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Al entrenador le sorprende que será galardonado por segunda vez con el PND

Por qué tantos reconocimientos, si no me he muerto: Hausleber

El Padre de la Caminata confiesa que la primera medalla debió empeñarla

Falta disciplina en los atletas, dice

Las preseas que ganaron sus pupilos son como mis hijos y no hago distinciones

Foto
Jerzy Hausleber ayudó a sus alumnos a ganar nueve preseas olímpicasFoto Jam Media
 
Periódico La Jornada
Martes 8 de noviembre de 2011, p. a13

En su hogar, rodeado de fotos y de cajas de cartón donde atesora gratos recuerdos de todo el camino que labró durante casi medio siglo desde que llegó a México, Jerzy Hausleber dice: No sé por qué tantas despedidas y reconocimientos si todavía no me he muerto. No quiero limosnas aun cuando estoy necesitado. Lo único que quiero es ser útil, enseñar a los jóvenes para no sentirme viejo.

La crisis no sólo emocional, sino económica, ha empeorado la situación del laureado entrenador de marcha. Sonríe de nuevo porque le dieron el Premio Nacional de Deportes (PND) 2011. Desconoce las razones, pero lo que sí sabe es que tendrá por segunda vez en sus manos una medalla que hace muchos años ganó y perdió al empeñarla por 9 mil pesos.

La necesidad es cabrona, confiesa con rubor, y agrega: Fui el primer entrenador que recibió el PND, en 1995, cuando era presidente Ernesto Zedillo. La guardaba con mucho cariño, pero no tenía con qué pagar mis deudas del departamento y no tuve otra salida. La tiene un directivo de ciclismo que presta dinero y, como no le pagué, se le quedó.

El PND, con un incentivo de 577 mil pesos, presea y diploma, le cayó como del cielo, más ahora que necesita dinero, porque con eso tendrá para pagar sus deudas.

Aunque su riqueza es invaluable y simbólica, con las nueve medallas olímpicas y un centenar ganadas en justas mundiales, panamericanas y regionales, que conquistaron sus ilustres alumnos, el entrenador de marcha no tiene casa propia ni carro, mucho menos una cuenta de ahorros. Todo se lo debe al banco.

En un sillón cercano a la chimenea, frente a una silla de ruedas y su andadera, a un lado de su inseparable bastón, el vanagloriado Padre de la Caminata mexicana explica que nunca se hizo rico y tampoco sacó provecho de lo que hacía.

Lo poco o mucho que ganaba era para su familia. Pagar la renta y la escuela de sus dos hijos, Andrés y Tomás (actualmente profesionistas), así como la de otro par que adoptó con Bozena, su compañera de toda una vida, era la más alta prioridad para el entrenador nacido en Vilno Gdansk, Polonia, en agosto de 1932.

–El éxito, ¿dónde quedó?

–Lo lleva uno en el corazón, bueno, de lo que me queda (ríe evocando la cirugía que le hicieron hace una década). El éxito que tuve lo aprovecharon otros. No quise hacerme rico, si no lo hice de joven, menos de viejito.

“Tengo una pensión de 3 mil 600 mensuales en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), un salario como asesor de la presidencia en la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), que se redujo de 40 a 23 mil, y mi credencial de adulto mayor que me dio el Peje (Andrés Manuel López Obrador).

El Profe –como se le llama con cariño–, es el único entrenador mexicano de origen polaco destacado en el portal de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, donde lo describen como el arquitecto de la caminata en México.

Fue una sorpresa agradable y grande el PND. Hace varios días me hablaron de la Conade para informarme que lo había ganado, comenta. Lo más reciente que recibió fue la placa que le entregó la Comisión de Juventud y Deporte de la Cámara de Diputados.

Hace dos meses, Hausleber luchaba entre la vida y muerte en el Centro Médico Siglo XXI; recién había cumplido 81 años. Estuvo rodeado de familiares y amigos que se turnaron para cuidarlo, tras recuperarse de problemas respiratorios y de presión arterial.

Impresiona la recuperación que ha tenido de su salud con esa fuerza que lo ha levantado de adversidades, luego de sufrir hace un par de años derrames cerebrales y caídas que le provocaron fracturas en cadera y rodillas, además de un infarto.

Su rostro no está pálido y viste uno de sus antiguos trajes azul marino que oculta la delgadez de un cuerpo alguna vez obeso. Es que Diosito me ha negado la visa y no quiere que me muera. Agradezco las muestras de cariño, las atenciones de los médicos del IMSS, de la Conade y de la gente que no me conocía, pero rezaba por mí. La verdad pensé que sí me iba, pero estos cabrones (los doctores) no me querían hacer mi acta de defunción, ríe.

Su partida a Canadá

Hausleber adoptó la nacionalidad mexicana en 1988, después de haberse ido del país para trabajajar en Canadá, tras la ruptura con Raúl González, quien dirigía la Comisión Nacional del Deporte.

–¿Lo perdonó?

–Cuando me visitó en el hospital le dije: lo pasado, pasado. Ahora todo es amor, amor y amor. No es bueno vivir con amargura.

Frunce el ceño cuando habla de su paso como entrenador en el Comité Olímpico Mexicano (COM), donde le pagaban unos cuantos pesitos que apenas le alcanzaban y ni liquidación tuvo, pese haber sido contratado en los tiempos del general José de Jesús Clark Flores, en 1966.

–¿Tenía conocimiento Mario Vázquez Raña?

–Creo que sí, pero como está rodeado de gente que le miente y engaña, todo se lo cree. A mi regreso de Canadá me llamó para que decidiera si me quedaba con él o con Raúl (González). Elegí la Conade, mi ciclo en el COM había terminado y dejé de ver a muchos amigos.

Hausleber no hace distinciones con ninguno de sus medallistas. Todos tienen un lugar. Unos respondieron con lealtad y aprendieron. Otros fueron ingratos, no obstante, para ellos jamás hubo un reproche.

“Las medallas olímpicas que ganaron –José Pedraza, Daniel Bautista, Raúl González, Ernesto Canto y Carlos Mercenario– y todas las demás, dondequiera que competían, tuvieron un valor en su tiempo.

Son como mis hijos y no hago distinciones. La presea de plata de Carlos (en Barcelona 1992) fue trágica, porque se logró en el penúltimo día y pensábamos que nos regresaríamos sin nada. Cómo la lloramos.

Si le dio pena confesar que empeñó su medalla del PND, más vergüenza sintió con el fracaso de Éder Sánchez en la prueba de 20 kilómetros en los Juegos Panamericanos de Guadalajara, aunque en el fondo también saboreó el triunfo de los guatemaltecos, porque fue producto de la labor que dejó su ex alumno José Alvarado, ahora entrenador de la selección nacional de El Salvador.

Lo que se vio en Guadalajara es reflejo de todos esos años en que no se ha trabajado bien en algunos deportes en los que México era potencia. Los deportistas no son disciplinados y se deslumbran con los apoyos y el dinero que les dan a manos llenas. No tienen pasión ni hambre de triunfo, y si no cambiamos a tiempo nos daremos de topes en los Juegos Olímpicos del próximo año y los que vienen, puntualiza.

Con el sentido del humor que lo caracteriza, la sonrisa franca, así como las malas palabras que le salen y dice en voz baja, Jerzy Hausleber afirma que todavía tiene fuerzas para trabajar y ser útil. Seguir aportando sus conocimientos a los jóvenes que se preparan en la Escuela Nacional de Entrenadores, una de las instituciones que más alaba, porque es ahí donde se debe invertir, trabajar y capacitar a las nuevas generaciones para que México produzca mejores atletas.