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Recibe la Medalla de Bellas Artes por su talento ilimitado y su poesía gráfica

Reconoce el INBA la trayectoria de Vicente Rojo, un imprescindible

Es indispensable para recrear el panorama artístico de México en los siglos XX y XXI

Lo definen como un señor silencioso, tímido, siempre fiel a sus sueños y que ama a México

 
Periódico La Jornada
Domingo 20 de noviembre de 2011, p. 2

Conmovido, emocionado y agradecido, el pintor, escultor y diseñador editorial Vicente Rojo, quien se asumió como un republicano-mexicano, recibió ayer sábado la Medalla de Bellas Artes por su carácter perseverante, su talento ilimitado, su poesía gráfica, su pintura y, muy importante, su amor a México.

En una ceremonia realizada al mediodía en la Sala Fernando Gamboa del Museo de Arte Moderno (MAM), Rojo, nacido en Barcelona en 1932 y llegado en 1949 a México, donde más adelante sería un singular integrante de la llamada Generación de la Ruptura, o como él ha matizado, de la apertura, dijo:

Establecido como uno de los pilares de la cultura mexicana moderna, el Instituto Nacional de Bellas Artes, como todo organismo vivo, ha sido y es objeto, desde dentro y desde fuera, de numerosas críticas, con las que yo mismo he podido estar de acuerdo. Pero ahora, con este reconocimiento que el instituto me hace a mí, me doy cuenta de que, en el improbable caso de que existiera una medalla que llevara mi nombre, a quien yo se la otorgaría sería al Instituto Nacional de Bellas Artes.

Antes, el artista plástico había leído un oficio de 1950, firmado por Miguel Prieto y con copia al jefe del departamento de Artes Plásticas del INBA, Fernando Gamboa, en el que se formalizaba que el entonces aprendiz de 17 años ocuparía la plaza de dibujante en la oficina de ediciones.

A partir de entonces, el joven republicano español que quería aprender a pintar, como él mismo se evocó, comenzó a mantener con dicho instituto una relación de cercanía, con ires y venires, en diversas etapas de su trayectoria laboral.

El creador, quien leyó el texto Vida en el INBA, agregó profundamente emocionado: Desde el momento en que pisé México tuve la certeza de que éste se iba a convertir en mi país. De hecho ya lo era desde hacía diez años antes, cuando había recibido a mi padre y desde entonces lo protegía como refugiado político.

Rojo recordó muchas situaciones y personas, como su nuevo amigo de entonces y ahora su más antiguo amigo, Federico Álvarez, escritor, editor, también exiliado español y presente en la ceremonia, lo que arrancó el aplauso del público.

En su trabajo en una oficina del cuarto piso del Palacio de Bellas Artes, el muchacho comenzó a observar e integrarse a su nuevo país.

Desde ahí me había rodeado de figuras que yo, en mi pequeñez y timidez, veía a prudente distancia, pues se trataba de personalidades como el músico Carlos Chávez, que era el director; Fernando Gamboa, el subdirector y jefe del departamento de Artes Plásticas; Salvador Novo, que se encargaba del departamento de Teatro y Literatura, o Miguel Covarrubias, que se encontraba al frente del departamento de Danza.

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Desde el momento en que pisé México tuve la certeza de que éste se iba a convertir en mi país, recordó Vicente Rojo al recibir la preseaFoto Yazmín Ortega Cortés

Luego Rojo hizo referencia a otros espacios de trabajo, dentro y fuera del instituto, como Difusión Cultural de la UNAM, su pequeña imprenta Madero, la Revista de Bellas Artes o la Revista de Artes Visuales.

También mencionó algunas de sus famosas series plásticas, como México bajo la lluvia, o de sus muchas exposiciones, incluida una en el propio MAM. Pero no se refirió a ninguno de sus muchos premios, como el Nacional de Ciencias y Artes o la Medalla al Mérito en las Bellas Artes, ésta otorgada en España.

Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) y quien le entregó la medalla, consideró a Vicente Rojo como un hombre fiel a sus sueños y comentó que se trata de un artista imprescindible para recrear el panorama del arte mexicano en los siglos XX y XXI.

Recordó que Carlos Monsiváis también consideró a este creador como indispensable para la cultura mexicana contemporánea, opinión compartida, agregó Sáizar, por figuras como Fernando Benítez, José Emilio Pacheco, Sergio Pitol y muchos otros.

En Vicente Rojo destaca su liberación de la imagen y la búsqueda de nuevos lenguajes conceptuales y formales, sin dejar de trabajar el componente mágico del arte mexicano. Lo imaginario lo hace real, y lo real, lo hace maravilloso. Captura la riqueza invisible con el objetivo de crear una obra de carácter propio. Es muy curioso cómo deconstruye el color para volver a construirlo con su lenguaje personal.

Junto a Rojo como integrante de la Generación de la Ruptura, Sáizar mencionó a Alberto Gironella, José Luis Cuevas, Manuel Felguérez, Lilia Carrillo, Fernando García Ponce y Francisco Toledo. Juntos compartieron inquietudes y buscaron nuevos cauces expresivos en el lenguaje visual. El trabajo artístico de este grupo es valorado y reconocido a nivel internacional.

Teresa Vicencio, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, dijo que para esta instancia “es un honor rendir homenaje al maestro Vicente Rojo –pintor, escultor, diseñador imprescindible en el horizonte creativo de México–, en reconocimiento a su labor artística, a esa pasión que ha sabido transformar en un arte vigente y perdurable que se ha abierto, como dijo Juan García Ponce, en muchas direcciones”.

Osvaldo Sánchez, director del MAM, se refirió a Rojo como un señor silencioso, tímido, íntegro, imprescindible y que ama a México, y lo ubicó entre los hombres libres que confían en que el arte siempre será no sólo la primera, sino quizá también la última utopía.

Y Sánchez le dijo: Te agradecemos la oportunidad de recordarnos, Vicente Rojo, que siempre habrá grandes hombres como tú, que no necesitan medallas.