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Toros

Juan Pablo Sánchez confirma alternativa y conecta con la gente; pierde la oreja al pinchar

Sebastián Castella aburrió ante tres novillos mansos de Bernaldo de Quirós

Octavio García El Payo no pudo con el único del encierro que no fue pitado en el arrastre

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Octavio García El Payo, durante la tercera corrida de la temporada grande en la Plaza MéxicoFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 21 de noviembre de 2011, p. a42

Cosido a cornadas pero en magníficas condiciones de salud; dueño de una considerable fortuna ganada a pulso; felizmente casado, padre de una linda criatura y sin cumplir aún 30 años de edad, Sebastián Castella no puede ocultar el desánimo que lo embarga desde que parte plaza hasta que se retira al hotel. Hambre de triunfo ya no tiene: en los anales de la fiesta brava ya escribió su leyenda. Es un maestro y del arte de Cúchares sabe latín y latón, pero ya no emociona a la gente que lo ve plantarse con frialdad ante las reses. Peor todavía cuando éstas, como las que lidia invariablemente en nuestro país, carecen de trapío y de bravura.

Estas vergonzosas características fueron las que distinguieron ayer a los tres novillos que no le tocaron en suerte, como suele decirse, pues su equipo de asesores los escogió, pero que de igual modo le salieron al ruedo de la Plaza México, durante la tercera fecha de la temporada de invierno 2011-2012, en la que confirmó su alternativa el aguascalentense Juan Pablo Sánchez y Octavio García El Payo nomás no pudo con el único del encierro que peleó en el tercio de varas y se fue para arriba, comiéndose la muleta.

Hace tres semanas, para la corrida del Día de Muertos que abrió la temporada de la vieja Plaza Mérida, Castella estaba anunciado junto con Zotoluco y el propio Sánchez. Sin embargo, la noche anterior al festejo, la empresa yucateca anunció de última hora que el diestro de Béziers no actuaría porque estaba enfermo, de un mal que lo obligaba a guardar reposo cinco días. El parte médico y una fotocopia de los análisis de laboratorio que dizque le hicieron, fueron colocados a la vista del público sobre la puerta del coso.

La verdad se conoció más temprano que tarde. Castella había exigido 50 mil dólares por adelantado, pero como el promotor de la corrida sólo había reunido 20 mil cuando faltaban menos de 24 horas para el inicio del espectáculo, el divo decidió no viajar a Mérida y el cuento de su indisposición física fue pura telenovela. Con esa escasez de credibilidad toreó ayer en la México, pegando muletazos a pies juntos que sólo lograban espantarle las moscas a sus enemigos. O dicho de otro modo, quien hasta hace poco fuera el número dos de la baraja taurina, se aburrió y nos aburrió, pese a que brindó a toda la concurrencia dos de sus faenas, la del segundo de su lote y la del inevitable y ya rutinario séptimo cajón, que al igual que sus hermanos se amarró al piso y provocó estridentes e indignadas rechiflas.

Juan Pablo Sánchez despachó de un estoconazo al primero de la tarde, y con el sexto, que en teoría iba a ser el último, ligó series muy templadas y mejor rematadas, pero con la muleta a media altura, y estuvo a punto de engatusar al público que gustoso le habría concedido una oreja, que para su desgracia perdió pinchando con el estoque y después con la cruceta. Como a raíz de ese fracaso, también se animó a regalarnos otro animal, por toriles apareció a regañadientes un novillo entumido, débil, quizá enfermo, y como casi todos los de la ganadería queretana de Bernaldo de Quirós, manso de solemnidad.

El Payo se enfrentó al único bravo de la tarde, Labrador, de 501 kilos, que empujó al caballo, pero sin haber toreado la mayor parte del año, el rubio queretano lo desperdició y lo mató de discreto bajonazo, para que el juez, en un gesto ridículo, le otorgara una oreja, que el gentío repudió con ira y el muchacho no se atrevió ni siquiera a pasearla durante su desangelada vuelta al anillo ¿Cómo definir la corrida en tres palabras? Fue un asco.