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Sus viejos y nuevos integrantes pusieron a bailar a sus seguidores en la Plaza de Toros México

Buena Vista Social Club mostró su lealtad a la tradición sonera que difunde por el mundo
 
Periódico La Jornada
Jueves 10 de noviembre de 2011, p. 8

En la Monumental Plaza de Toros México, el pasado martes, la orquesta cubana Buena Vista Social Club y su cantante estelar Omara Portuondo ofrecieron un concierto que demostró que el grupo hoy es un balance de pasado y presente, de varias generaciones de músicos de la isla que continúan con la idea férrea de difundir por el mundo lo mejor de la tradición sonera.

Contra las adversidades del clima, puesto que lloviznó pocas horas antes de que comenzará el espectáculo, y el frío del coso de Insurgentes, pero, sobre todo, porque el público parecía que nunca iba a llegar, los cubanos aparecieron en el escenario e hicieron gozar a los aproximadamente 2 mil asistentes.

Algunos comentarios sobre el porqué no llegó más público fueron que el sitio no es el más adecuado para el Buena Vista o tal vez la gente está muy gastada.

Ya eran las nueve de la noche, la hora anunciada para que comenzara la fiesta sonera, y los organizadores decidieron que los que estaban en gayola bajaran al primero y segundo tendidos. Fue un regalo, pues ya estando ahí les fue más fácil dar unos pasos y disfrutar desde las primeras filas.

Así, ya se veía un buen contingente de seguidores del ritmo.

La lluvia se ausentó, el frío siguió, pero eran muchas las ganas de darse a la noble tarea de agitar el esqueleto.

Se escucharon los nombres de los artistas, empezando por los más viejos, como Guajiro Mirabal y Jesús Aguaje Ramos, hasta los más jóvenes, como Idania Valdés y Carlos Calunga. Este último, uno de los vocalistas, gritó: ¡Gracias, México lindo y querido! Abrieron con El carretero, en el que predominan las percusiones y el laúd, que imprimió sabor y ritmo a la noche.

Foto
Omara Portuondo llegó a escena con Tres palabrasFoto Carlos Cisneros

Conexión inmediata

La conexión fue inmediata y, ya fuera en pareja o solos, todos movieron el cuerpo. La gente sabía que enfrente tenía a un grupo que ha llenado el Royal Albert Hall de Londres, el Liceo de Barcelona y el Olympia de París.

En una pista colocada frente al escenario hubo quienes no dejaron de bailar.

Como transportada por una máquina del tiempo, una pareja con atuendo de pachuco arrastraba la punta del zapato; él la tomaba de la cintura y la acercaba hasta lograr una conjunción de amor fundido por una melodía. Ellos se llevaron gran parte de la noche.

Portando un abrigo, un hombre que todo el tiempo llevaba un vaso de cerveza lució sus mejores pasos.

Arriba, en las gradas, cada quien se movía como Dios le daba a entender.

La fiesta estaba en su apogeo y los vendedores de capas-impermeables finalmente tuvieron una mala noche.

Un recuerdo de la Orquesta Aragón con el cha cha chá El bodeguero.

Pero faltaba el clímax. Se anunció a Omara Portuondo y el aplauso colectivo reflejó el cariño por la diva. Su vestido era dechado de luces. ¡Omara, la más...! Y el público respondía: ¡Sexy!

En ese momento cambió la noche y el bolero fue sentimiento con Tres palabras.

La velada tropical pudo haberse alargado tanto como lo permitiran las autoridades, pero el público sabía que se acercaba el fin. Omara complació con 20 años y Quizás, quizás, quizás.

Se fue Omara y la orquesta siguió con la emblemática Chan chan y El cuarto de Tula.

Todo acabó con Dos gardenias y Candela.