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Ver día anteriorDomingo 23 de octubre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A la mitad del foro

Los salones de Moctezuma

D

esde los salones de Montezuma, dice el himno de los marines. Y en las costas de Trípoli, donde también alardean de sus victorias, mataron a Muammar Kadafi y se exhibieron en el mundo entero escenas de su aprehensión y muerte de un disparo en la cabeza: En fuego cruzado, intentó justificar un representante de la coalición victoriosa en Libia; en el otoño de la primavera árabe que estalló en Túnez y todavía espera la maduración de las semillas sembradas en las dictaduras del norte de África y el Levante.

Exhibieron la cabeza ensangrentada del coronel revolucionario transformado en tirano de opereta por cuatro décadas de poder absoluto. Y el justo festejo del pueblo de Libia, en todas sus manifestaciones tribales y expresiones de voluntad por ser libres, transmite dudas y angustia al otro lado del mundo. No en las salones de Moctezuma, sino en los territorios sin ley en los que imperan la impunidad criminal y la violencia de la guerra de Calderón. De pronto, los viejos gomeros y mariguaneros que cedieron primacía a los del trasiego internacional de la cocaína; los matones y sicarios, los mercenarios desertores del Ejército y la Armada identificados por la Z y la barbarie, dejaron de ser asesinos, mercaderes del secuestro y el tráfico de seres humanos, para incorporarse a las fuerzas del enemigo global del imperio y sus aliados.

Son terroristas, por obra y gracia de lo que Rosario Green llama una trama perfecta, escenario para un complot fantástico o fantasioso del teocrático gobierno iraní para asesinar, en Washington, al embajador de Arabia Saudita. Atentado a cargo de un asesino profesional al servicio de narcos mexicanos. La Casa Blanca informó de la gratitud expresada por Barack Obama a Felipe Calderón por su invaluable ayuda. Cooperación consistente en expulsar del país al ciudadano de Estados Unidos que vino a negociar el complot atribuido a los afamados, profesionales y peligrosos servicios secretos de Irán. Ah, nuestra cancillería celebra el estatus de aliada en la guerra contra el terrorismo; otra guerra sin fin contra enemigos ocultos entre las multitudes sin rostro, dispongan de armas de destrucción masiva o del arsenal de la operación Rápido y furioso.

Y en ese campo minado marcha alegremente Felipe Calderón, en campaña militar contra los del crimen organizado y en campaña electorera contra la amenaza del inminente retorno de los priístas tolerantes del tráfico de drogas, o de plano cómplices del sucio negocio que se convirtió en amenaza para la seguridad nacional. No todos, los hay que están de acuerdo con mi política, diría en entrevista publicada en primera plana de The New York Times. Pero señaló a los gobiernos del PRI y aseguró que algunos, lisa y llanamente negociaban con los malos, con los narcos que hoy son además auxiliares del terrorismo. En el terreno fangoso de la semántica a modo: uno en el que la palabra presidencial anticipa el peligro del poder en manos de quienes negocian con el narco reconocido aliado de terroristas, mientras la vocera del gobierno de la República dice que a su jefe lo cuestionó el reportero que le hizo la pregunta.

Eso sí que es un compló de la desmesura generada por la angustia de ver el poder que se pierde. Y para colmo, Vicente Fox, el que sacó al PRI de Los Pinos, alza la voz desde el tapanco de su incontinencia verbal para desmentir a Felipillo santo y su visión de los priístas dispuestos a negociar con los capos del crimen organizado. Todo de azul hasta los pies vestido, Fox, el primer presidente panista, insiste en que hay que negociar con ellos. Es más, habla de amnistía y, al estilo de la vocera oficial, confunde al EZLN con el cártel del Golfo y al subcomandante Marcos con El Chapo Guzmán. Segunda llamada. Hay muchos personajes en busca de autor. Ernesto Cordero viste piel de lobo y maúlla: llama a los del crimen y terrorismo organizado, compañeros; de poco fiar, pero de todos modos, amigos.

Empezó formalmente el proceso electoral de 2012. Y los diputados interrumpen la penosa exhibición de insultos altisonantes y pechazos aparatosos, para aprobar puntualmente el presupuesto de ingresos. Nada es casualidad en política. Ni el pasmo de nuestra azarosa transición en presente continuo: La causa de la causa es causa de lo causado. Vicente Fox metió las manos en la elección presidencial de 2006 y las tímidas autoridades electorales lo declararon culpable al tiempo en que manifestaban su imposibilidad de fijarle pena alguna. Felipe Calderón se erige en jefe de la campaña panista confiado en la impunidad por omisión. Pero la trama dudosa del complot de terrorismo islámico y narcotraficantes mexicanos es escenario perfecto para la intervención militar en México que propone el gobernador tejano.

En el PRD repiten hoy el combate de los juegos sacramentales, del sacrificio tribal. En política es imperdonable todo error que resulta de una acción innecesaria. A seis años de la heroica derrota, del recuento voto a voto que nunca se dio, el consagrado presidente legítimo, o en rebeldía, se reúne con empresarios de los grupos Monterrey, con académicos y funcionarios del imperio en Washington; con los radiodifusores y dueños de la televisión que fueron instrumento del verdugo en la guerra sucia, para evitar que Andrés Manuel López Obrador asumiera el cargo de titular del Poder Ejecutivo de la Unión. Bienvenido el encuentro de fuerzas opuestas.

López Obrador dijo lo que ha dicho una y otra vez. Los del poder mediático lo escucharon con oídos de mercader. Está en su naturaleza. Y ya saben que perdieron la apuesta en favor del gobierno de un empleado y no de un socio. Pero la izquierda del voto útil acabó por negociarlo y aceptar ser partiquino de la derecha que recibió el poder de la derecha priísta que dio paso al diluvio del libre mercado y el capitalismo financiero sin regulación alguna. Marcelo Ebrard habla como contendiente de López Obrador, se dice experto en asuntos de gobierno mientras el otro lo es en movilización social. No habrá choque, dice el de Tabasco. Pero ya salen chispas.

Lástima. Porque en el PAN perdieron hasta el modo de andar. Habrá elecciones abiertas, pero no tanto; entre militantes y adherentes, unas; la mayoría se resolverá en consejo de notables. No es dedazo, dice Gustavo Madero. En el PAN nada es oculto: hacen público el padrón, el listado nominal definitivo, integrado por un millón 795 mil 933 panistas. Pero un millón 487 mil son adherentes y nada más 308 mil son activos. Santiago Creel se queja, Josefina Vázquez Mota, también. Ernesto Cordero sabe que con un voto gana.

Y en la penumbra del cambio, en el PRI ensayan la confrontación de ideas, de proyectos. Enrique Peña rechaza la cláusula de gobernabilidad por la sobrerrepresentación que da a quien obtiene votación mayoritaria, pero propone eliminar cien diputaciones de representación proporcional. Y por primera vez sale a campo abierto, habla de abandonar trabas ideológicas y abrir Pemex a nuevas ideas y asociaciones con empresas privadas. Ahí espantan. Manlio Fabio Beltrones insiste en un gobierno de coalición. Habló recio: No podemos permitir que la simulación sustituya a la autenticidad. No vayamos a dejar que la abyección suplante a la lealtad. No vayamos a hacer de la exclusión la forma de hacer política.

Es hora de definirse. ¿Quién es quién? ¿Cuál es el partido del hombre providencial? En el sangriento ocaso de la dictadura en Libia, Robert Fisk nos recuerda: Kadafi creía que era de los buenos.