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Dos bailarines estrellas del ballet de Moscú lo dejan para unirse al Mijailovski

Teatro desconocido en San Petersburgo detona revolución en el Bolshoi

Natalia Osipova e Ivan Vasiliev anunciaron su decisión a principios de semana

El coreógrafo español Nacho Duato creará obras para ellos

Estupor y tristeza en la compañía que dirige Iksanov

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Natalia Osipova e Ivan VasilievFoto Todd Rosenberg
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Nacho Duato, en primer plano, director del ballet del teatro MijailovskiFoto Todd Rosenberg
The Independent
Periódico La Jornada
Viernes 18 de noviembre de 2011, p. 4

Moscú. Durante décadas, los bailarines de ballet rusos han tenido un sueño: bailar en el Bolshoi. Con excepción de unas cuantas defecciones a Occidente durante la era soviética, el Bolshoi es la compañía a la que todos desean unirse y nadie quiere dejar. Por eso el mundo del ballet se estremeció cuando Natalia Osipova e Ivan Vasiliev, los dos astros principales del Bolshoi y dos de los danzarines más famosos del planeta, anunciaron a principios de esta semana que, al mismo tiempo que el nuevo escenario del Bolshoi reabría sus puertas luego de una renovación de seis años, ellos dejaban el teatro. Aún más sorprendente fue su destino: el teatro Mijailovski de San Petersburgo.

“Si nos hubieran dejado por La Scala, o París, o incluso por el Mariinsky, estaríamos tristes, pero lo entenderíamos –afirmó Katerina Novikova, vocera del Bolshoi–. Pero perderlos ante el Mijailovski, una compañía apenas conocida… no tiene sentido.”

Más libertad y mayor repertorio

El Mijailovski tiene larga historia. Fue fundado por el zar Nicolás I en 1833, pero nunca se le ha considerado del mismo nivel que el Bolshoi de Moscú o el Mariinsky, también de San Petersburgo, las dos casas de ópera y ballet más grandes de Rusia, que han tenido una constante rivalidad y que van muy adelante de las demás.

En 2007, el Mijailovski fue adquirido por el magnate Vladimir Kekhman, quien amasó su fortuna importando fruta a Rusia y ha sido apodado el oligarca bananero. Ha gastado más de 48 millones de su peculio en el teatro para financiar renovaciones, adquisiciones de estrellas y escenarios de lujo, todo con el propósito de transformar el Mijailovski de valeroso participante en serio contendiente. La contratación de las dos estrellas del Bolshoi esta semana es la mayor indicación hasta la fecha de que el plan va dando resultados.

“Somos el teatro más experimental, más creativo y más emocionante de Rusia –declara Kekhman a The Independent–. Estamos al parejo en calidad con el Bolshoi y el Mariinsky en la mayoría de nuestras producciones, y en ocasiones mejor.”

Tal vez los críticos de ballet rusos pongan en duda esta aseveración, aunque la mayoría reconocen que la pareja gozará de más libertad y mayor repertorio en el Mijailovski y, lo que resulta esencial, tendrá la rienda más suelta para hacer giras por el extranjero y presentaciones por invitación. El Mijailovski ha contratado a Nacho Duato, renombrado coreógrafo español, quien creará un ballet específicamente para los dos nuevos astros.

Los bailarines negaron que su emigración esté motivada por consideraciones económicas, y Osipova señaló que en su caso se debía a una búsqueda de libertad creativa. Los escépticos, sin embargo, se quejan de que Kekhman ha montado una versión para ballet del prolífico gasto del club Manchester City en el futbol, sencillamente seduciendo a los talentos de los rivales con promesas de carretadas de dinero.

Aquí serán tratados como rey y reina, eso ni dudarlo, comentó una bailarina familiarizada con el ambiente de San Petersburgo. “Desde luego, en parte es por las mejores condiciones que disfrutarán, y por el dinero. Pero la oportunidad de trabajar con Nacho Duato tampoco debe subestimarse.

Lo que ha ocurrido en los cinco años pasados en el Mijailovski es asombroso, y ellos serán ahora las mayores estrellas del nuevo elenco. Tienen oportunidad de ser un diamante más grande en una montura más pequeña.

