Kikín Fonseca (4.7), Gastón Fernández y Blas Pérez (6.5, los dos), Guillermo Marino (3.5), Julio César Cáceres (3), Lucas Lobos (3) y Omar Bravo (900 mil dólares). Eso sin contar a otras estrellas actuales como Damián Álvarez, Héctor Mancilla, Danilinho, Juninho y Carlos Salcido

En cuanto a los técnicos, Américo Gallego (2 mdd), Manuel Lapuente (1.5), Mario Carrillo (1), José Pekermán y Daniel Guzmán (800 mil cada uno), más lo pagado al Tuca Ferretti, quien antes de ser convencido de regresar a Zuazua estaba apalabrado para seguir en Pumas.

Se dirá que títulos son amores y más si se tardan tres décadas en conseguirlos, pero la directiva regiomontana debe ponderar si vale la pena tanto gasto por una estrella más en el uniforme.