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Se ufana Villaraigosa de que no hubo violencia; denuncias sobre uso de fuerza indebida

Desaloja la policía los campamentos Ocupa en Los Ángeles y Filadelfia

Arrestadas, 50 personas en la ciudad de Pensilvania; discute el movimiento nuevas acciones

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Desalojo ayer de manifestantes del campamento Ocupa Riverside, en CaliforniaFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 1º de diciembre de 2011, p. 33

Nueva York, 30 de noviembre. Las autoridades de Los Ángeles y Filadelfia desalojaron los campamentos de Ocupa Wall Street la madrugada del miércoles, y ahora esos manifestantes se suman a otros que por todo el país están desarrollando la siguiente fase de su movimiento al marcar 75 días desde que se realizó el primer plantón en Nueva York.

En Los Ángeles, poco después de la medianoche más de mil policías expulsaron a los manifestantes que permanecían en el parque alrededor de la alcaldía, y el alcalde Antonio Villaraigosa elogió tanto a los oficiales como a los manifestantes por la ausencia general de actos violentos y uso de fuerza, subrayando su promesa de que en esa ciudad se actuaría diferente a otras ante Ocupa Wall Street. Sin embargo, hubo denuncias de uso de fuerza indebida contra manifestantes pacíficos por la policía. Hubo más de 300 arrestos en esta acción (los más difíciles para la policía fueron los manifestantes que se treparon en árboles y hasta en una palma).

En Filadelfia, esa misma madrugada, en un campamento ya más reducido en tamaño después de la orden de desmantelarlo el fin de semana, la policía desalojó sin graves incidentes o uso excesivo de fuerza a los manifestantes, según las autoridades. Pero nuevamente manifestantes denunciaron algunos actos de fuerza indebida, incluso el uso de policía montada, para el desalojo. El saldo fue de unos 50 arrestos.

Continúan manifestaciones

En ambos plantones, los integrantes de Ocupa y sus simpatizantes ya habían iniciado amplias y difíciles discusiones sobre qué harían tras los desalojos. Los manifestantes de Ocupa Boston y Ocupa Oklahoma City podrían ser los siguientes en sumarse a estas discusiones, donde se continúan elaborando nuevas acciones y estrategias para ampliar aún más la presencia del movimiento.

De hecho, este miércoles manifestantes de Ocupa Phoenix realizaron una acción de protesta frente a un hotel de lujo donde se realizaba una reunión de legisladores federales y líderes empresariales. La policía empleó gas pimienta un par de veces para dispersar los manifestantes. En Nueva York, activistas se presentaron esta mañana frente a un edificio de oficinas donde estaba programado un encuentro de empresarios de la industria armamentista y del sector financiero, y asustaron a los que ingresaban.

En Detroit, activistas de Ocupa impulsan el empadronamiento de personas que acuden a actos culturales navideños por la ciudad. En Colorado Springs, el gobernador de Colorado, John Hickenlooper, fue interrumpido por el micrófono humano de varios integrantes del movimiento Ocupa. Ocupa Atlanta, Ocupa San Luis –ambos sin plantones– y Ocupa Washington anunciaron nuevas acciones junto con focos del movimiento en decenas de ciudades.

Entre las próximas iniciativas ya anunciadas por el movimiento Ocupa se prepara una gran campaña por todo el país para proteger a víctimas de la crisis hipotecaria, con acciones para defender a familias que enfrentan órdenes de abandonar sus hogares por no poder pagar intereses a bancos. Por otro lado, continúa el esfuerzo por recaudar un millón de firmas de estudiantes en una campaña que propone declarar una moratoria en el pago de deudas estudiantiles.

A la vez, las reuniones de diversos grupos de trabajo continúan en Nueva York y otras ciudades donde se han desmantelado campamentos, los cuales abarcan desde asuntos prácticos, tal como seguir alimentando a ocupas que ahora están alojados en iglesias y otros lugares, hasta la elaboración de una visión de largo plazo como algunos de los objetivos de Ocupa Wall Street. En todo esto participan estudiantes, sindicalistas, inmigrantes, religiosos, veteranos de guerra y de luchas sociales, de pronto acompañados por figuras famosas de todo tipo.

El cineasta Michael Moore ha visitado y participado en los Ocupa de varias ciudades y más recientemente presentó propuestas para definir la agenda política, incluyendo demandas, que ahora forman parte de la discusión, junto con decenas más. Moore escribió hace unos días en su blog que uno no tiene que instalar su tienda de campaña en el sur de Manhattan para ser un ocupa. Eres uno si dices que lo eres. Este movimiento no tiene un líder o vocero único; todo participantes es un líder en su barrio, su escuela, su lugar de trabajo. Cada uno de ustedes es un vocero ante los demás. No hay cuotas que pagar, no se necesita permiso para crear una acción.

Moore agregó: sólo tenemos 10 semanas de vida, pero ya hemos cambiado la conversación nacional. Éste es nuestro momento, el que hemos estado deseando, esperando. Si va a ocurrir, tiene que ocurrir ahora mismo. No te quedes al margen.

Desde hace semanas el debate a nivel nacional tiene un marco obligado de referencia impuesto por este movimiento: el 99 por ciento, o sea los de abajo, versus el 1 por ciento más rico. Este punto de referencia brota en los pasillos del poder político en Washington, como en los gobiernos estatales y municipales, en los bancos y sus agencias de relaciones públicas, en los medios de comunicación (hasta en los programas de concursos de televisión; en uno de los más famosos, Jeapardy, Ocupa Wall Street fue una de las respuestas), en las filas militares, en las de trabajadores. Así de pronto, ahora ser identificado como integrante del 1 por ciento no sólo ya no es cool, sino motivo de vergüenza, y algunos que trabajan en el sector financiero confiesan que ya no se identifican así en público.

Así, mientras expertos y comentaristas debaten si Ocupa Wall Street tiene futuro, el futuro de Ocupa Wall Street se está construyendo cada día con la participación de anónimos y famosos, jóvenes que por primera vez participan en un movimiento y veteranos de luchas sociales de las últimas décadas, en oficinas sin nombre, en sótanos de iglesias, en parques públicos, universidades y sindicatos.