El Bolshoi ha respondido con furia. Novikova manifestó que el teatro había dado a los dos danzarines todas las oportunidades de brillar y les facilitó giras a otros teatros en toda Europa. “Los dos vinieron al Bolshoi al principio de su carrera, y el teatro ha hecho todo lo posible por apoyarlos en todos los aspectos de su desarrollo –sostuvo–. Su decisión es una gran sorpresa para nosotros, y muy triste”.

Añadió que en particular inquietaba a la institución que los dos astros se marcharan cuando empieza la nueva temporada, ensombreciendo la reapertura del nuevo escenario del Bolshoi, en vez de esperar al final, y sugirió que fueron manipulados como parte de un complot contra el teatro.

El director general del Bolshoi, Anatoly Iksanov, apareció en televisión para advertir que durante dos semanas no firmará los documentos de partida de los danzarines, y así darles oportunidad de reconsiderar su decisión. Afirmó que el teatro los ve como sus hijos, y que siempre estará dispuesto a que regresen, dando a entender que fueron atraídos a San Petersburgo con promesas de dinero a montones. Lanzó sus dardos a los grandes empresarios que intentan abrirse paso por la fuerza en el mundo del arte.

El historial de Kekhman en los negocios ha llevado a varias personas, no sólo a Iksanov, a cuestionar su capacidad de dirigir un teatro importante. Se le ha comparado con Lopakhin, el codicioso comerciante que quiere incrustarse en la aristocracia en El jardín de los cerezos, de Antón Chéjov (un columnista sugirió que había que rebautizar la obra como La plantación de las bananas en su honor). En cambio, otros sostienen que en el tiempo que lleva a cargo ha demostrado que puede atraer a destacadas estrellas internacionales tanto de la ópera como del ballet a su teatro, antes fuera de moda.

El magnate de la fruta no da visos de retroceder en la guerra de palabras con el Bolshoi, e incluso eleva el tono durante la entrevista con The Independent. “Iksanov dice que Osipova y Vasiliev son como sus hijos. ¿Qué manera es ésa de hablar de artistas de renombre? ¿Qué clase de hijos le parecen? ¿Hijos siervos? ¿Hijos adoptivos? Y si en verdad los considera sus hijos, ¿cómo puede acusarlos de tomar decisiones por razones económicas?

No tiene derecho a hablar así; sus declaraciones son impropias y humillantes, sobre todo para él mismo, añade. Jura que en tanto Iksanov no se disculpe sin reservas con el Mijailovsky y con los propios bailarines, ellos no volverán a aparecer en el escenario del Bolshoi, ni siquiera como artistas invitados,

Kekhman admite que ofreció buenas condiciones a Osipova y Vasiliev, incluyendo alguna propiedad en el centro de la ciudad, pero niega que haya sido más de lo que darían otros teatros europeos de primer nivel. Sugiere que una inconformidad creativa con el Bolshoi fue un factor de más peso en la decisión de la pareja que las consideraciones económicas.

El Ballet Bolshoi se ha visto atacado por problemas en fechas recientes. Su director artístico renunció después de que a principios de este año se subieron fotos pornográficas suyas a Internet, y el bailarín principal Nikolai Tsiskaridze critica constantemente el manejo de medios que realiza el teatro. También declaró a periodistas rusos que la extensa renovación realizada en el Bolshoi le daba un aspecto de hotel turco.

Un punto brillante para el ballet de Moscú ha sido la adquisición del destacado danzarín estadunidense David Hallberg, en la cual se ha visto un signo de que el teatro aún puede atraer al mejor talento mundial, a la vez que supera su fama de conservador, al contratar por primera vez un bailarín principal extranjero.

Por desgracia para Hallberg, su contrato con el Bolshoi ya no incluirá el estímulo adicional de bailar con Osipova, con quien ya ha hecho pareja en producciones del American Ballet Theatre, en Nueva York. Y como un malicioso entrenador de futbol tratando de perturbar al centro delantero de un equipo rival, Kekhman ha encontrado en Hallberg otra forma de fastidiar al Bolshoi. “Me gustaría ver a David Hallberg unirse a nosotros también –dice–. No hará falta más de una temporada para que la atmósfera creativa actual en el Bolshoi le colme la paciencia, y confío en que un año o poco más lo traeremos acá. Esperamos con ansia su llegada”.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya