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El pianista celebra 35 años de trayectoria con un recital en el Castillo de Chapultepec

Sin dar cabida al ego, el intérprete debe lograr que la música luzca, indica Mauricio Nader
 
Periódico La Jornada
Sábado 26 de noviembre de 2011, p. 4

Trato de no pensar en mi estilo. Es más, ni creo que exista un estilo, expresa el pianista Mauricio Nader (1967).

Este sábado, el intérprete celebra 35 años de carrera artística, a partir de las 19 horas en el Castillo de Chapultepec, con el concierto Piano mexicano: del romanticismo a los compositores actuales.

De acuerdo con Nader, a veces uno confunde el estilo con la personalidad o ésta con la proyección. Para mí lo importante es tratar de entender la música que toco y sacarla del piano lo mejor que se pueda, del modo más natural, más auténtico, para que quienes están allá entiendan de una manera abstracta, al menos, de qué pienso yo que se trata la música. Es como un triángulo: el compositor, el intérprete y el público. Si falta uno de los tres, olvídalo, es imposible hacer música. Les pasa mucho a los cantantes pop, que se concentran tanto en su estilo que no les entiendes ni qué dicen. Eso en el piano puede pasar fácilmente.

Para el festejo, y dada la efeméride de la Revolución, Nader ha optado por un programa que abarca 100 años de música nacional y una gama de estilos: Intermezzo, de Manuel M. Ponce; Nocturno a Ponce, de Mario Ruiz Armengol; Noche aguafuerte, de Carlos Chávez; Vals capricho, de Ricardo Castro; Rapsodia mexicana No. 1, de Gustavo Morales; Micropiezas, de Leonardo Velázquez; Sonata No. 3, de Federico Ibarra, y Two motions in one movement, de Samuel Zyman.

–¿Con qué frecuencia toca un programa de corte romántico?

–Muchas personas se acuerdan de mi como alguien que toca abundante música contemporánea, pero la verdad es que toco mucho más música no contemporánea. Siempre digo que jamás me atrevería a dejar a Mozart, Chopin o Rachmaninov. En 2010, que fue el año Chopin, tuve un programa de puro Chopin que presenté en varios países. Cada año busco programas que sean plásticos o románticos o, digamos, ortodoxones, al mismo tiempo que exploro otros que son vanguardistas y otros que están en medio.

Quizá, a diferencia de muchos pianistas que tienen un programa al año, me aburro con una facilidad increíble. Busco mucho repertorio y nuevos compositores. Uno de mis conciertos este año fue de pura música latinoamericana. Soy demasiado inquieto para hacer una sola cosa.

Desde que dio su primer concierto a los nueve años de edad, Nader supo que el piano y la música constituirían su vida. Entre otras cosas, desde 2004 pertenece al Grupo de Concertistas de Bellas Artes, que depende del Instituto Nacional de Bellas Artes. Con su Ensamble 3 toca sólo música contemporánea.

De muy joven Nader decía voy a ser el mejor pianista del mundo. Con mis conciertos voy a ser aparte millonario. Y resulta que al giro de la vida te das cuenta que no es tan fácil. Un poco por necesidad empecé a hacer música contemporánea, de cámara y, para mi sorpresa, no nada más me salvó de muchas cosas, sino que me comenzó a gustar. Ya la incorporo como parte de mi personalidad, de mi quehacer.

Respecto de su modo de tocar, el entrevistado dice que lo que más le importa es “técnicamente llegar al punto en que uno no está en lucha con el piano, sino trabajando con ello. Me parece importante no lastimarme, siempre mejorar mi técnica, cómo me siento. De pronto me percibo muy atrás, muy adelante, voy cambiando hasta que me siento bien. También la perspectiva de que desde mi punto de vista la música no es uno, sino uno es quien debe dar vida a la música. A veces se nos olvida (porque) como el ego se mete allí en medio, uno quiere siempre lucir.

“Me pasa también, n’hombre, quiero parecer pianista, y empieza uno a cometer muchos errores, porque sustento la certeza de que lo importante para ti es la música.

En contraste, si lo haces al revés funciona muy bien porque te dedicas a la música, te concentras, sin pensar mucho en ti y de pronto el que sale a relucir eres tú aparentemente, aunque quien luce es la música. Es una cosa de conciencia, de voluntad, de concentración, que no es fácil de explicar.