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A la mitad del foro

Calumnia, que algo queda

T

odo sea por un buen fin. Los incrédulos no salen del pasmo y el que despacha en Los Pinos no logra borrar una gran sonrisa: no lo creían y crece nuestra economía, dice. Poco más de 4 por ciento en el trimestre en que sus propios expertos esperaban un avance poco menor a ese porcentaje. Lo primero es ser buen cristiano: hay que dar más, cada año más. Y a ver quién es el hereje que condene el Teletón. Gran sonrisa presidencial en la hora del desafío en Jalisco y Sinaloa. Que los muertos entierren a sus muertos.

Los del mundo desarrollado ubicaron a México tres o cuatro sitios abajo del lugar que ocupaba en la medición anterior. No del crecimiento ni de la pobreza, sino algo así como la riqueza creada por todos, el ingreso per cápita y no el PIB tan afamado en estas décadas de parálisis y envilecimiento de la vida pública. Más o menos. Todo sea por un buen fin. En el vecino del norte festejan su Día de Gracias con el viernes negro del día siguiente, y las multitudes duermen a las puertas de los grandes almacenes, toman por asalto los anaqueles y compran a bajo precio. Los ricos no se desvelan, no arriesgan verse atropellados por la carga de los búfalos nativos, no en estampida político-electoral como aquí, sino en campaña consumista en favor del mercado interno. Todo por un buen fin. Acá, Gustavo Madero lamenta que los del crimen organizado hagan campaña para que la gente no apoye al gobierno que los combate.

Veintitantos cadáveres en Jalisco y otros tantos en Sinaloa. Parte de las campañas, dice el inconcebible descendiente del apóstol de la democracia. Y el heraldo de la guerra condena a quienes llaman guerra del gobierno a lo que es guerra popular, pedida por el pueblo. Monsieur Poiré sube a la palestra y responde al reto, al desafío de los malvados que asustaron al Gallo Azul y al Malova. El flamante secretario de Gobernación, quinto inquilino de la casona de Bucareli en lo que va del sexenio, asistía a una conferencia de procuración de justicia, ajeno a lo que Cuauhtémoc Cárdenas dijo en el Senado de la República al recibir la presea Belisario Domínguez: En un régimen democrático, la seguridad pública y la justicia están a cargo de la autoridad civil. Cito de memoria, pero con un buen fin.

Porque el secretario Poiré insiste en dar al combate y recuento de muertos trato de campañas, tal como Gustavo Madero y el jefe de ambos, tanto en lo dicho al New York Times como después de que la votación no favoreció a su hermana Luisa María en Michoacán. Habría retorno de acuerdos y componendas con el narco si el PRI recupera la Presidencia de la República, dice; hay que impedir que el crimen organizado nos robe a los mexicanos el derecho a elegir a nuestros representantes, señala. Y se repite la milagrosa aparición de un video grabado en el que un capo exige votar por determinado partido y amenaza con violento castigo a quien desobedezca. ¿Es creíble? Desde luego. Lástima que se repita la escena de las milagrosas revelaciones en cada campaña electoral, en toda contienda perdida por el partido en el poder.

Dirá monsieur Poiré que es con un buen fin. Y eso inquieta al más sereno habitante de este país en el que no hay guerra y ya hay 50 mil muertos, fosas comunes plenas de cadáveres sin identificar, en espera, dijo la señora procuradora general de la República, de que le aprueben un presupuesto suficiente para pagar un Semefo especializado en la materia. Eso y 4 mil niños muertos, mil 300 huérfanos y, según la ONG del caso, 400 menores de edad reclutados, incorporados a las filas del crimen organizado en la leva impuesta dondequiera que ha ocupado el vacío del Estado ausente. La guerra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los generales, dicen que dijo el Tigre Clemenceau en aquellos años de la llamada Primera Guerra Mundial.

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Alejandro Poiré, quinto titular de la Secretaría de Gobernación en este sexenioFoto Cristina Rodríguez

Aquí quién sabe. A los nuestros les preocupa que los dejen a merced de juicios y prejuicios futuros. Tal vez sin fundamentos jurídicos, pero ya ha sido acusado ante el tribunal de La Haya el presidente Felipe Calderón, por crímenes de lesa humanidad. Nada menos. Y poco han de tranquilizar a los generales y almirantes del caso las decisiones de nuestra Suprema Corte: se puede difamar o calumniar sin delinquir, siempre y cuando se haga en nombre de la libertad de expresión, o estemos ante el debate de ideologías o puntos de vista irreconciliables, resolvieron en el litigio de La Jornada y Letras Libres. Ante el desafío criminal y el desvarío oficial, no queda sino confiar en la disciplina militar y el respeto institucional al mando civil conforme lo dicta nuestra norma constitucional.

Y emprender formalmente la campaña de 2012, la del retorno de los brujos o primer relevo generacional en la orfandad; la del desvelo de los alternantes que alguna vez quisieron ser el monopolio de la oposición y hoy se aferran a la ilusión del cesarismo sin César, del autoritarismo sin autoridad, de la desilusión desde el poder que se desvanece. Y entre ambos, el de la presidencia legítima convertido en predicador de la república del amor. Derecha extrema tenemos al amparo de la democracia sin adjetivos, y centroderecha en la institucionalidad a la deriva que la tecnocracia neoliberal privó de origen y de horizonte, y a las presuntas izquierdas en implosión, presa del impulso esquizoide que reclama el poder para los pobres mientras sirve a los dueños del dinero.

Primero, Andrés Manuel López Obrador, el de la desmesura tropical que recorrió el país durante cinco años; peregrino con la banda tricolor en la maleta y la convocatoria a incorporarse a una cruzada para salvar el país de la mafia de los 30. Olvídese de los chuchos y del mercantilismo que alentó la coalición con el mismísimo PAN del ilegítimo para acabar con el poder monopólico del PRI, pero combatió esa coalición en el estado de México, donde Enrique Peña Nieto ya enarbolaba la precandidatura tricolor. ¿Para qué arriesgar fracturas donde se disputan las candidaturas a palos? Manuel Camacho llamó a los arúspices; Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador aceptaron una encuesta que señalaría al mejor posicionado. ¡Milagro! Ganaron los dos. López Obrador, el de la primogenitura, y Ebrard, el del elegante acatamiento para asumir de inmediato el título de heredero. Es un gran hombre, un estadista y un amigo, dijo el predicador de la república amorosa.

Luego, la parejera, los caballos que corrieron/no eran grandes ni eran chicos... Manlio Fabio Beltrones es político de vocación y con oficio. Sabe sumar: primero el programa, decir por qué y para qué queremos el poder, dijo. Y lo logró. Sabe contar. Las encuestas y el capital político acumulado por Enrique Peña Nieto en las 20 entidades gobernadas por el PRI y en la legislatura elegida a medio sexenio; hizo política, hizo políticos. Y se hizo del Comité Ejecutivo Nacional. Manlio Fabio Beltrones se retiró antes del registro de precandidatos. Es hora de la unidad, no de dividir, dijo. Y con elegante madurez política declaró su apoyo irrestricto al candidato de su partido.

En el PAN dicen que lo de ellos es democracia, que el PRD y el PRI tienen candidato único. Algún día lo tendrán también. Por ahora, hablan de otras campañas: la de los malos que siembran cadáveres, y la del lodo y miedo que enturbian la cosa pública.

Se les olvida que los votos se cuentan y gana quien obtenga más. Y lo dice el proverbio español de los cristianos viejos: Vinieron los sarracenos y nos molieron a palos/ que Dios ayuda a los buenos cuando son más que los malos.