La respuesta está en el viento

¿Detendrá la defensa wixárika y de los ejidatarios locales la devastación minera del desierto sagrado de Virukuta en el altiplano potosino? ¿Se respetarán los derechos de las comunidades nahuas en la costa de Michoacán y se hará justicia a los vivos y los muertos de Santa María Ostula? ¿Volverán a San Juan Copala los exiliados del municipio autónomo y se abrirán vías de entendimiento y recuperación de la comunalidad del pueblo triqui? ¿Logrará la tribu yaqui detener la locura mercantilista del gobernador sonorense y salvar la vida de su valle y su río? ¿Recuperará Cherán la riqueza de sus bosques y su derecho a gobernarse por sí mismo, sin partidos ni bandas criminales?

La legitimidad social de la Policía Comunitaria en la montaña de Guerrero y su impulso autogestionario ¿serán reconocidos por el Estado, o al menos respetados, sin poner a las comunidades tlapanecas, nahuas y mixtecas en manos de las tropas federales y/o grupos criminales? ¿Saldrán libres los presos tzotziles y tzeltales que realizaron una huelga de hambre de 39 días sin que pestañeara el gobierno chiapaneco? ¿Se seguirá torturando e inculpando falsamente a campesinos y comerciantes indígenas? Para las comunidades, sus organizaciones autóctonas y sus individuos ¿seguirá actuando la justicia bajo consigna del poder político y militar?

¿Dejarán en paz a las comunidades rebeldes autónomas zapatistas todos los actores de la guerra de baja intensidad y la contrainsurgencia de tres lustros en Chiapas: paramilitares, clientelismo de los partidos políticos, militarización permanente, miserabilistas programas y proyectos bancomundialeros, divisionismo inducido por oportunistas religiosos? El respeto auténtico a sus formas de buen gobierno ¿impedirá al fin que las tierras de los pueblos zapatistas sirvan de carnada a los precandidatos, candidatos y gobernantes para alimentar su clientela y desarticular la solidaridad comunitaria? ¿Se honrarán algún día los Acuerdos de San Andrés?

¿Conseguirán los pueblos originarias de los Chimalapas que su región y sus ricas selvas sigan siendo habitadas y protegidas por las comunidades zoques, a salvo de chovinismos y falacias de los gobiernos estatales de Oaxaca y Chiapas?

¿Detendrán los zapotecos e ikoots la proliferación de aspas de generación eólica y la apropiación neocolonial de sus tierras y costas por parte del capital español de energía y turismo? ¿Sobrevivirán los pueblos de los valles oaxaqueños y las serranías guerrerenses, jalicienses, chihuahuenses a la minería criminal a cielo abierto? ¿Se salvarán los maíces nativos de las semillas terminator y las agroindustrias?

¿Terminará la invasión violenta por el narco en la Meseta Purépecha, la Sierra Huichola, la Tarahumara, la de Zongolica, la Huasteca potosina y la veracruzana, las playas y montañas de Guerrero? ¿Se librarán del eterno yugo priísta que mediatiza y despoja a mazahuas y ñanhú en Hidalgo y el Estado de México? ¿Impondrán sus autopistas los gobernantes perredistas del Distrito Federal (Milpa Alta) y Chiapas (selva Lacandona)? ¿Aprenderán a tratar como gente y no como perros a los tepehuanes los caciques, los bandidos y los funcionarios en Durango? ¿Seguirán riéndose los gobernantes y los empresarios de las comunidades coca, mayas peninsulares, rarámuri?

¿Morirán nuestras lenguas, como vaticina la Unesco, y tantos millones de mexicanos hablaremos inglés?