Opinión
Ver día anteriorSábado 12 de noviembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Los de Abajo

Campo algodonero

C

iudad Juárez. Un pedazo de un enorme terreno que hace unos años fue un campo algodonero, actualmente convertido en una zona comercial y hotelera, vecina de las oficinas consulares de Estados Unidos, se ofreció como símbolo oficial de las culpas del Estado mexicano en los cientos de feminicidios cometidos en esta ciudad, o simplemente un espacio para que los turistas vengan a tomarse la foto al lado de las muertas de Juárez, como dijeron las madres de las víctimas durante la inauguración del Monumento en memoria de las mujeres víctimas de homicidio por razones de género en Ciudad Juárez, que, sin monumento ni nada, fue presentado en un frío y desairado acto oficial al que los tres estratos de gobierno enviaron representantes de segundo nivel.

El 6 y el 7 de noviembre de 2001, hace exactamente 10 años, fueron encontrados en este lugar ocho cuerpos de mujeres asesinadas con claras muestras de tortura sexual. Fue un caso muy sonado que sentó el precedente de una sentencia dictada en 2009 por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que condenó al Estado mexicano por violar los derechos de las víctimas y exigió el reconocimiento de su responsabilidad en un acto público.

Los cuerpos de las víctimas a los que hoy se les pidió oficialmente perdón en nombre del gobierno federal son: Esmeralda Herrera Monreal, Laura Berenice Ramos Monárrez, María de los Ángeles Acosta Ramírez, Mayra Juliana Reyes Solís, Merlín Elizabeth Rodríguez Sáenz, María Rocina Galicia. Y hay una más que aún no fue identificada.

¿Dónde están las otras, dónde las buscamos? ¿Para qué nos piden perdón y no nos entregan a nuestras hijas con vida?, gritaban decenas de madres y padres de mujeres asesinadas o desaparecidas en las recientes dos décadas. Al acto no acudió ninguno de los familiares de las mujeres encontradas en este lugar, pues, declararon en un comunicado, se trata de “un acto más de simulación del gobierno federal, en donde se pretende reconocer la responsabilidad del Estado por las tres víctimas del caso ante la Corte Interamericana y desconocer a las centenares de víctimas más que han perecido como parte del feminicidio en esta ciudad”.

Los gritos intermitentes de ¡Vivas se las llevaron, vivas las queremos! y ¡Ni una más!, resonaron en el espacio de 16 millones de pesos, mientras que, gritaba José Luis Castillo, padre de Esmeralda, una adolescente de 14 años desaparecida, la Fiscalía no tiene ni siquiera servicio de Internet y a nosotros nos dicen que no pueden ir a hacer las investigaciones porque no tienen dinero para la gasolina. No queremos mausoleos ni que encuentren a nuestras hijas muertas, queremos que se hagan líneas de investigación, y a nuestras hijas las queremos con vida, insistió Castillo.