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Reportaje /Daño a la cultura

Hace falta infraestructura y pagar custodios para evitar el vandalismo: investigador

Difícil, abrir una zona arqueológica; sin dinero, mejor es dejarla así

El Vallecito, único sitio abierto al público en Baja California, es el más norteño del país

Bosque de Potrerillos, en Nuevo León, posee arte rupestre, entre pintura y petrograbados

Baja California y Nuevo León, donde existen sitios prehispánicos con pintura rupestre, necesitan recursos para difundir esos vestigios, tarea que también se complica por la ola de violencia en el norte del país

 
Periódico La Jornada
Jueves 17 de noviembre de 2011, p. 5

Los importantes hallazgos paleontológicos de los recientes años y los mejores ejemplos de pintura rupestre policroma del país no han sido suficientes para que en los estados de Baja California y Nuevo León se inviertan los recursos necesarios para difundir y abrir en ellos más zonas arqueológicas.

A la constante lucha de los arqueólogos por convencer a las autoridades federales acerca de la necesidad de más dinero para proteger y mostrar al mundo ese valioso patrimonio, se sumó en este sexenio la ola de violencia e inseguridad.

En Baja California se encuentra el sitio más norteño del país, llamado El Vallecito, el único abierto al público en esa entidad. Ahí se combina el arte rupestre con un entorno natural bien preservado.

Los pasados cinco años el número de visitantes descendió poco más de 20 por ciento, según cifras proporcionadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), por conducto del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (Ifai).

La baja afluencia que comienza a afectar la zona se debe principalmente a la ola de violencia e inseguridad que se vive en la frontera, reconoce el arqueólogo Antonio Porcayo Michelini.

Agrega que las personas no quieren transitar por las carreteras, ni para visitar las zonas arqueológicas ni cualquier lugar de esparcimiento, debido a que la situación actual es estresante, pues no se sabe con certeza qué pueda suceder, se espera siempre lo peor.

Sin embargo, el investigador añade que en Baja California se vive una relativa paz y que la visita a las zonas prehispánicas abiertas y a museos es segura, pero no se sabe cuánto tiempo durará esto. Durante los trabajos de investigación de campo tomamos muchas precauciones, ya no nos arriesgamos a entrar a lugares desconocidos sin apoyo o guía de las autoridades locales y de las ejidales.

La baja en las visitas a El Vallecito, continúa, se debe también a cuestiones económicas, el estado es muy grande y cuesta dinero llegar hasta donde están los sitios prehispánicos.

Explica que existen otros sitios arqueológicos bajacalifornianos a los que tiene acceso el público, resguardados por las propias comunidades, “como en Villa Ignacio Zaragoza, que cuenta con un pequeño museo comunitario atendido por mujeres campesinas que cuidan y protegen una parcela que les pertenece, donde se encuentra una enorme cantidad de fragmentos de herramientas de piedra con hasta 8 mil años de antigüedad.

“También tenemos dos senderos temáticos, uno en el desierto de Mexicali asociado al río Hardy en la comunidad autóctona cucapah El Mayor. Varios letreros temáticos cuentan la historia geológica, arqueológica e histórica de la región, donde todavía habitan esos indígenas, y se llega a una formación rocosa en granito conocida como el wijmuj donde, cuenta la leyenda, los antiguos arqueros cucapah se iniciaban como guerreros solamente si pasaban a través de una ventana natural una flecha, a unos 300 metros de distancia y a una altura de unos 40 metros.

Otro sendero temático lo tenemos en la comunidad de Cataviña, en el desierto central, donde se cuenta la historia con fotografías en cédulas de los antiguos indígenas cochimies, desafortunadamente ya desparecidos. Ese camino termina en uno de los mejores ejemplares de pintura rupestre policroma de esta parte del desierto.

Ninguno de estos últimos sitios es oficialmente una zona arqueológica resguardada por el INAH, por tanto, no están incluidos de manera formal en las partidas presupuestales federales.

El Vallecito recibió del instituto entre 2006 y 2010 apenas 266 mil 745 pesos para su operación. En ese mismo periodo, la arqueóloga Julia Bendímez Patterson, directora del Centro INAH Baja California, obtuvo un apoyo del instituto de 794 mil 112 pesos sólo para sus proyectos de investigación titulados Protección técnica y legal del patrimonio arqueológico en Baja California, y Rescate y registro de sitios arqueológicos, según indican los datos proporcionados a La Jornada por el Ifai.

Foto
Petrograbados en Bosque de Potrerillos, sitio prehispánico ubicado en Nuevo LeónFoto Héctor Jaime Treviño Villarreal

Esa información señala que en 2006 Bendímez realizó una investigación arqueológica en El Vallecito, trabajo por el que recibió un apoyo de 40 mil pesos.

“Abrir una zona arqueológica no es algo fácil –asevera el investigador Antonio Porcayo– es una labor de mucho trabajo institucional y con las comunidades, en ello actualmente labora el Centro INAH Baja California pero, definitivamente, hace falta dinero para crear la infraestructura necesaria, sobre todo, para pagar a custodios que la protejan del vandalismo. Si no hay dinero para que alguien cuide es mejor no abrir los sitios, porque son muy frágiles.”

Nuevo León

Como nunca, en los recientes seis años, en Nuevo León ha habido un gran avance en la investigación arqueológica y paleontológica. Se han hecho descubrimientos que cambiarán en mucho las concepciones de la paleontología y la prehistoria mexicana, dice con orgullo el historiador Héctor Jaime Treviño Villarreal, director del Centro INAH en esa entidad.

No obstante, explica que para abrir al público una nueva zona arqueológica se debe cumplir una serie de requisitos que permitan su viabilidad, que tengan el sustento académico. Además, está el asunto de la tenencia de la tierra, ya que algunos sitios arqueológicos están en propiedades particulares, ejidos o tierras comunales, por lo que se tendría que adquirir dicha tierra o expropiarla con la consabida indemnización a los propietarios.

Boca de Potrerillos es el único sitio abierto al público en Nuevo León, ubicado en el municipio de Mina, el cual sufrió una baja de 56 por ciento de visitantes entre 2006 y 2010, debido a los problemas de inseguridad que se han presentado, principalmente en los recientes 12 meses, aunque en septiembre y octubre de 2011 las cifras han repuntado, debido a las fuertes medidas implementadas por el Ejército, la Marina y la Policía Federal, dice Treviño.

Añade que si bien en otros espacios del INAH hasta la fecha no han tenido problemas de inseguridad, en la zona aledaña al área del Cerro del Obispado, donde está el Museo del Obispado, han sucedido diversos hechos violentos, como en muchas otras partes del área metropolitana de Monterrey, que no han afectado las labores del mismo, salvo una suspensión de tres horas que tuvimos el pasado 8 de septiembre, debido a una supuesta amenaza de bomba, hecha por un bromista.

El especialista califica de magnífico el apoyo económico que han recibido en este sexenio los investigadores del INAH. Tan sólo para el mantenimiento de Boca de Potrerillos, sitio que alberga una de las mayores concentraciones de arte rupestre de México, entre pinturas y petrograbados (aproximadamente 10 mil en toda el área, los cuales datan de hace 12 mil años), se destinaron poco más de 300 mil pesos entre 2006 y 2011.

“Tenemos registrados más de 10 mil sitios arqueológicos en Nuevo León, que van desde los que tienen tan sólo un par de rocas grabadas hasta llegar a la cantidad que se encuentra en Boca de Potrerillos.

La mayor parte no los damos a conocer porque sería exponerlos al vandalismo y la destrucción. No hay infraestructura ni personal para atenderlos, concluye el historiador.